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Maestros Distinguidos 1980 – 2014 – XXIX

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MARÍA ASUNCIÓN VALLE CARRILLO

(1932)

Maestra Distinguida 2007

«Yo quiero ser maestra, yo voy a ser maestra», pronunció Asunción siendo apenas una niña. Este pensamiento floreció al observar a su tía impartir clases en varias comunidades de Yucatán. Ella y su hermano menor de cinco años acompañaban a su tía Manuela de Jesús Carrillo Serrano a las escuelas de la zona henequenera en Tamanché, Xcumpich, Hacienda San Ignacio y Sodzil. La maestra Asunción recuerda esa etapa de su infancia como el comienzo de una vocación que la llevó a dedicarse al magisterio por más de 50 años.

Sus abuelos maternos habían enviado a su tía y a su madre a estudiar a la ciudad de Mérida. El abuelo era comerciante y contaba con la solvencia económica para pagar los estudios de sus hijas. Las niñas vivían con él en el municipio de Caucel y estudiaban entre semana en Mérida, por lo que los fines de semana las regresaba al pueblo.

En la década de los años veinte del siglo XX los abuelos perdieron sus ganancias y cambiaron su residencia a Mérida. Sin dinero, la señorita Manuela Carrillo decidió buscar empleo. En esa época el gobierno de Yucatán requería profesores para trabajar en los municipios del estado, por lo que a la profesora se le asignó una plaza federal en Tabi, población alejada, y posteriormente en algunas comisarías de Mérida, con lo que pudo contribuir al sostenimiento de la familia.

María Asunción Valle Carrillo nació el 18 de mayo de 1932 en Mérida, Yucatán, hija de don Evaristo Valle Patrón, oriundo de Espita, y Benigna Raquel Carrillo Serrano, de Caucel, quienes tuvieron cuatro hijos: José Isidro, Carlos Manuel, María Asunción y Socorro.

Al iniciar sus estudios primarios, Asunción dejó de acompañar a su tía. Sus padres la matricularon en la Primaria Vicente María Velázquez del barrio de San Juan. La familia vivía en aquel entonces por el rumbo del barrio. Posteriormente continuó sus estudios en la Secundaria Adolfo Cisneros Cámara que se localizaba en el exconvento de Monjas en el centro de la ciudad.

Al concluir sus estudios secundarios decidió estudiar en la Normal para comenzar a realizar su sueño de niña. Su padre se opuso, pero su madre, mujer conciliadora, lo convenció de apoyar a su hija. Aunque económicamente se encontraba limitado, don Evaristo era una persona responsable que sacó adelante a su familia.

En 1949 inició sus estudios en la Escuela Normal Urbana Rodolfo Menéndez de la Peña, ubicada en el Centro Escolar Felipe Carrillo Puerto, formando parte de un grupo de 40 personas, la mayoría mujeres. El centro escolar fue construido entre 1943 y 1945, obra del ilustre arquitecto Manuel Amábilis. En los tres pisos del edificio funcionaban una estancia infantil para 230 niños, una escuela primaria y la Escuela Normal Urbana. Además de sus amplias y ventiladas aulas contaba con canchas deportivas, baños, talleres y alberca; tenía también una sala de conciertos y conferencias con capacidad para 800 personas, cocina, comedor, consultorio médico, prados, jardines y un campo experimental para el cultivo de hortalizas y cría de animales domésticos¹. La Normal se encontraba en el tercer piso de este centro estudiantil.

Ahí aprendió que el maestro debía actualizarse siempre, por lo que desde entonces leía y estudiaba. Las materias en las que sobresalió fueron metodología y manualidades. Sus profesores no tenían oportunidades para especializarse, eran autodidactas y transmitían al alumnado la mística de su profesión. Por eso la profesora Asunción sintió el compromiso de educar a las futuras generaciones.

Terminando el segundo año de la Normal la maestra decidió ponerse a trabajar. Sus primas eran profesoras y una de ellas, que estaba embarazada, la invitó a cubrir su licencia de gravidez por tres meses en la ciudad de Zacatepec, Morelos. En esa época en Morelos las vacaciones eran de diciembre a enero, y en Mérida, de julio a agosto.

Tras presentar los exámenes correspondientes y haber aprobado se dirigió a Zacatepec y en junio de 1951, cuando recién llegaba, la solicitaron urgentemente para la suplencia, pues ya había nacido su sobrina. Se presentó en la Primaria Revolución Agraria, dirigida por la maestra Alejandra Vera de Vélez, ubicada dentro del ingenio azucarero Emiliano Zapata2, el cual estaba viviendo su época de bonanza.

Trabajar en esa primaria era todo un privilegio. La escuela fue erigida para los hijos de los trabajadores del ingenio y contaba con la mejor infraestructura educativa de la época. La dirección había contratado a profesores de educación física, artística, cocina y manualidades para apoyar a los grupos.

En esa época los gerentes del ingenio eran designados por el presidente de la República y se contaba con un capital que era utilizado para el mejoramiento de la escuela. En la zona eran pocos los que querían ser profesores; la mayoría quería trabajar en el ingenio porque los sueldos eran elevados en comparación con otros trabajos.

Al terminar la licencia de gravidez, la directora de la escuela, interesada en la manera de enseñar de la joven maestra, le sugirió no regresar a Mérida. Ella no aceptó porque implicaba hacer a un lado sus estudios y sólo le dejaría un puesto de suplente, sin algún contrato seguro. En consecuencia, la directora la instó a dirigirse a Cuernavaca para solicitar una plaza de profesora de primaria.

Con un trabajo sobresaliente a cuestas y el apoyo de la directora del plantel se le asignó la plaza vacante de una profesora que la había dejado para casarse. Así, antes de cumplir 18 años, la profesora Asunción contó con una plaza en la misma escuela donde había sido suplente durante cinco años.

Siendo profesora de la escuela primaria obtuvo varios beneficios: la administración le concedió una casa dentro del ingenio, por la cual no pagaba renta, ni agua, ni electricidad; contaba con un apoyo mensual de 200 pesos que casi equivalía a una plaza (el sueldo de profesor era de 240 pesos) y seguro de gastos médicos.

Para satisfacer la creciente demanda, el ingenio construyó una segunda escuela primaria llamada Ramón Beteta Quintana. El mobiliario era de la marca DM Nacional³ y la dirección fue otorgada a la profesora Alejandra Vera. El profesorado se dividió para impartir las clases y la maestra Asunción estuvo a cargo del alumnado femenino de la nueva escuela, mientras que los varones permanecieron en el antiguo plantel.

Las fiestas patrias y cívicas se llevaban a cabo con la comunidad y el profesorado. El 30 de septiembre, natalicio de don José María Morelos y Pavón, se festejaba con grandeza, realizándose eventos como las miniolimpíadas y la coronación de la reina de las fiestas. La escuela participaba en todas las actividades que las autoridades organizaban.

Cuando estudiaba en la Normal en Mérida la maestra Asunción se había comprometido con el joven Gilberto Cano Polanco, quien obtuvo trabajo en la ciudad de México. Cada fin de semana visitaba a la maestra y durante esas visitas conoció a personas que le recomendaron trabajar en el ingenio. Cuando consiguió un puesto le propuso matrimonio a su novia y, al poco tiempo, se casaron el 12 de diciembre de 1953. Dos años después nació su hija Marlene.

Cuando la niña contaba con dos años de edad la familia Cano Valle retornó a Mérida tras cinco años de vivir en Zacatepec; después tuvieron dos hijas: María Asunción y Miriam Josefina.

El cambio de plaza fue gestionado en la ciudad de México. El 1 de septiembre de 1958 la profesora Asunción empezó a trabajar en la comisaría de Chichí Suárez. Si bien se encontraba en las cercanías de la ciudad, para trasladarse a la comisaría se llegaba en truck4. Este fue su primer trabajo al retornar a Yucatán. Las aulas eran las caballerizas de la hacienda y estaban en malas condiciones.

