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Los Tlacuaches (zarigüeyas)

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El tlacuache o zarigüeya, astuto mamífero que ha sabido adaptarse incluso al depredador más temido del planeta: el hombre.

El tlacuache es un animal perteneciente a la infraclase de los marsupiales.

Al anochecer, cuando el sol se ha ocultado completamente y las primeras estrellas aparecen en el firmamento, muchos animales nos preparamos para el descanso diario, mientras otros apenas despiertan para alimentarse y pasar la noche activa de su vida. Tal es la naturaleza del tlacuache, mamífero arborícola que habita en las zonas templadas y tropicales de México. De todas las especies mexicanas, solo una es acuática –el tlacuachillo acuático (Chironectos minumus) – y se encuentra en peligro de extinción por la contaminación de los lagos y los ríos, así como por la depredación de su hábitat. Se caracteriza por ser el único de sus primos mexicanos que no tiene la cola lampiña y prensil pero, en cambio, posee membranas en las patas traseras que le sirven para desplazarse en el agua.

Las especies restantes tienen características semejantes y solo varían en el tamaño, que va desde el de un pequeño roedor de 15 cm de longitud – tlacuache ratón (Marmosa mexicana) –, hasta el de un gato doméstico adulto de 45 cm aproximadamente, el tlacuache común (Didelphys marsupialis). Se dice que el tlacuache es uno de los pocos animales que se conserva sin variaciones desde que apareció en nuestro planeta y que data del Eoceno, perteneciente al periodo Terciario de la era Cenozoica, hace más o menos 60 millones de años, época en que los mamíferos comenzaron a poblar la faz de la Tierra. Fue el primer mamífero americano que viajó a Europa, específicamente a España, en los barcos que llevaban frutos del Nuevo Mundo.

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El tlacuache ha sabido arreglárselas muy bien para sobrevivir a la invasión humana; ha logrado multiplicarse o ir preservando la especie.  Es el animal que mejor se adapta a la vida cerca del hombre después de la rata y el ratón, y esto se debe a que es un animal omnívoro que se alimenta de cualquier cosa, desde frutos o insectos hasta desperdicios producidos por el hombre pasando por pequeños reptiles y anfibios, huevos y gallinas de tamaño regular.

Con frecuencia se le ve en las ciudades, dentro de los botes de basura, en las rejas de las escuelas, en alcantarillas y coladeras, y dentro de los refrigeradores industriales, ya congelado pero con el estómago lleno. Este animal adapta sus madrigueras en las ramas huecas de los árboles, en troncos caídos y en túneles abandonados por otros animales que rellena con hojas secas para obtener mayor comodidad y calor. Puede vivir también dentro de las casas, en alacenas, closets, bajo las camas, etc. Muchas veces se le ha confundido con la rata, pero el tlacuache es un animal muy diferente: tiene un hocico largo y puntiagudo provisto de una hilera de afilados dientes y fuertes colmillos y, al final, termina en una nariz lampiña rodeada de largos bigotes; sus orejas son pequeñas, redondas y calvas, al igual que la cola, que casi siempre es prensil y más larga que el cuerpo, áspera y escamosa, la cual utiliza para colgarse cabeza abajo; sus patas son cortas y terminan en una garra muy parecida a una mano ya que el primer dedo es oponible como nuestro pulgar y el de las patas traseras carece de uña. Su pelaje tiene un color que va del pardo rojizo al blanco grisáceo dependiendo de la especie; su piel es codiciada por los peleteros ya que posee dos capas, una con pelos suaves y cortos y otra con pelos más largos y duros, y a veces se utiliza para imitar la fina piel de nutria y de castor.

