“Lo marcan los derechos humanos y los derechos constitucionales: nuestros mayas, como pueblo originario que son, tienen el legal y justo derecho a tener su propia educación; que se erija en la más grande garantía, nunca antes manifestada, de su desarrollo integral, sostenido, sustentable y humanista; acorde con su gran potencial que contribuye -con mucho- a la magnífica perspectiva del futuro yucateco”
La historia, la metodología y cualquier disciplina racional que recoja experiencias, hechos y justas valoraciones y predicciones, todas coinciden en que todo proceso de cambio hacia lo correcto debe sentar la primerísima piedra base reconociendo que lo que se pretende cambiar ha estado y está incorrecto. Es el caso de los procesos de reformulaciones que la Dirección de Educación Indígena está llevando a cabo en Yucatán, donde todavía no queda claro, a profesionales y sociedad yucateca en general, el momento en que se ha hecho el necesario reconocimiento de que no se ha venido aplicando la educación correcta a nuestros mayas y que, ahora sí, se ha decidido cambiar esa realidad por su opuesto.
Cuando tal reconocimiento falta, tienden a ocurrir diversas fallas en el proceso y los resultados del cambio pretendido; fallas del tipo de omisiones de realidades e intentos de conservar inversiones que se realizaron bajo la visión equivocada del estado fallado que se debe cambiar, creándose un hueco negro para los grandes presupuesto de los grandes cambios. Lo anterior genera un prolífero caldo de cultivo en el que se engendran los siguientes corrosivos contra las auténticas metas que motivaron la decisión de efectuar los cambios de que se trate:
- Se controla y se compartimenta la información sobre los documentos que oficializan los cambios, que describen las metas y citan con precisión los perfiles ya indeseados que se deben sustituir por los correctos y, sobre todo, lo que ya está decidido y reza en normativas a cumplir, como también lo que se deja al buen profesionalismo y eficiencia para convocar a los protagonistas necesarios para decidir la forma y contenido de las acciones del cambio y, así, poder complementar lo establecido, hasta que se logre el genuino cambio proyectado. En verdad, no se sabe con la amplitud y precisión mínima requerida cuánto de la decisión de los cambios en nuestra educación maya deriva de una Campaña Presidencial, de un producto del profesionalismo acertado de la Secretaría de Educación –SEP–, de un logro de la Comisión Nacional de Derechos Humanos –CNDH– y de su yucateca delegación –el CODHEY–, bajo la clara visión de que lograr el cumplimiento de los derechos educativos constitucionales de nuestros mayas es la fundamental garantía para que se cumplan los derechos humanos totales de dicho pueblo originario. No sabemos qué parte de las decisiones emana del manifiesto compromiso del actual Gobierno Estatal para con la Cultura Maya, y tampoco cuánto han influido las acciones puntuales de nuestra Dirección General de la SEGEY, o la fuerza de convencimiento de las abrumadoras evidencias de deudas educativas para con la lengua maya, que la amenazan y ya pronostican su extinción a mediano plazo, lengua agredida por décadas en la educación de nuestros mayas, y que marca la razón clave y contundente de que multitud de niños mayas no sepan leer y escribir a nivel de primaria superior, dando muestras palpables de rezago educativo al no ser educados en su lengua maya, generándose así una educación para ellos altamente deficiente. Todas esas instancias han contribuido. ¿Cuánto? No lo sabemos. Pero sí sabemos que el cambio del que hablamos es un proyecto impostergable, justo, agradable, optimista y comprometido de toda la sociedad yucateca; que requiere información precisa y suficiente, para participar y seguir en detalles, con voz y voto, el buen curso de los acontecimientos
- Se mediatiza el cambio tratando de hacerlo más fácil, asequible y menos impactante e invasivo para mecanismos, rutinas y órdenes establecidos que se ven afectados por la perspectiva y posible concreción de la correcta educación maya yucateca. Es evidente que dicha mediatización solo se puede manifestar cuando el cambio sea a regañadientes y cuando no hay información de reconocimientos de errores a superar y, sobre todo, cuando no están claramente establecidos los mecanismos de transparencia en los pasos concretos del proceso para los cambios perseguidos. Sabemos que toda la sociedad yucateca, especialmente la comunidad maya, es garante de la cadena de cambios que apunte hacia un futuro próximo donde sí se cumplan sus derechos educativos constitucionales. Se entiende, claro, que la mediatización se incuba como posible con tales faltantes –en franca manifestación– del reconocimiento de lo que ha estado mal
- Se desvirtúa el cambio. Sabemos que una narrativa altera mucho su contenido en sucesivas y encadenadas comunicaciones. Para evitar que se desvirtúen los cambios emprendidos orientados a lograr una Educación Maya Yucateca acorde con lo que marca la Constitución y las acuciantes realidades de nuestros educandos mayas, es necesario dejar perfectamente claros aspectos claves como los siguientes: a)si se trata de cambios decididos en altas esferas del Gobierno Federal y Estatal que derivan hacia instituciones, colectivos profesionales y sociedad yucateca en general, b) si se trata de cambios urgidos por acuciantes realidades indeseables e inmerecidas que es impostergable enfrentar con soluciones, c) si se tratan de cambios fundamentados en artículos constitucionales y resoluciones de las ONU y UNICEF que comprometen profundamente a Yucatán, con un alto profesionalismo y eficiencia, las estructuras y niveles de la CNDH y su CODHEY bajo la justa visión de que son estructuras promotoras de valores humanistas universales, definidos en forma de derechos y jamás únicamente observadores y narradores de lo que pasa, d) si se trata de cambios que obligan –de forma rotunda e ineludible– a la SEGEY y su Dirección de Educación Indígena a estar totalmente a la altura de la responsabilidad de cumplir a cabalidad el propósito histórico del Gobierno Federal y del Gobierno Yucateco de cambiar el curso de la deficiente Educación que han tenido y tienen nuestros mayas, en el clarísimo entendido de que dichas instancias se hacen depositarios responsables de la más grande asignaciones presupuestales, jamás dirigidas a los mayas, para cumplir ahora, rotundamente, con sus derechos educativos constitucionales
- Diseño de acciones asistemático. Una estructura relaciona los elementos que la constituyen, los armoniza, los ordena y define sus jerarquías y derivaciones. Un sistema es una estructura que cumple rigurosamente con la definición anterior. Los procesos y los cambios como tales necesitan cumplir con un verbo que es clave en la metodología y que centra a toda Didáctica particular y a la Pedagogía en general; se trata del verbo sistematizar. Los sistemas educativos tienen entre sus misiones de sentido validar, promover y enseñar a sistematizar. Evidentemente es un contrasentido y arbitrariedad que cualquier proceso educativo (más aún si se trata del cambio de una educación incorrecta a otra correcta) no se centre en la sistematización como metodología general para el diseño, instrumentación, puesta en marcha y evaluación de resultados. Urge, con atraso y carácter ya impostergable, que se divulgue el sistema panorámico de los trascendentales, comprometidos y costosísimos cambios que se emprenden ya en pos de cumplir los derechos educativos de nuestros mayas. Urgen garantías manifiestas de que dicho sistema no adolezca de contradicciones del orden riguroso requerido y que sea bien proyectado con anticipación. Todos los yucatecos tienen el derecho y el compromiso de participar en la creación y continuo perfeccionamiento de dicho sistema para garantizar algo de tan gigantesca importancia para el futuro de Yucatán. Sabemos que la sistematización no puede dejarse para luego y ser realizada después al vapor, por ser ya muy urgente. Jamás la sistematización a tal nivel puede ser hecha con el improcedente método de orden y mando, donde algunos presentan sus criterios técnicos como conclusiones, y se imponen y aceptan a priori metodologías, técnicas y procedimientos de formas esquemáticas y rutinarias. Los profesionales de la educación, y la sociedad yucateca en general, requieren transparencia en las garantías de calidad del proceso de sistematización que está en curso para organizar los cambios educativos tratados sobre nuestra educación maya yucateca. Un ejemplo que ayuda a comprender la inquietud sobre las faltantes garantías de sistematización –no informadas en todo el cambio educativo maya emprendido– se aprecia claramente en lo siguiente:
Entre los grandísimos desaciertos de la educación maya actual, que debemos enfrentar como realidad crítica cuando se sistematice bien el cambio que se está pretendiendo, está la concretada contratación de un altísimo por ciento de docentes no maya-hablantes para atender la educación maya, en franca y rotunda violación de la letra constitucional y la normatividad institucional. Por supuesto que tales contrataciones violatorias respondieron a una violación mayor de los derechos educativos mayas, que ha caracterizado a dicha educación ya improcedente: se trata de la castellanización a ultranza de los mayas yucatecos. Hasta el momento no existe formación especializada de docentes maya-hablantes en Yucatán puesto que, en la visión perspectiva, la tesis dominante –hoy derrotada y que debe declinar incondicionalmente sus intenciones– ha sido la de la homogeneización educativa de los mayas al sistema educativo nacional general, promoviendo una interculturalidad y un bilingüismo arbitrario al no tenerse como fundamento la promoción y afianzamiento de los usos y costumbres mayas y el derecho constitucional elemental de que toda la vida de los mayas se impacte positivamente con que la lengua maya le sea respetada, en todas las formas, como la primera lengua y el español sea la segunda lengua. Claro que si escuchamos hablar de una vía (por ejemplo el Diplomado para la Alfabetización en Maya, que se promueve a mediados del ciclo escolar y no en su comienzo, como es naturalmente habitual) de capacitación emergente de los muchos docentes yucatecos no maya-hablantes que atienden a nuestros niños mayas –para que aprendan, al menos, aspectos básicos de la lengua maya–, lógicamente se fortalece el optimismo, pero también es comprensible que se estremezca y tambalee la credibilidad de todo el proceso del cual hablamos cuando se escucha decir que tal capacitación (aun siendo un ligero paso positivo del gran trecho a recorrer) es optativa para el docente no maya-hablante. Entonces cabe una pregunta, que no puede dejarse sin respuesta: ¿Vamos por cumplir los derechos educativos mayas, sí o no?
