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Un monstruo de mil cabezas, libro escrito por Laura Santullo en 2015 –que posteriormente fue convertido en un largometraje con el mismo título–, presenta una historia alrededor de una situación bastante común: la atención de una compañía aseguradora al reclamo de uno de sus clientes. Lo que hace diferente la narrativa es la actitud que asume el cliente, movido por la desesperación, siendo eso lo que se relata.
Muchos de nosotros hemos tenido el infortunio de que se presente una necesidad que esperábamos fuera solventada a través de nuestra compañía de seguros sin que así sucediera, o sea, a pesar de haber sido previsores en cuanto a contratar los servicios de una aseguradora para cuando se presentara el incidente (ya fuera de salud, accidente, robo, etc.), resulta que la compañía nos pone todo tipo de trabas y condiciones antes de que nos haga válido el reclamo (si es que finalmente accediera), a pesar de estar al día en los pagos.
Pues bien, Laura Santullo nos presenta el caso “hipotético” de una mujer cuyo marido requiere atención médica urgente y que, a pesar de que se cuenta con la evidencia médica que demuestra que el tratamiento es viable y encontrarse al día en el pago de sus cuotas, recibe la negativa de la compañía aseguradora con el argumento de que “es demasiado experimental.” Decide, acompañada de su hijo, recabar las firmas que hacen falta para que su marido reciba la atención que requiere, cueste lo que cueste.
Con un formato muy interesante –la narración se compone de las respuestas de todos los que tienen algo que ver con la historia a preguntas que nunca vemos formuladas: cómo participaron, qué les sucedió, qué observaron–, Un monstruo de mil cabezas impone un ritmo frenético al lector, a pesar de que es el relato de hechos pasados, pues lo que relata un narrador se enlaza con el siguiente, mostrándonos cómo la situación va escalando. El relato desde diferentes perspectivas y formas de pensar de los protagonistas, tanto víctimas como victimarios, nos lleva ágilmente a través de los hechos, hasta el desenlace que, la verdad, resulta muy satisfactorio, aunque no precisamente sea feliz.
Me llamó la atención el estilo casi cinematográfico que poseen los diálogos: en nuestra mente son perfectamente visibles las inflexiones, manerismos y hasta lo que están haciendo los personajes conforme relatan lo que les tocó vivir. Al investigar un poco sobre Laura Santullo, encontré acaso la respuesta: había escrito tres guiones cinematográficos previos a esta novela y, además, está casada con el director y camarógrafo uruguayo Rodrigo Plá, cuyos cuatro largometrajes siguen los guiones de su esposa, también uruguaya.
Sin intención de estropearles la trama, tan solo registraré que Un monstruo de mil cabezas es una novela altamente recomendable, con una trama galopante y personajes que enganchan, en una espiral cuyo final tal vez pudiera ser predecible, pero no por ello pierde uno el deseo de continuar leyendo; por el contrario, la recompensa es la satisfacción que va dejando tras de sí, página tras página, personaje tras personaje, por lo que seguramente coincidirán conmigo: premiarán al final con un aplauso mental a la autora por lo ameno que resultó tomarse de su literaria mano.
S. Alvarado D.
