FERNANDO CASTRO PACHECO
Colores de una luz que se dibuja
sobre la huella viva
del pueblo de tu sangre,
brotan de tus manos y se posan
armónicos y plenos, en la tarde.
Imágenes que llenan de murmullos
la soledad del templo
y el misterio del aire,
te nacen de las sienes y gravitan
el horizonte azul de tu paisaje.
Manos vivas, caderas germinales
y miradas fogosas
cercanas o distantes,
emergen de tu sangre y de tus ojos
donde palpita un lienzo interminable.
Porque un día de tu infancia insaciable
saliste del jardín
y te empapaste el cabello
de sueños siderales, pudo tu sol
alcanzar las dimensiones del aire.
Porque un día venturoso regresaste,
pudo tu dimensión atesorarse
y hundir su riqueza vital
en el recodo de la raza
que nutre nuestra carne.
JUAN DUCH GARY
[Continuará la próxima semana]