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La Cruz de Gálvez (VII)

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II

Continuación…

Al día siguiente, cuando la obscuridad de la noche le permite salir sin ser visto, don Toribio se viste con su traje de mayordomo y se dirige a casa de doña Carmen.

Ella, al recibirlo, le dice:

–Qué bueno que viniste. No te imaginas lo preocupada que he estado por no saber cómo avisarte que no vengas más a verme. Creo que Lucas se ha enterado que permaneces escondido en la ciudad y que por las noches sales para venir a mi casa. Debes comprender que todo esto me pone muy nerviosa y no quiero que si te descubre vayas a tener un problema con él en el que esté de por medio la vida de alguno de los dos.

–Está bien, Carmen. Para que te sientas tranquila, te prometo que en este momento salgo de la ciudad y regreso a Tihosuco, y allá voy a estar dos meses y no regreso a Mérida, hasta que se vaya Lucas

–¿Se va? –pregunta Doña Carmen– ¿y a dónde?

–A España, a reunirse con su esposa doña María Francisca Monya

–, Ay, Toribio ¿pero de dónde has sacado tú todo eso?

–¿Cómo que de dónde? Pues de una carta que me escribió desde Madrid mi amigo Venancio de Blengio y Maury,

–Eso que dices me desconcierta de tal forma que me da la impresión que algo han de estar tramando los enemigos del Gobernador

–Bueno, mi querida Carmen, me despido porque no deseo causarte ninguna molestia más. Espero que la pases muy bien durante mi ausencia en compañía de tu amado Lucas –le dice en tono irónico.

La intuición femenina de doña Carmen no estaba muy lejana de la realidad cuando le dice a don Toribio al momento de despedirse que algo malo han de estar tramando en contra de Gálvez.

Algunos historiadores hacen referencia a un complot que se fraguó días antes de que se llevara a cabo el asesinato de don Lucas. El historiador Molina Solís hace notar la marcada enemistad que existía entre los representantes del Clero y el poder civil, pero más todavía la que había entre el R.P. Provincial Fr. Manuel Antonio de Armas y el Gobernador, cuyas disposiciones de carácter reformista afectaban económicamente al clero y a algunas familias cuyos intereses económicos estaban estrechamente vinculadas con el poder religioso, como es el caso muy notorio de la “Representación” hecha al Rey a favor de Sabido de Armas, cuyos intereses económicos se vieron afectados con la representación hecha por Gálvez al Rey para que se aboliese la obvención de los mayas.

No hay que olvidar que en el supuesto complot tomaron parte también los que se sentían afectados por cuestiones de carácter sentimental, ya que se atribuía a don Lucas relaciones amorosas con distinguidas damas de la alta sociedad, cuyos maridos se habían convertido en enemigos acérrimos de don Lucas.

En la Casa de Gobierno, donde a decir de historiadores se fraguó el crimen, había un portero de nombre Alfonso López que estaba resentido contra el Gobernador por haberle hecho constantes amonestaciones, debido a que con mucha regularidad faltaba a su trabajo o se presentaba en estado de embriaguez; hizo causa común con Esteban de Castro, en cuya compañía se dedicaba constantemente a ingerir bebidas embriagantes y, al calor de las copas proferían toda clase de injurias contra don Lucas, haciendo vox populi sus relaciones amorosas con respetables señoras, motivo por el que el Gobernador se vio obligado a reprenderlos con mucha dureza, y hubo ocasión en que los envío a prisión por unos días, logrando con esa medida acrecentar el odio que aquellos dos individuos le tenían pues López, hombre de mal carácter y con fama de matón, llegó al grado de vociferar en las cantinas que el Gobernador se las tendría que ver con él. Enterado don Lucas de sus amenazas y difamaciones, optó por cesarlo de su empleo.

Esteban de Castro, hombre de mucha malicia, visitaba con frecuencia al ex-portero en su casa del barrio de Santiago, y como este le conversaba siempre de su angustiosa situación económica, él le proporcionaba algunas cantidades de dinero, haciéndole creer que el que se las enviaba era don Esteban de Quijano, Regidor del Ayuntamiento, buscando de esta forma involucrar a los hermanos Quijano en sus perversas pretensiones, teniendo en consideración que esos señores eran enemigos acérrimos de don Lucas de Gálvez.

P. Loría T.

Continuará la próxima semana…

 

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