Justo enfrente de la entrada a la zona arqueológica de Uxmal se encuentra el Museo del Chocolate, una muy interesante adición a la oferta de conocimientos históricos en la zona y, definitivamente, una muy agradable opción para pasar al menos dos horas inmerso en la naturaleza, la fauna y la historia del cacao, así como su influencia en el mundo.
Ya desde la carretera que lleva a Uxmal, saliendo desde Mérida, se observan varios letreros que invitan a visitar el “Museo del Cacao”. Los observé durante mucho tiempo, sin en realidad saber a qué se referían.
Al pasar un fin de semana en Uxmal, con la intención primaria de visitar el espectáculo de Luz y Sonido, decidimos informarnos un poco para saber qué se ofrecía en este Museo.
Comencemos por reportar que en el hotel fueron muy atentos en proporcionarnos información sobre lo que podríamos ver: un espectáculo maya relativo al cacao, una degustación de chocolate como lo preparaban los mayas, y también una exposición relativa a este fruto.
El estacionamiento se encuentra en el exterior y, al apearse, se camina por una vereda flanqueada por un pequeño sembradío de henequenes y altos árboles. Al fondo a la derecha, en azul, se observa la entrada, pintada en azul rey y con el letrero: Choco-Story, The Chocolate Museum. En lo que viene siendo la recepción, hay una serie de máquinas antiguas que se usaron para procesar el cacao y, ante mi sorpresa y agrado, un altar con una cruz verde, además de un breve episodio histórico relativo al cacao.
Este museo es de carácter privado y, como tal, cobra para el mantenimiento de las instalaciones y pagar los salarios de sus empleados: los que atienden a los visitantes, los que participan en los espectáculos y las degustaciones, los que cuidan de las instalaciones y de la flora y la fauna. El costo de admisión para visitantes adultos es de $120, y para niños entre 6 y 12 años es de $90 – hasta julio del 2015 a estos costos se está aplicando un 50% de descuento –.
Junto al acceso se encuentra la cafetería, en la cual se ofrecen diversas bebidas que se preparan a base de cacao, además de agua y otras bebidas refrescantes.
Después de pagar y de recibir un brazalete, sin necesidad de guía, inicia el recorrido: a nuestra derecha, unos juegos infantiles que estoy seguro deben ser muy agradables gozar en horas tardías del día, porque al mediodía es imposible dejar a los niños en ellos sin que se arriesguen a sufrir una insolación o quemaduras intensas en la piel. En realidad, este es el único problema que le observé al lugar: la ausencia de sombra en sus veredas. Esto será solucionado a futuro, a juzgar por los árboles que han sido sembrados a la vera del camino aunque, considerando que nuestro terruño es dado a producir selva baja, deberá pasar un largo tiempo antes de que esto suceda, situación que pudiera ser paliada con la instalación de malla tipo invernadero, que mitigue los rayos del sol.
Imaginen un sendero que forma un círculo y, en puntos intermedios sobre el recorrido, se encuentran chozas – que fungen como pequeños oasis en los cuales nos refugiamos temporalmente del inclemente sol –en las cuales se encuentran diversos elementos históricos, muestras, vasijas, instrumentos, referencias históricas, audiovisuales, cuadros explicativos, una rica colección de elementos que merecen evaluarse con detenimiento para apreciar nuestro pasado histórico y el papel preponderante que jugó el cacao en él. A lo largo del recorrido también hay secciones interactivas con animales.
Si bien todo resulta muy interesante, tal vez no lo sea para aquellos que no poseen la inquietud antropológica que tal exposición despierta en algunos de nosotros, y entonces pudiera resultar un fastidio para los niños y algunas personas. De la misma manera, a lo largo del sendero es posible observar una muy importante cantidad de árboles, arbustos y flores que cuentan con la debida identificación, y que despiertan nuestros recuerdos y memoria sensitiva…pero no todos compartimos esos recuerdos y se corre el riesgo de ver todo esto como un insufrible recorrido.
La degustación y presentación del chocolate, con la explicación sobre la verdadera manera de prepararlo de los mayas (con chile habanero, sangre, y sin endulzante), resulta muy interesante e ilustrativa. No alcanzamos a ver la presentación artística relativa al cacao, pero sí pudimos observar a varios ejecutantes ataviados con indumentarias pre-hispánicas, además de varias mestizas. También resultó muy informativo, y hasta cierto punto cómico, apreciar cómo las sociedades europeas adoptaron el chocolate, cómo afectó sus costumbres, y cómo nació la industria que ahora lo comercializa.
Recomendaciones al local son: agregar puntos de hidratación sobre las veredas (sean cobrables o no, se camina bajo el sol un buen rato y es importante que nadie sufra golpes de calor o se deshidrate), agregar sombra a sus instalaciones, agregar más basureros y, a mi juicio, evaluar el costo de admisión para nacionales (¿tal vez una tarifa familiar?) porque, la verdad, sí resulta oneroso pagar el acceso de varios.
Definitivamente es un muy agradable lugar que vale la pena disfrutar y visitar. El tiempo pasó volando durante las poco más de dos horas que hicimos ahí, y eso que no nos detuvimos a observar al detalle todos los elementos en las exposiciones.
Enhorabuena al Museo del Cacao, Museo del Chocolate, en Uxmal.
Gerardo Saviola
gerardo.saviola@gmail.com
Enlace al sitio del Museo: