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El fardo funerario de la tumba 1 de Calakmul – X

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Arqueología Maya

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PROCESOS DE INTERVENCIÓN EN EL TALLER LABORATORIO (1994 – 2005)

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FARDO FUNERARIO

Continuación…

F. Fijado y consolidación.8 Como se mencionó anteriormente, la materia prima de la que está compuesto el fardo está constituida por tres estratos bien diferenciados, que se distinguen entre sí también por el tipo de alteración que presentan. Así, para establecer el tipo de material adecuado para aglutinar el látex fue necesario valorar varias características de la materia prima de modo que no se corriera el riesgo de dañar el envoltorio en pos de una supuesta aglutinación del material semidisgregado, y que a la larga causara muchos más daños que los supuestos beneficios que otorgaría. Las características del material consolidante que se buscaba eran, a grandes rasgos, las siguientes: a) que fuese reversible (dentro de los parámetros que permite la consolidación9), b) que fuese un material afín al látex (si no en cuanto a la composición química, al menos pertenecer al grupo de polímeros naturales orgánicos), c) que fuese un material que empleado en diferentes concentraciones pudiera ser utilizado como adhesivo, agente de fijado y consolidante,10 d) que no provocara diferencias mecánicas significativas, ni contracciones dimensionales que pudieran repercutir en la materia prima, e) que no cambiara la apariencia del material consolidado, f) que dadas las condiciones de humedad y temperatura de la ciudad de Campeche no fuese propenso a ser atacado por microorganismos, ni a ser excesivamente higroscópico, g) que precisara bajas cantidades para funcionar (y en bajas concentraciones). h) que ya se hubiese estudiado con otros materiales y en ambientes similares, i) que fuese de cadena polimérica corta, para ser fácilmente reconocible en posteriores microanálisis y j) que fuese económico, inocuo para el usuario y práctico en su aplicación.

Evidentemente, este material ideal no existe, ni existirá en el mercado jamás11 (de hecho, algunas características son contradictorias entre sí: por ejemplo, precisar un producto de cadena polimérica corta y que a la vez sea afín con los poliisoprenos terpénicos; lo cual no implica, y es importante decirlo, que ambos requerimientos sean ilógicos), por lo que se intentó encontrar el que cubriera la mayor parte de los requisitos planteados. Para ello se efectuaron pruebas empíricas con varios materiales. Los adhesivos probados fueron el Mowithal B60H, el Paraloid B72, la Carboximetilcelulosa (CMC), el Methocell, la Grenetina, la Cola Americana, la Cola de Huesos y la Cola de Pescado.

Los productos señalados se determinaron con base en los procesos utilizados hasta ese momento sobre hule en México y el mundo (que no son muchos), que fueron recopilados por Bertha Peña y Mary Baker en sus propias investigaciones, a saber:

En México se habían empleado técnicas de suavizado o plastificado por medio de glicerina al 10%, cera microcristalina o polietilenglicol 400; también se habían efectuado desecamientos paulatinos con alcohol y xilol (mismos que aparentemente suavizaban). Por otro lado, se efectuaban desacidificaciones con agua destilada y se adherían fragmentos con Resistol 6000 (un elastómero comercial). De igual manera, se empleaban durante las intervenciones frascos de vidrio herméticos y cubiertos con papel para evitar dentro de lo posible la oxidación del látex.12

En el resto del mundo se habían empleado vapores de amoníaco o xilol (o simple calor) para devolver plasticidad o regenerar las superficies del poliisopreno. También se realizaban pruebas para plastificar las superficies con glicerina o polietilenglicol. Asimismo, se buscaron consolidaciones con Primal AC 33 en los objetos que provenían de contextos húmedos o sumergidos (y que fueron bastante exitosas según los reportes consultados) y/o limpiezas con ultrasonido o con agua destilada y limpiadores no iónicos. Por su parte, el British Museum recomendaba simplemente mantener los objetos sin luz, a bajas temperaturas y, para protegerlos de procesos de oxidación, utilizar ambientes con nitrógeno o bien sustancias antioxidantes.13

Mary Baker mencionaba asimismo, que la reversibilidad del proceso de oxidación es casi imposible, pero que sin embargo, la transición al estado cristalino puede detenerse (y hasta eliminarse) por medio de calor, pero advertía que en el caso de los hules mexicanos si se calentaban en exceso podía evaporarse el material secundario y que la pérdida de éste ocasionaría encogimientos, distorsiones y fisuras. También recomendaba mantener los objetos a temperaturas de casi ±5°C, para detener la oxidación, así como para asegurar que cualquier tipo de cristalización pudiera hacerse reversible en temperaturas ligeramente por arriba de las que se manejan comúnmente para las salas de exposición.14