Poco tiempo después pidió su cambio a la comisaría de San Pedro Nohpat, Kanasín, al oriente de Mérida, donde laboró casi nueve años. La escuela organizaba veladas en el atrio de la iglesia, la cual era alumbrada con lámparas de gasolina, pues no había luz eléctrica en la comunidad. En esas veladas se invitaba a los supervisores a participar y a conocer más de los alumnos.

La primaria era «bidocente»; los grados eran de primero a cuarto y sólo se contaba con dos profesoras. Al concluir, los niños tenían que cursar los grados de quinto y sexto en la cabecera municipal, Kanasín. A las niñas no se les permitía seguir estudiando porque todos los días tenían que caminar dos kilómetros entre los henequenales para llegar a la escuela, lo cual resultaba peligroso para ellas.

En la comisaría se organizaban con el alumnado los carnavales y las estudiantinas; los niños iban cantando o tocando algún instrumento de casa en casa, entusiasmados. Desde las aulas la maestra Asunción había puesto atención a los niños con dotes artísticas, quienes cantaban y tocaban haciendo música con el escritorio. Ella los alentaba a consolidar su vocación de músicos. Con el tiempo se enteró de que sus alumnos habían organizado un conjunto musical llamado Los Selenautas.

Los maestros eran muy creativos. Ante las carencias que enfrentaban al impartir sus clases u organizar las festividades buscaban soluciones porque les gustaba su profesión y deseaban estimular y complacer a estos niños ansiosos de aprender y divertirse. La profesora Asunción, con ánimos de desarrollarse, empezó a participar en la organización de los centros de cooperación pedagógica.

Los profesores de la zona se reunían durante tres días para participar en diferentes actividades. Con grupos de niños de algún grado se impartía una clase modelo a los asistentes. Usando los métodos de la época, como el onomatopéyico5, se ejemplificaba la forma de educar a los niños, enseñándolos a leer, a escribir, a participar. Así los maestros aprendían a aplicar el método de la lectoescritura onomatopéyica de Gregorio Torres Quintero.

Con el convencimiento de que el maestro es mejor si se actualiza, la profesora Asunción estudió y participó en cada curso que le ayudara a superarse. En cuanto recibía los certificados o reconocimientos los enviaba a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en la ciudad de México para anexarlos a su expediente; así reunió los suficientes puntos para concursar una plaza de dirección primaria.

Con su amiga Leonor Vadillo, también profesora, fundó en la colonia Roma de la ciudad de Mérida la Escuela Leopoldo Aguilar Roca, nombre del segundo supervisor que había tenido durante su servicio. La escuela comenzó a funcionar en los corredores de la casa-quinta del señor Pedro Moo con la asistencia de los niños del rumbo.

Mientras trabajaba en la nueva escuela recibió el dictamen que le concedía su nueva plaza de directora, pero tuvo que ejercerla en la Primaria Rafael Ramírez Castañeda del municipio de Seyé, donde trabajó por cinco años viajando a diario.

En esa época algunas escuelas rurales de la zona henequenera tenían el turno vespertino porque los niños trabajaban con sus padres en los plantíos de henequén. En ellas se impartían los grados de primero a sexto de primaria.

En 1968, después de cinco años de laborar en Seyé, le otorgaron su cambio de directora en la Primaria Luis G. Monzón, al sur de Mérida. Esta escuela funcionaba en una casa-habitación en los turnos matutino y vespertino. La casa contaba con un patio enorme donde se instalaban tinglados, que eran utilizados como salones de clase. No contaba con sanitarios y los alumnos estaban en condición de hacinamiento.

Durante su gestión en esta primaria llegó la disposición del CAPFCE6 de construir cinco edificios escolares y se citó a todos los directores de Mérida, pero no todos asistieron. El director de primarias de Yucatán, Roberto Quiroz Guerra, preguntó «¿quién se echa al ruedo?» La primera que levantó la mano fue la profesora Asunción. Aunque sin un centavo para construir y sin algún terreno con las medidas necesarias, ésta era la oportunidad que necesitaba para que los alumnos obtuvieran una escuela digna.