AMENAZAS

Los enemigos naturales del tlacuache son algunas aves de rapiña, los felinos que viven en las selvas tropicales y los cánidos. Pero el tlacuache es formidable impostor y tiene un mecanismo de defensa muy efectivo contra estos animales: cuando ya no tiene escapatoria y se da cuenta de que el peligro es inminente, se tira sobre su cuerpo, pone los ojos en blanco, contrae los labios y cuelga la lengua como si en realidad estuviera muerto. Las especies que hacen esto pueden soportar serios maltratos, incluso, hasta que en realidad los maten. Algunas personas dicen que esto se debe a que su sistema nervioso reacciona de tal forma que se quedan inmóviles ante el pánico, pero los campesinos y la personas que los conocen bien dicen que esto es totalmente falso y que “hacerse el tlacuache” es una treta para salvar su vida ya que sus enemigos, al ver que la presa muere tan rápido, se sorprenden y la sueltan durante algunos segundos, distracción que aprovecha el tlacuache para emprender su carrera de escape. También hacen uso de esta artimaña cuando son atacados por los peleteros que comercian con su piel, o los curanderos que venden su grasa y su carne para “remedio”, es decir, para curar artritis, infecciones estomacales graves y purificar la sangre entre otras cosas: “la grasa se unta en la barriga del enfermo, y la carne se guisa especialmente pa’ que se quite el olor malo y luego se come”. Cabe destacar que el comercio del tlacuache, ya sea vivo o muerto, está prohibido. Además de hacerse el muerto, el tlacuache también lucha encarnizadamente con sus enemigos, sobre todo cuando sus crías están en peligro.

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EL MARSUPIAL MEXICANO

El tlacuache, zarigüeya (o “zorro” como es conocido en nuestro estado) es el único marsupial mexicano ya que, como sus primos de Oceanía, tiene una bolsa dilatable bajo el vientre que se considera una segunda placenta, debido a que la primera es muy rudimentaria. Esta bolsa mide unos 10 cm de longitud y está recubierta de pelo suave y fino por dentro; es comparable con un guante para la nieve. La función de esta bolsa, llamada marsupio, es proteger y guardar a las crías que cuando nacen no están totalmente desarrolladas. Todas las especies mexicanas tienen marsupio, con excepción del tlacuache ratón que es el más pequeño, por tanto, las crías se sujetan a la madre por medio de las patas y de la boca, cerca de las mamas y después se montan en su lomo. Las otras especies nacen menos desarrolladas. Las crías recién nacidas miden 2 cm y pesan 20 gramos; son de color rosado, sin pelo, ciegas, sólo cuentan con hocico y patas delanteras y su piel es tan delgada que fácilmente se pueden observar sus pequeños órganos.  La etapa de concepción de las crías dura de 14 a 17 días. Nacen de una a 16 crías y, al momento del parto, los pequeños se desplazan ayudándose con sus pequeñas manos y con su cuerpo hasta llegar al marsupio en donde comienzan a alimentarse, ya que las mamas de la hembra se encuentran dentro de éste. Los pequeños permanecen adheridos a un mismo pezón hasta que son destetados, por lo que los críos que no alcanzaron uno suelen morir de hambre y son removidos del marsupio. A las ocho semanas máximo, ocurre el destete; durante este tiempo se desarrollan las patas traseras, los órganos internos y la vista. Salen del marsupio y trepan al lomo de la madre; ahí la acompañan a todos lados. Ésta arquea la cola por encima de su lomo hasta la cabeza para que de ahí se sujeten sus críos por medio de sus colas.

Contra la creencia popular, estos animales NO transmiten rabia, ni la pueden desarrollar por su temperatura corporal. Se necesitan concentraciones muy altas de este virus para poder infectar a una zarigüeya. No son agresivas, por el contrario, al sentirse intimidadas, entran en estado de coma y pareciera que se hacen los muertos.

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Nuestro encuentro con ellos no es constante pues solo salen a buscar comida de noche. Dejarlos libremente transitar por tu patio o jardín contribuye a tu seguridad, pues ellos aguantan hasta 80 mordidas de víbora cascabel o coralina y pueden ayudar a crear sueros contra las mordeduras de serpientes. Comen alacranes y otros insectos peligrosos, además de que es la última barrera contra el mal de Chagas. Sin embargo, la zarigüeya ha tenido que buscar su sustento en los basureros o en lo profundo de los patios, hurgando entre los desechos humanos, lo que le ha valido ser injustamente considerada como “fauna nociva”. Son lentos y con mala visión.

Se han adaptado a la invasión del hombre y lo único que piden es que las dejes transitar sin que las agredas por su aspecto de roedor. Lamentablemente, son perseguidas y exterminada con saña, es cosa de todos los días ver cómo las persiguen, cuelgan, agreden, y tiran a las carreteras para no dejarles escapatoria. Recuerda que ellas ya existían hace mas de 100 millones de años (antes que la raza humana).

Piensa que los que estamos invadiendo su territorio somos nosotros.

RESPETA SU VIDA, NO LAS ATAQUES.

Dra. Carmen Báez

Presidenta de El Muro Mérida A.C.

 

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