- El proceso del cambio se debe basar en la rectificación de los fundamentos incumplidos y aquí tales fundamentos son los derechos educativos mayas, derechos que son contundentemente claros, entre los que destacan en importancia el cese del sometimiento a una castellanización inquisidora para nuestros niños que son las auténticas simientes de la cultura maya yucateca. Claro que las fuerzas, las energías, los argumentos, los compromisos, las orientaciones de altas esferas educativas corren el riesgo de que no rectifiquen tales fundamentos incumplidos que motivó y decidió el cambio.
Veamos argumentos fuertes al respecto: se indica que, ahora sí, se alfabetice a los educandos mayas en su lengua maya, pero necesariamente no han recibido respuesta profesional, contundente y confiable, preguntas referentes a la sistematización previa, diseño metodológico e instrumentación precisa, ¿con que programas y medios educativos?, ¿con qué maestros idóneos? Y, sobre todo, ¿con qué participación –constitucionalmente establecida de forma clarísima– de los colectivos mayas en todo ese proceso de cambio educativo urgentísimo que es clave en sus vidas y futuro como pueblo originario? Que algunos niños mayas serán alfabetizados desde su lengua maya hablada, y otros –a los que se les proscribió la lengua maya de mil formas, hasta el grado de que niegan que la hablan para no ir contra corriente– serán alfabetizados a partir de la lengua española hablada. En verdad asombran y preocupan sobremanera esas descripciones, porque sabemos que las estadísticas de niños mayas maya-hablantes y no maya-hablantes no expresan –ni remotamente– la realidad. Además, está clarísimo para los mayas que muchos de sus niños fueron fracturados en su desarrollo cognitivo, emocional y psicológico con la castellanización a ultranza, misma que no aparece en ningún lado encabezando las largas listas de los errores de la educación de nuestros mayas que se pretende cambiar. No es posible que esa castellanización vergonzosa, nefasta y medular en el incumplimiento de los derechos educativos de nuestros mayas, se pasee honrada todavía –aún con poder extremo– en el mismísimo proceso del cambio educativo maya. Claro que preocupa, en extremo, escuchar que la lengua española, con sus números arábigos, va a ser la encargada de enseñar a los mayas su matemática maya ancestral, profunda y filosóficamente universal, que ahora enfrentará la agresión de ser forzada en las aulas de los niños mayas a involucionar desde la autenticidad vigesimal a la forma decimal.
Definitivamente, las realidades que se conocen acerca de las proyecciones del cambio pretendido nos llevan hoy –a los profesionales de nuestra educación, a las autoridades educativas, a nuestra constitución federal y a la estatal, a la CNDH y su CODHEY, al sustento de poderes en las leyes y decretos que por años han hecho esfuerzos grandiosos en favor del justo e impostergable diseño de una auténtica y constitucional educación maya yucateca– a convocarnos y a convocar a nuestros mayas, a todos los medios de comunicación y a toda la sociedad yucateca en pleno con total responsabilidad ante tal trascendental e histórico cambio en Yucatán a responder una pregunta clave: ¿VAMOS A CUMPLIR LOS DERECHOS EDUCATIVOS MAYAS, SÍ O NO?
Jaime Novelo González