Como puede verse, ninguno de los materiales que se probaron se habían empleado en otros casos (a excepción del Paraloid B72 en presentación emulsionada), empero, existían particularidades del fardo funerario de la tumba 1 que no permitían emplear los que se hallaron en la bibliografía (además de que, en general, los resultados reportados eran bastante desalentadores): los materiales de la cámara que nos ocupa volverán a la ciudad de Campeche para ser expuestos, por lo que el empleo de plastificantes podría desarrollar a largo plazo masas viscosas y sudadas y, como se ha observado en otros casos, el polietilenglicol no funciona realmente en estas condiciones ambientales.15 Lo mismo se sabía de las resinas plásticas que tienden a exfoliarse en contacto con materiales higroscópicos ante temperaturas altas sin control artificial.16

Por ese motivo, no tenía sentido eliminar el proceso de cristalización o mineralización que había sufrido el envoltorio dentro de la cripta; esto, por dos razones de gran peso: en primer lugar se corría el riesgo de elastificar de nuevo la materia prima (lo que implicaba que podría perderse de algún modo el perfil de la forma humana dada la posibilidad de ocasionar colapsos parciales en algunas zonas de transición mineral-elastómero); y en segundo lugar, la historicidad de la pieza señala que existe este proceso de «seudomineralización», que le confiere características materiales, visuales y formales, propias y sustanciales.17

Así, tras reflexionar alrededor de estas consideraciones, se tomó la decisión de probar con los materiales antes señalados.

Al valorar los resultados, en el caso de las dos resinas sintéticas que se probaron (disueltas en xilol o alcohol), la unión de fragmentos resultó buena, no así en el fijado y consolidación, ya que se precisaban altas concentraciones para obtener resultados (con el consecuente cambio de apariencia). En el caso de los polímeros de celulosa no se obtuvo la adherencia deseada, aunque luego fueron utilizados para fijar los refuerzos de papel japonés, como se verá más adelante. Finalmente, las proteínas fueron las que proporcionaron mejores resultados –a excepción de la grenetina por su escasa adherencia–. Las colas nos otorgaban casi todas las características que buscábamos, a excepción de dos puntos fundamentales: la nula afinidad química con el látex y el desarrollo de microorganismos. Sin embargo, se probó agregar a los preparados 2% de Timol como preservativo (puesto que dió muy buenos resultados en las pruebas de crecimiento de colonias que se efectuaron con la maestra Lilia Vierna en la Facultad de Química de la UNAM).

La cola que finalmente se eligió fue la llamada Cola Americana, que se distingue de las otras por su pureza, y porque al ser menos fuerte en adhesividad, no crea tantos problemas de tensión mecánica diferencial en la interfase. Este adhesivo fue probado en varias concentraciones, hasta que fue posible determinar que al 10% era idóneo para el fijado y consolidación y, que al 34%, proporcionaba excelente poder adhesivo.

En el caso del fijado y de la consolidación se empleó siempre agua-alcohol 50-50 (volumen) para facilitar la penetración de la cola, misma que se aplicó por medio de goteo con pipeta Pasteur, usándose solamente en zonas de disgregación muy localizadas y nunca de manera extensiva.

G. Unión de fragmentos. Se ha dicho ya en diversas ocasiones que el envoltorio del personaje fue alterado por los roedores. Los fragmentos resultantes presentaban dos tipos definidos de fracturas: uno de los tipos era sumamente reciente y presentaba los cantos bien conservados y generalmente una superficie de unión perfecta; el otro tipo tenía los bordes gastados, «comidos» y sumamente lisos.

La Cola Americana al 34% proporcionó excelentes resultados adherentes18 y fue empleada en ambos casos; con la diferencia de que en los bordes muy gastados fue necesario aplicar presión hasta que la cola perdía su vehículo. Por otro lado, en muchos casos fue indispensable reblandecer con agua destilada caliente las zonas aledañas a la fractura, esto, con el fin de expandir el material y asegurar la zona de contacto. En el área de cráneo fue necesario desmontar las piezas fracturadas y rearmar, escama por escama, el volumen de la cubierta poscraneal.

H. Movimiento de elementos. Como se dijo anteriormente se colocó un bastidor de madera sobre la litera mortuoria, mismo que sirvió para ubicar los elementos interiores y traspasarlos a una cuadrícula anexa.

Se trazaron 20 cuadrantes en el eje «Y», y 6 en el eje «X», pero para no confundir estos cuadros de 10 cm² con los cuadrantes marcados en la tumba, se designaron con el alfabeto griego (a, b, c, d, e, f), tanto en el bastidor como en la cuadrícula. Las piezas se ubicaron por medio de una plomada y se traspasaron a la cuadrícula por medio de pinzas.

