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Entrevista a Armando “El Cucurrucucú” Vega Gil

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En unos días recibiremos a la HH Botellita de Jerez en nuestro terruño, dentro del marco de una nueva edición del Festival Rockultura.

Atendiendo a la amable invitación que hizo a Diario del Sureste el Director de Rockultura, nuestro amigo Alejandro “Paxux” Escalante, pudimos platicar con los dos integrantes originales de la banda que aún llevan el estandarte del “guacarock”, a más de treinta años de sus inicios, compartiendo su música y su manera de ver la vida con todos nosotros.

En esta ocasión, les presentaremos la entrevista que le hicimos a Armando “El Cucurrucucú” Vega Gil.

De Armando diremos que, además de ser una persona de plática amena y que tiene un sinfín de historias por contar, es un gran artista, que es de naturaleza inquieta, y que ha encontrado a través del arte la manera de expresar mucho de lo que se ha nutrido a lo largo de su vida. Además del éxito en Botellita de Jerez, Armando ha incursionado – también con amplio reconocimiento – en libros, en el cine, colabora con revistas y recientemente ha tomado la lente fotográfica, siguiendo los pasos de su padre. Tiene otro proyecto musical dirigido a los niños, el “Ukulele Loco”.

Fue un verdadero honor platicar brevemente con Armando, cuyo trabajo adquiere mucho más relieve cuando se le escucha hablar de los detalles. Su entusiasmo contagia. Nos encantaría estar presentes en esa plática que tiene pendiente con su tía.

Sin más, disfruten las palabras de un gran artista y ser humano.

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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Gracias por esta entrevista. Armando. ¿Por qué seguir con HH Botellita de Jerez, sabiendo que tal vez no te ha sido tan retribuyente como lo ha sido la letra escrita?

Todo es un equilibrio. No podría dejar de tocar, ya que tocas el tema económico, porque es una ventana que me permite chambear. Es una chamba, un oficio que me es importante.

También está el tema de una necesidad vital mía. Si yo dejara de tocar, no sé qué me pasaría.

Actualmente también toco con el proyecto del “Ukulele loco” para niños, es un proyecto que está arrancando y con el que apenas llevo un año presentándolo. El año que entra vamos a sacar un nuevo disco, estamos editando libros nuevos que tienen que ver con el disco.

Botellita de Jerez es una parte muy visceral de mi creación artística, tanto por como la música es potente, tocada a volúmenes fuertes, como por lo que decimos: la rabia que está implicada en las letras, y la inmediatez de las rolas. Quizá el mensaje no es tan inmediato como un texto en un libro, en una revista. Puede ser también una patada, una bofetada o, como decía Henry Miller en Trópico de Cáncer, “una patada en el culo de Dios”.

Son cosas que necesito. Sí, me doy tiempo, mucha gente me pregunta cómo le hago para darme tiempo para todo.

Es un gusto, ¿no? Por eso encuentras la manera.

Tocas un tema muy importante: es porque me gusta. Porque me hace sentir muy bien. También me hace sentir muy mal, como por ejemplo cuando lo que estás escribiendo te hace sentir chocadísimo, o te está provocando una sensación terrible.

¿Viene siendo HH Botellita de Jerez como tu válvula de escape con la cual dejas salir más que lo alburero y desmadroso, lo crítico y cínico de lo que están relatando?

Es una opción. Lo que escribo también es parte de eso. Esta cosa virulenta y visceral en relación directa con el público y con mis compañeros de la banda no tiene comparación.

Como que lo que hago con la literatura tampoco tiene comparación con la música.

Yo me muevo muy contento entre ambos géneros.

Incluso tus mercados, si me permites usar la palabra, tu “mercado meta” es diferente. Botellita de Jerez apela a cierto público, mientras que tus otros trabajos están yendo a otro nivel.

Claro, sí se llegan a entrecruzar. Muchos lectores llegan a mí porque me conocen de Botellita, y muchos lectores llegan a Botellita porque me leyeron antes. Ha pasado y es bien chistoso. Entonces es como que me puedo cambiar el chip. En realidad es el mismo chip el que llevo en la cabeza, más bien como que entiendo y respondo a las necesidades de lo que se espera de mí. Por ejemplo, cuando estoy escribiendo una crónica de cine para la revista MX, me pongo ahí, y todo lo que vi, y todo lo que me provocó ver la película, lo que creo que es el cine en México y en el mundo, lo escribo.

Sigue siendo una manera de expresarse.

Tocar con “Ukulele Loco” también tiene que ver con la diversión, con la inmediatez, con los juegos con los niños. Me encantan los niños. Cuando era chiquito le contaba historias a mi hermano usando títeres. Entonces tengo como esta fascinación.

¿Facilidad?

Sí tengo facilidad, pero también como que tiene que ver más con una fascinación.

¿De dónde nació? ¿Ya la traías? ¿Es algo de familia?

Ya la traía. Tengo una tía que es escritora pero que nunca me apoyó. Es más, ella intentó disuadirme de la escritura.

¿Se tomó el tiempo de leerte?