Al ver las maquetas de las escuelas creció en ella el deseo de construir una primaria, por lo que convocó a una junta de padres de familia para plantearles el proyecto y la primera necesidad: el terreno. Maestros y padres de familia aceptaron y juntos realizaron actividades (kermeses, cuotas, venta de antojitos, donativos) con la finalidad de recaudar fondos.

Para construir el plantel la primaria debía aportar el terreno y 20% de la construcción, mientras que la SEP aportaba 80% de capital. La escuela logró reunir 30 mil pesos, con lo que fue adquirido un terreno en la calle 93, el más grande que se pudo encontrar; sin embargo, los ingenieros determinaron que era pequeño y no se podía construir en él una escuela. La reacción de los padres de familia fue vender parte de sus patios aledaños al terreno.

La construcción duró un año y, en 1970, fueron inauguradas simbólicamente las cinco escuelas en el plantel de la nueva Primaria Luis G. Monzón. Ahora ésta contaba con salones amplios, sanitarios, lugares de recreación y dirección, y el turno vespertino pasó a tener otra ubicación. Las familias y el profesorado se sintieron satisfechos por lo que habían logrado al organizarse.

Constante en sus capacitaciones, la profesora Asunción concursó para obtener la plaza de supervisora, toda vez que ya había obtenido varios puntos en el escalafón por haber organizado la construcción de una escuela.

Así obtuvo la plaza, pero se requería que trabajara fuera del estado. Ella tenía su vida familiar en Mérida, donde trabajaba su esposo y sus hijas estudiaban. Al conocer la noticia, don Gilberto la alentó para que aceptara la plaza, tomando en cuenta que un año después regresaría a Mérida. Así, en agosto de 1970, se presentó como supervisora en el municipio de Mochitlán, Guerrero.

Su hija Miriam la acompañó en este viaje; ambas se instalaron en el poblado y permanecieron ahí un año. La plaza consistía en supervisar a las escuelas cercanas y lejanas del municipio. En ocasiones el presidente municipal le otorgaba vehículo y chofer; cuando no se podía ir en auto había que ir caminando. Con la experiencia obtenida en los centros de cooperación pedagógica invitó a los maestros de la región a participar en este programa.

Tres días permanecieron los profesores en Mochitlán, quienes se alojaron con los padres de familia de la comunidad; su alimentación corrió a cargo de los presidentes municipales. Los maestros aprendieron la metodología de la lectoescritura, en boga en aquella época.

Después de un año la profesora Asunción regresó a Mérida, asumiendo la plaza de supervisora en el municipio de Pisté, el cual abarcaba una zona extensa, de modo que la manera de llegar a las comunidades era diversa: en automóvil, en truck, a pie, a caballo. De la ciudad de Mérida llegaban alumnos recién titulados y con plaza para trabajar como profesores, y ella, conocedora de las necesidades de las comunidades, los enviaba a los rincones más apartados de la zona. Los nuevos profesores, que ostentaban los 20 y 25 mejores promedios, llegaban con la ilusión a enseñar a los alumnos durante los cinco años que cubrían las plazas destinadas a los recién graduados.

A la profesora le gustaba convivir con la comunidad; apoyaba a los alumnos y a los padres de familia y conversaba con ellos; asistía a fiestas del Hanal Pixán para comer el tradicional pib o mucbilpollo. Cuando era necesario los profesores se organizaban y se dirigían a la comunidad correspondiente ya sea caminando o en truck.

Como supervisora, la invitaban a presenciar concursos de oratoria y a formar grupos de folclore que se presentaban en la zona arqueológica de Chichén Itzá. El Castillo de Kukulkán era el escenario perfecto para los concursos de rondas y bailables y las fiestas de fin de curso; en el Juego de Pelota se hacían concursos de oratoria, para lo cual se solicitaba permiso al Ayuntamiento de Tinum.

La maestra Asunción también fue supervisora en el municipio de Acanceh durante tres años, así como en las zonas de la colonia Alemán, Mérida Sur y Cordemex, en la capital del estado. Durante su gestión en la zona sur, en la comisaría de Molas, conoció a la pareja formada por los profesores Raúl Aguilar y Luisa, quienes eran muy queridos en la población y la invitaban a participar en numerosas actividades.

