Yucatán – Profundas Raíces Mayas

By on octubre 19, 2016

Editorial

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Yucatán – Profundas Raíces Mayas

En unos días más, el pensamiento maya trascendente, aún vivo en la mente y el corazón de nuestro pueblo yucateco, llamará a las conciencias populares a revivir los rasgos filosóficos, religiosos y espirituales yacentes en la memoria colectiva desde hace muchas centurias.

La vinculación entre las generaciones pasadas, hoy existentes, y la presente aún afirmada en el territorio histórico de los antepasados, se dará y podrá observarse desde los días finales de octubre y tendrá colofón en los primeros días de noviembre.

Los pixanes, espíritus vinculados a nuestros afectos, acudirán a nuestra invitación, convocados por los poderosos recuerdos de su anterior presencia terrena, en la cual los lazos afectivos fueron heredados y transmitidos hasta nosotros.

Para el maya, a diferencia de pensamiento en personas de otras culturas, nadie se va del todo al morir: algo queda, esa memoria, ese aliento vital de su presencia, esa permanencia en el éter, donde los perfiles individuales permanecen y son vínculo con el espacio terrenal.

Es por ello tan importante en la jornada del Hanal Pixán la comida y convivencia con los queridos espíritus de los que transitoriamente están fuera de la vista, mas no del profundo sentimiento afectivo familiar. Los preparativos requieren de una preparación con cuidado extremo en los detalles: desde el señalamiento luminoso del camino de retorno anual, hasta la convivencia familiar compartida y la despedida al culminar el tiempo tradicional de su estancia en el seno familiar, donde saborean la sustancia de los alimentos anuales que se les ofrecen.

Los rezos, las remembranzas, al amparo del árbol enraizado en la tierra y con sus ramas tendidas al universo, nuestro Yaxché, se hacen ante la cruz verde que lo recuerda y simboliza.

Los alimentos elaborados para la convivencia son hechos con productos que, obtenidos por el trabajo del hombre y la mujer maya, enaltecen la ofrenda anual. Atole de maíz, flores, pibinales, frutas nuestras, pozole, comidas, incluyendo pibes, tamales y dulces, están presentes en las pequeñas mesas de ofrendas colocadas sobre modestos manteles blancos o con bordados ligeros. El aroma de incienso o estoraque halaga el olfato.

Se percibe unción en el ambiente, respeto a las costumbres, seriedad en la ceremonia, actitud de los miembros de las familias, pleno respeto por aquellos ausentes que acuden a su reunión anual.

La Iglesia Católica, imitando esta costumbre, ha declarado el día 2 de noviembre como el dedicado a los fieles difuntos, con una separación entre los que son creyentes de la iglesia y los demás, para los que se les mantiene alejados y ajenos a la misa especial.

La mentalidad maya no selecciona ni discrimina. Sus recuerdos y atenciones son para todas las ánimas, cualquiera que sean sus creencias.

Para nuestra gente maya, solamente hay una separación entre los pixanes: los niños y los adultos, tal como era el trato terrenal para con ellos. Se considera hasta el ánima sola.

Hanal Pixán es el reencuentro de nosotros con el espíritu de nuestros seres queridos que se encuentran en otro plano espiritual.

Así es esta tierra del Mayab, tierra de no muchos, no para muchos, tierra para los escogidos de una cultura milenaria.

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