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El Alma Misteriosa del Mayab – XL

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Leyendas del Mayab

XL

ESTA ES LA HISTORIA DE LA CHAKPOOL

Es ingenua la leyenda de la chakpool, pero trasciende a cosa fresca y sana y descubre en su forma poética el profundo amor del indio a sus cultivos de preferencia, tanto que imaginativamente les presta entidad humana.

Sucedió que un mozo indio casó con la mujer a quien amaba y la cual lo amaba a él con no menos ternura. Para casarse esperó el mozo a que su milpa fuera esperanza segura de buenas cosechas. En su troje le quedaban pocos granos, pero había llovido bien, la milpa nueva estaba lograda, y a poco habría abundancia de maíz.

Sin embargo, no fue muy feliz el matrimonio, por parte de ella en los primeros tiempos. Mucho parecían quererse, pero un gusanillo roedor había anidado en el corazón de la india. Y esto porque constantemente oía decir al esposo:

–Nada hay en el mundo mejor que la Chakpool.

Dícese chakpool, por vía de apodo, a la gente pelirroja, porque chak en lengua maya es rojo, y pool, cabeza, de donde chakpool viene a traducirse por cabeza roja.

–Nada hay en el mundo mejor que la Chakpool, repetía el indio, y su mirada parecía perderse en visiones de ensueño.

Y la mujer sentía celos cada vez más hondo. ¿Qué Chakpool era esa que traía tan preocupado a su marido? Seguramente alguna mujer cascos ligeros y cabellos rojos. Y pensando que el hombre la olvidaba por aquella rival desconocida, le decía cariñosa:

–Tú eres la luz de mis ojos. Tú alumbras mi camino. Si me faltaras quedaría como los ciegos, sin luz en los ojos.

–Yo siento lo mismo por ti, le contestaba el esposo acariciándola. Tú eres también la luz de mi vida, y por eso trabajo con todo afán, por que tengamos una vida grata y buena.

Un día, como viera el indio que ya escaseaba sus reservas de maíz, dijo a la mujer:

–Mañana iré al trabajo más temprano. Despiértame desde el primer canto del gallo. Y agregó como hablando consigo mismo: Chakpool, Chakpool, nada hay en el mundo como tú.

–¿En verdad a la milpa vas, y tan temprano?, preguntóle desconfiada la mujer.

–¿Y a dónde más he de ir sino a la milpa, a trabajar como siempre?, contestó el hombre. Cuando el gallo cante por primera vez, despiértame.

La mujer se mordió los labios tal como los celos le tenían mordida el alma, pero en la madrugada del siguiente día obedeció estrictamente la orden del esposo, como es uso en la mujer en eso de la obediencia al varón, aunque a veces le represente una abnegación y en muchas un sacrificio.

Y sucede en estos casos que a veces un elemento extraño se entromete en las cosas familiares para encender más la hoguera como vulgarmente se dice. Ni más ni menos ocurrió en el caso que se narra.

Es lo cierto que la mendiga del lugar, era la encargada de avivar la llama de aquellos celos. Pasaba a diario por casa de la joven esposa y charlaba con la misma, pero siempre al parecer iba de prisa en forma que no había tiempo de mayores explicaciones cuando la conversación recaía sobre la conducta del marido, sino el apenas necesario para unas pocas palabras llenas de vaguedad, y para guardarse en el sabucán la limosna que recibía en cuenta de sus indiscreciones.

–¿En qué piensas, decía la mendiga, a la india viéndola tan preocupada y triste?

–Pienso en que mi marido no me quiere, pues no hace otra cosa que recordar lleno de complacencia a una tal Chakpool. Yo no la conozco, pero acaso tú podrías decirme quién y cómo es

–Sí, respondía la pordiosera. Yo sé quién es. Es una bella y tierna muchacha, derechita de cuerpo, de pies y cabellos rojos, y corazón blanco que da la vida a los hombres. Y no quieras saber más pues no puedo decirte más, y me marcho porque tengo prisa.

