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Precursores De La Arqueología Maya

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CHARLES ÉTIENNE BRASSEUR DE BOURBOURG, DESCUBRIDOR DEL MANUSCRITO “RELACIÓN DE LAS COSAS DE YUCATÁN” DE FRAY DIEGO DE LANDA

Brasseur de Bourbourg, religioso francés de aire ascético y espejuelos que tenía la apariencia de sabio, fue una de las personas mejor preparadas que abrazaron los estudios americanistas en el siglo XIX. En 1873, un estudiante norteamericano de nombre Herbert Adams lo conoció en Roma, cuando Brasseur había realizado lo más importante de su vida y estaba en las postrimerías de su existencia. Adams decía de él: “Me pareció el hombre más interesante que había conocido porque, hasta entonces, no había estado ante un verdadero cosmopolita. El abate me dijo que hablaba doce lenguas y estaba familiarizado con la escritura de más de veinte. A juzgar por su perfecto dominio del inglés, el alemán y el italiano, pensé que era un maestro de lenguas.”

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Brasseur era un personaje de ideas liberales, a pesar de su formación clerical que supuestamente lo orientaba a posiciones conservadoras. Todo lo contrario. Él decía de sí mismo: “Soy un abate de la iglesia, pero mis tareas eclesiásticas siempre han pesado muy poco sobre mí”.

“Era un hombre notablemente apuesto, razonable, de mirada penetrante y rostro profundamente inteligente y atractivo, elevada estatura y modales corteses. Me hablaba de sus propios viajes por América”, decía Adams.

Brasseur había nacido el 8 de septiembre 1814 en la población de Bourbourg, localizada en el norte de Francia, muy cerca de Dunquerque. A temprana edad conoció el habla francesa, flamenca e inglesa, prometedor comienzo para un futuro políglota. De niño le gustaba leer la historia de Egipto, la India y Persia, y a los quince años de edad por primera ocasión leyó sobre América en los libros de Antonio Solís, Garcilaso de la Vega y el conde Carli, que describían las civilizaciones del Nuevo Mundo. Poco después leyó el informe de Antonio del Río sobre Palenque, lo que le llenó de entusiasmo. “En la actualidad, no puedo describir la mezcla de asombro y placer que me causó esta lectura, que decidió mi vocación arqueológica futura”, observaría años después.

Asistió al Collège de Saint Omer. A los veintitantos años estaba en París, escribiendo para varias publicaciones, entre ellas Le Temps y Le Monde. Al darse cuenta de su gran facilidad para escribir, produjo algunas pequeñas novelas ligeras de tipo romántico que se vendían en París y cuyas utilidades le servían para completar el sustento.

Al cabo de cinco años de ejercer el periodismo, las circunstancias familiares lo llevaron a Ghent y decidió ingresar al Seminario para seguir estudios de filosofía y religión. Escribió entonces varios libros de tipo religioso, entre ellos, en 1843, publicó Jérusalem, tableau de l’histoire des vicissitudes de cette ville. Posteriormente fijó su residencia en Roma, con el propósito de consolidar sus estudios religiosos para el sacerdocio. Se ordenó a los 30 años y ejerció su apostolado, que pronto giró hacia caminos seculares.

Algún tiempo después, partió hacia América del Norte y se estableció en Quebec, en 1845, en donde ejerció como profesor de historia eclesiástica en el seminario. Posteriormente, publicó una biografía del primer obispo de la arquidiócesis de Quebec, François de Laval. Otras responsabilidades sacerdotales lo llevaron a Boston, en donde le dedicó tiempo a su interés por América. Leyó La conquista de México de Prescott, libro que había aparecido tres años antes y que sirvió para que el público conociera a los aztecas. Esta obra convenció a Brasseur de que su vocación científica estaba en el campo americanista.

Interesado en los estudios de las antigüedades americanistas, Brasseur viajó a México, a Guatemala, y diferentes lugares de interés arqueológico ejerciendo, además de sus labores eclesiásticas, profundos estudios de las culturas centroamericanas que lo llevaron a importantes descubrimientos. Algunas veces le faltaron los recursos para continuar con su tesonera labor de investigación, aunque siempre encontró apoyo en personalidades que veían en él a un investigador motivado por auténtico interés científico. Entre los más importantes descubrimientos de Braseur encontramos los siguientes:

A fines de 1846 regresó a Roma y en la Biblioteca del Vaticano estudió el llamado Código Borgia. Posteriormente regresó a México a estudiar la historia antigua del Anáhuac. El diplomático Le Vasseur, a quien había conocido en la travesía hacia Veracruz y con quien hizo amistad, lo nombró capellán de la Embajada de Francia a fin de ayudarlo a conocer a las personas que debía.

