El Dr. Manuel Sarkisyanz, hombre bueno, investigador excelente, ya no está entre nosotros. Su ausencia en el medio cultural nos afecta porque en su estadía, de más de una veintena de años, en Yucatán se hizo notable. Avecindado en Mérida, construyó la casa ideal para trabajadores de la cultura: espacio amplio, biblioteca bien dispuesta, patio arbolado conspirador de la cultura del maestro Sarkisyanz, y zona ambulatoria para sus perros de raza, compañeros inseparables de su vida cotidiana.
En junio de 1995, “Diario del Sureste” dio a la luz su obra yucateca cimera “FELIPE CARRILLO PUERTO – Actuación y muerte del Apóstol “Rojo” de los mayas”, prologado por el Maestro Roque Castro González a nombre del Congreso del Estado, y comentado al final por el analista José Luis Sierra Villarreal, en un texto que merece ser releído en estas fechas.
Con la modestia que le caracterizó, en paz, rodeado en su domicilio de sus bienes, libros y documentos más queridos, el Dr. Manuel Sarkisyanz se despidió de la vida, dejando un trabajo ejemplar que lo enaltece.
Una pequeña nota alejada de los titulares espectaculares, en páginas interiores de un medio informativo local, nos informó del lamentable deceso ocurrido en la madrugada del pasado jueves 12 de marzo, y del sepelio en el cementerio Xoclán el día 13 del propio mes.
Merecidísima hubiera sido una ceremonia luctuosa, y justificadas las publicaciones de condolencia. Pero quienes lo conocimos sabemos que, en su grandeza humana, él se inclinaba por la sencillez.
Quienes lo respetamos y reconocemos su trabajo histórico lo tendremos siempre presente en nuestros recuerdos, y mostraremos gratitud por su tarea de rescate y preservación de la personalidad de Felipe Carrillo Puerto, líder de conciencia y defensor de los derechos de los humildes de nuestra tierra.
Vaya en paz, maestro Sarkisyanz. Su trabajo, su compañía documental, estará por siempre entre nosotros.