Los elementos ubicados fueron básicamente los pendientes de piedra silícea, la zona dorsal del fondo del fardo,19 las epífisis terminales –fracturadas– de ambos fémures, la epífisis proximal de una tibia, huesos de tobillos y tarsos, el húmero derecho,20 algunas vértebras, falanges y costillas, lascas de jadeíta de la máscara de pecho, una posible cuenta bucal, toda la zona poscraneana y fragmentos del látex del fardo que probablemente correspondían a la cubierta facial.

En el caso de la concha embebida en el paleosuelo, no fue posible removerla en ese momento porque hacerlo implicaba fracturar las zonas de fondo del envoltorio anexas a ella y «capturadas» también en el falso suelo.

Durante el movimiento de elementos interiores se procedió a eliminar la tierra interna, a cernirla y a identificar los restos de algunos elementos que se hallaron dentro de ella (básicamente restos de cinabrio, semillas, un fragmento de guaje y varios huecesillos animales). Fue bastante notorio observar que los restos óseos humanos presentaban mayor cantidad de cinabrio adherido que los que se hallaron fuera del envoltorio.

I. Aclimatación. 1996-1999. Tras este trabajo y terminada la microexcavación, se procedió a dejar dentro de la cámara de humedad la región del fardo funerario que se encontraba expuesta (el bulto aún se hallaba montado sobre la madera de la parihuela sur); esto se hizo paulatinamente para poder verificar los posibles cambios o alteraciones del látex y los materiales de intervención en el «clima» de la ciudad de Campeche. El proceso se realizó durante tres años consecutivos, con bastantes buenos resultados, a excepción de que no hubo grandes avances en cuanto a la consolidación con cola, que parecía funcionar por un cierto tiempo, pero que tras ocho meses aproximadamente denotaba como si nunca hubiera sido aplicada.

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8 A partir de este apartado quisiera aclarar que nos referiremos solamente a las intervenciones sobre el fardo mortuorio, ya que la madera de ambas parihuelas se desligó temporalmente de este proyecto de conservación, como se mencionó con anterioridad. Así, para 1999 se decidió definitivamente que este material serviría más como un ejemplar de muestreo e investigación en la CNCPC que como un soporte natural del bulto funerario puesto que su relativa escasez y su nulo valor funcional y estético no justificaban gastar tanto dinero en su conservación (más cuando no se contó nunca con ningún apoyo monetario del Proyecto Arqueológico de la Biosfera de Calakmul y/o del Centro INAH Campeche). Esto es una pena realmente, puesto que la conservación de madera seca proveniente de excavaciones arqueológicas en el sureste es un campo poco explorado aún dentro de esta disciplina.

9 Reversibilidad y consolidación no son casi nunca compatibles en la realidad actual de la conservación, ya que la extracción de un consolidante es bastante difícil, y aun en los casos de inmersión por largos períodos es problemático eliminarlo totalmente. Cf. Buitrago et al., 1991.

10 Los términos fijado y consolidación aquí empleados difieren entre sí según el problema que se pretenda resolver: El caso de la escamación, la intervención de consolidación se denomina fijado e implica un fenómeno especifico de adhesión. En el caso de la pulverulencia, la intervención se denomina consolidación e implica un fenómeno de aglutinamiento de las partículas…. un fenómeno de cementación, lo cual involucra también, si bien no estrictamente, un fenómeno de adhesión. Buitrago et al., 1991: 2

11 Cf Newey, 1985.

12 Peña, 1993: 16-28.

13 Peña, 1993: 23-28.

14 Peña, 1993: 229.

15 Cf Alonso y Mainou en García y Schneider, 1996. Anexo núm. 2.

16 Cf. Mendiolea, 1989. 12-14.

17 Cf. Brandi, 1988.

18 También se consideró, de acuerdo con la bibliografía citada, la posibilidad de aplicar calor en los puntos de unión de manera que se fundiera la materia prima. Sin embargo, en las pruebas no se obtuvieron buenos resultados, siendo difícil controlar la temperatura y el aspecto final. Además, este proceso modificaba totalmente los cantos del material y se perdían los puntos de unión.

19 En este caso pudieron observarse por el reverso varias improntas de textil y un diseño semejante a una cuerda plana (¿quizá un sudario interno?).

20 El número izquierdo, que se encontró anexo al área de cráneo e inmerso en el paleosuelo, se sacó de la bolsa donde se tenía (núm. 211 en el control de excavación) guardado y se colocó a la altura correspondiente dentro del esqueleto trasladado a la retícula secundaria.

Renata Schneider

Continuará la próxima semana…

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