Visitó el Museo Nacional y el director Rafael Isidoro Gondra le proporcionó un borrador del primer volumen de la historia de Ordoñez y Aguiar, que incluía la transcripción hecha por el padre Ximénez de un documento quiché que posteriormente se conocería como el Popol Vuh, el documento histórico más importante del antiguo reino Quiché y que Brasseur insistía en haber sido el primero en descubrir. En Guatemala, con ayuda de diccionarios, gramáticas y conversaciones con los nativos, empezó a traducir al francés el Popol Vuh.

Por razones de salud, Brasseur tuvo que salir de Guatemala y regresó a Europa en enero de 1857. Después de diez años de investigaciones en México y Centroamérica, y dos más en París, publicó en cuatro volúmenes y con un total de 2600 páginas, su magna obra “Histoire des nations civilisées du Mexique et de l’Amérique Central”. Era el tratado más completo de la materia hasta entonces, y era solo un anuncio de su período más productivo. La obra situó a Brasseur entre los mejores sabios americanistas.

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En 1861, publicó una traducción en francés del Popol Vuh. Brasseur no pudo acreditar prioridad en dar a conocer al mundo este documento porque Karl Ritter von Scherzer, un arqueólogo alemán que había llegado antes que él a Guatemala, hizo copias del manuscrito guardado en la biblioteca de la Universidad de San Carlos y en 1857 publicó en Viena parte del texto quiché y la traducción del padre Ximénez al español.

La publicación del Popol Vuh por parte de Brasseur en el original quiché, y su traducción al francés, contribuyó a despertar mayor interés por la América precolombina.

Al año siguiente, Brasseur publicó su gramática quiché. La compiló de otras varias gramáticas, la presentó en español y francés, e incluyó un vocabulario y el Rabinal Achí, un drama indio que le había dictado un indígena palabra por palabra.

Al año siguiente, Brasseur hizo el descubrimiento más importante de su carrera al encontrar la Relación de las cosas de Yucatán, del obispo Fray Diego de Landa en la Real Academia de Historia de Madrid. El manuscrito, copia del original, había sido utilizado por algunos primeros historiadores españoles de Yucatán, pero luego desapareció durante tres siglos. Brasseur lo publicó en 1864 en español y en francés. Su recuperación constituyó la mayor fuente de información de la cultura maya y, a partir del siglo XIX y más en el XX, serviría de documento básico para el desciframiento de la escritura maya.

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Brasseur hizo su último descubrimiento importante después de volver a Europa. En Madrid conoció a Juan de Tro y Ortolano, descendiente de Hernán Cortés y profesor de Paleografía en la universidad. Tro mostró al abate un documento que había permanecido por muchos años en manos de la familia, un libro maya de adivinación y ceremonias del año nuevo. A partir de entonces se le conoció como el Códice Troano, que Brasseur hizo copiar. Al preparar el documento para su publicación, el abate agregó una exposición sobre la lengua maya, además de gramática y un vocabulario yucateco.

Brasseur hizo el intento de descifrar el Códice Troano a partir del alfabeto de Landa sin éxito; después, él mismo reconoció que se había equivocado al comenzar por un extremo equivocado del códice. Sin embargo, aunque no pudo descifrar la escritura maya, sometió esta materia a la atención de futuros investigadores.

Su mayor servicio fue la conservación y la publicación de importantes documentos. El descubrimiento y la impresión de la Relación de las cosas de Yucatán seguirá siendo el logro de su atareada y productiva carrera.

A 140 años de distancia, sus aportaciones positivas aún destacan por encima de sus errores, como aquella su teoría de que América dio origen a las culturas del Viejo Mundo, producto de su gran entusiasmo que a veces lo desvió de la ruta correcta

Charles Étienne Brasseur de Bourbourg falleció en Niza el 8 de enero de 1874, después de haber realizado varias de las más importante labores de investigación sobre las culturas americanistas.

César Ramón González Rosado

Bibliografía:

-Robert L. Brunhouse. EN BUSCA DE LOS MAYAS. Los primeros arqueólogos. Fondo de Cultura Económica. 2002.

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