Ellos trabajaban en la escuela primaria y organizaban veladas para que la gente del pueblo y las comisarías se divirtieran y convivieran sanamente; los niños llegaban de las comisarías caminando o en truck, ya que no había otro transporte. En las veladas los actos dancísticos eran armonizados con la música que los propios maestros tarareaban, cantaban y aplaudían; sus hijas, que acudían a clases de ballet, eran partícipes de los bailes con los niños del pueblo.

En 1978, en la 09 Zona de Cordemex, llegó a supervisar las escuelas en las que su tía Manuela había impartido clases. Al término de la jornada solicitaba a las maestras que le proporcionaran los archivos para encontrar su nombre. Con admiración por la caligrafía de su querida tía, reconoció su firma en varios oficios redactados a mano. Xcumpich, Sodzil, Tamanché y San Ignacio fueron los lugares donde encontró estos oficios.

En 1988 fue nombrada jefa del Sector 01 en Yucatán, siendo una de las tres primeras personas nombradas para supervisar zonas escolares, tarea que llevó a cabo hasta 1991. Ayudó a fundar las primarias Augusto Molina Roca (Acanceh), Leopoldo Aguilar Roca, Elda María Campos Navarrete y Gabriela Mistral (colonia Pensiones). Al visitar las escuelas primarias entraba a los salones de sexto grado y alentaba a los niños a seguir estudiando.

En 1991 fue comisionada como coordinadora académica del Departamento Técnico Pedagógico de Educación Primaria, puesto que mantuvo hasta 1995, regresando a la jefatura del sector, donde permaneció hasta el 1 de octubre de 2006, fecha de su jubilación. Si bien había obtenido el grado de profesora normalista en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM), continuó con sus estudios, graduándose el 25 de noviembre de 1998 como Licenciada en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad 31-A de Mérida, Yucatán.

En 2006 inició su prejubilación, de modo que el 2 de enero de 2007 obtuvo la merecida jubilación. Ese mismo año la secretaria de Educación del Gobierno del Estado, Carmen Zita Solís Robleda, y el director de Educación Primaria, Félix Novelo Coello, la propusieron como candidata al reconocimiento de Maestra Distinguida, el cual le fue conferido a finales de abril.

De 2007 a la fecha la profesora María Asunción Valle Carrillo se ha dedicado a diversas actividades. Mujer activa, frecuenta diversos grupos de amistades: compañeras de viaje, de profesión, de la Normal (13 personas que se reúnen a más de 60 años de haber egresado), de costura y amigas de siempre que la han reconfortado en la vida.

En los últimos años se ha dedicado a un apostolado que ejerce con dedicación: los talleres de oración y vida en la Asociación Nacional Pro Superación, A.C. Su vocación de educar ha continuado después de su jubilación. De igual manera, con una herencia familiar de servicio, continúa como asesora en la escuela privada Yaxuná que dirige su hija María Asunción.

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1 Pavlioukova, Larissa. «Centro Escolar Felipe Carrillo Puerto: presencia efímera», en Boletin Crónicas, núms. 3-4, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 2000, pp. 57-62.

2 El 5 de febrero de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas del Rio inauguró, en lo que fuera el casco de la antigua hacienda, las instalaciones del ingenio que él mismo había ordenado construir con fines sociales para mejorar las condiciones económicas de los ejidatarios y trabajadores de Zacatepec.

3 DM Nacional era una empresa dedicada a la fabricación de muebles de oficina, propiedad de la familia Ruiz Galindo.

4 El truck era un carrito de madera tirado por un caballo, utilizado en las haciendas henequeneras, en el que cabían dos pasajeros además del conductor.

5 Este método emplea la cuadrícula para la escritura. Sus fundamentos básicos son el movimiento muscular y los fonemas. Está dirigido a la enseñanza de las primeras letras. Cualquier niño puede leer y escribir correctamente en unas 20 sesiones.

6 Comité Administrativo del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), Fue fundado en 1944 para encargarse de la construcción de centros educativos en México.

Marion Guadalupe Garrido May

Continuará la próxima semana…

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