Me leyó algo que escribí cuando estaba pequeño y me descabezó. Luego, tenía una tía que era música, pero nunca la oí tocar. Tocaba el salterio y jamás la vi tocar.

Mi tía, a pesar de que me quiso frenar, fue una influencia muy importante en mi vida. Ahí tengo una asignatura pendiente con ella.

La fotografía y el cine tienen que ver con mi papá. Mi papá nunca me enseñó a agarrar la cámara, nunca me dijo qué onda, no me presentó a sus amigos del cine como Tin Tan. No me lo presentó porque le parecía abusivo que llevara a sus hijos a la casa de Tin Tan en Acapulco. Fue un hombre muy en ese rollo de que no le gustaba dar problemas. No quería ser encimoso ni encajoso. Me perdí de muchas cosas. Pero a pesar de todo eso, o quizá por todo eso que te estoy contando, me gusta hacer foto y me gusta el cine. Tiene que ver, y me gusta, con lo que me dejó mi papá, que yo vi que está ahí flotando, en una cosa como intangible.

Para finalizar, Armando, después de más de treinta años de carrera, ¿cuál dirías tú que es el legado de Botellita de Jerez? Y la segunda parte de la pregunta es, ¿cómo te gustaría que se recordara a Armando Vega-Gil?

Pues mira, el legado es un poco que en una época donde había un rechazo a la cultura mexicana, automático –no solo un rechazo, era un desprecio profundo –, nos atrevimos a voltear la cara y abrazarlo.

Ustedes le dieron la vuelta a lo de “naco” y lo convirtieron en “Naco es Chido”. Cuando todo mundo hablaba despectivamente de lo “naco”, le dieron un giro de 180° y lo hicieron su bandera.

En una entrevista que le hicieron a Javier Bátiz, hace muchos años, en los 80, le preguntaron “oye, por qué no cantas en español”, y él contestó: “yo no canto en español porque si lo hiciera sonaría a Tin Tan”. Cuando respondió sonó como despectivo. Ese fue un punto programático.

Sergio Arau acaba de aventarse la puntada de decir que él inventó el concepto de Botellita de Jerez, y que nos llamó a Paco y a mí para que lo desarrolláramos.

Lo que te voy a decir es un punto programático que tiene que ver con lo que es Botellita de Jerez. Cuando yo leí lo que dijo Javier Bátiz, yo le dije a Sergio: “nosotros vamos a cantar en español porque queremos sonar a Tin Tan.”

Ahora las cosas son diferentes, quizá las necesidades son distintas, pero de alguna manera como que creamos cierta escena a partir de una broma, o de muchas bromas, y se creó una plataforma ideológica, espiritual, intelectual de la que se nutrió, o a favor o rechazando, o continuando o rompiendo con eso radicalmente.

Botellita está ahí, para bien o para mal. Creo que ese es nuestro gran legado.

En cuanto a mí, tal vez como alguien que utilizó las herramientas del arte para decir lo que necesitaba decir, lo que tenía que decir, lo que se le ocurría que tenía que decir.

Tengo un montón, mucho, mucho por decir. Viene el nuevo disco de Ukulele Loco, viene una novela para adultos que publicaré en octubre, en enero del próximo año publico una novela para adolescentes, en agosto del año que entra publico otra novela para adolescentes, viene el nuevo disco de Botellita de Jerez. Tengo como seis o siete proyectos de novela para niños, más lo que vaya saliendo. Lo voy construyendo poquito a poco, colaborando con revistas como esta que se llama Conga, con la revista Vicio, una revista de bicicletas que se llama Cletofilia.

Ahora ya tengo material como para escribir un libro de cuentos, y me voy a tardar como dos o tres años más en darle forma, con mis colaboraciones cotidianas en revistas. Tengo la suerte de colaborar como cuentista en revistas, lo cual es inédito, inaudito.

¿Te imaginaste en algún momento hacer lo que ahora estás haciendo?

No. Ahora el tema es que me están llamando para hacer fotografía: tengo una galería en una revista electrónica que se llama “Letras Explícitas”, voy a comenzar a colaborar como fotógrafo en la revista de Interjet, pero haciendo foto conceptual no foto reportajes, sino mi visión estética extraña de la vida a través de un lente, y con lo cual estoy cerrando el círculo con mi papá, quien era un fotógrafo espléndido.

Y con mi tía que me dijo que no fuera escritor, estoy cerrando el círculo.

Jajajaja. ¿Todavía vive tu tía?

Todavía.

Bueno, aún tienes la oportunidad de decirle: “Tía, vamos platicando…”

Yo creo que sí. Nunca me he decidido a sentarme con ella. Eso a veces pienso que ya para qué, pero creo que si todo el tiempo estoy hablando de eso es porque lo necesito. Antes de que alguno de los dos caiga muerto.

Muchísimas gracias, Armando.

Para aquellos que deseen conocer un poco más del proyecto “Ukulele Loco” de Armando, aquí les compartimos un enlace a una breve entrevista que le hicieron.

http://tv.milenio.com/cultura/Cronicas-Urbanas-Ukulele-loco_3_537576266.html

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