La mujer tenía que conformarse con tan vagas noticias, pero la obsequiaba una buena limosna en agradecimiento de lo que le comunicaba, aunque muy poco ciertamente. Y esto es lo que buscaba la mendiga, que en fin de cuentas había encontrado en los celos de la esposa un filón para explotar.

De vuelta el marido, la celosa le dijo al fin llena de no contenida angustia:

–Tu ya no me quieres. Tú me olvidas; ya estás más tiempo fuera de casa, y tengo la seguridad que eso se debe a otra mujer.

–No es cierto, respondió el hombre. Te quiero como siempre, y si estoy más tiempo lejos de tu lado es porque tengo que trabajar mucho. pero agregaba como distraído:

Chakpool, Chakpool, nada hay mejor que tú

Trató ella en las subsecuentes salidas del esposo de acompañarlo, pero él no lo consintió pretextando futilezas, lo cual afirmaba en la otra la creencia en el desvío del hombre.

–Cuida de tu casa, le decía él, que con eso estoy conforme y satisfecho.

Un día la mendiga pareció más locuaz:

–Oye, le dijo a la mujer, tengo noticias que darte. La Chakpool tiene un hermano que se llama Xk’anpool. Su corazón es amarillo y da la vida a los dioses. En esa ocasión recibió una limosna más abundante.

Cuando el hombre regresó de su milpa, anegada en lágrimas encontró a su esposa, la cual amargamente volvió a sus reproches:

–Tú has de quitarme la vida, puesto que sin ti no podré vivir, pues cada vez te alejas más de mí por otra mujer a quien amas.

El indio no se dió el entendido y se limitó a ordenar a la mujer que le preparase para el siguiente día el páawo’, especie de saco o sabucán de gran tamaño, pues tenía que recoger los elotes para traer a casa. Y así lo hizo la esposa. Muy temprano, cuando apenas clareaba, salió el hombre con el páawo’ al hombro.

Cuando más tarde pasó la mendiga le dijo a su amiga:

–Sé que tu marido ya comenzó a recoger elotes de su milpa para traerte. Este es el último día que nos vemos pues me voy a pueblos muy lejanos. Espero, pues, que me darás una buena caridad, y en cambio te comunicaré las últimas noticias que he recogido sobre tu esposo y la Chakpool. Sabrás que tiene también una amiga íntima, que es la pequeña Ka’, hija de la señora Xtóop’. Pronto vas a conocer a todas estas gentes, y ya no necesitarás de mí. Vaya, dame ahora una abundante limosna porque será la última.

Diósela en efecto la mujer y la mendiga se alejó para no volver más. Cuando al atardecer de ese día regresó el esposo de su milpa, vio la mujer que traía el rostro lleno de satisfacción, y el páawo’ repleto de mazorcas nuevas y calabazas pequeñas y grandes.

–Vaya, le dijo entonces risueño, ahora si se disiparán tus celos y sabrás que la mendiga no hacía otra cosa que divertirse contigo y explotar tu candidez. Yo quería sorprenderte, y por eso no hacía caso de tus molestias y hasta las alentaba, pues al fin y al cabo no hay mujer que no sea celosa. Hoy vas a conocer a la famosa Chakpool que tanto te hacía sufrir, y te vengarás de ella comiéndotela, que ya sé que buenas ganas tienes de comértela desde hace tiempo. Aquí tienes a tu enemiga, agregó presentándole un hermoso elote nuevo que extrajo del páawo’, y que era, en efecto, de cabellos rojos. Este es el maíz de corazón blanco que da la vida a los hombres, pues es nuestro alimento. El xk’anpool de que te habló la mendiga, es el hermano de la chakpool, o sea el elote de cabellos amarillos y corazón amarillo que da la vida a los dioses porque sus granos amarillos son más sabrosos todavía. Y esta es la amiga, la pequeña Ka’, y le presentó una calabacilla tierna que se come juntamente con el elote tierno en guiso especial que es muy rico. Y estaba es la señora Xtóop’, madre de la Ka’, y le mostró una calabaza de gran tamaño.

La mujer se sintió avergonzada de sus celos injustificados, pero él le dijo bondadosamente:

–Ya ves que sí te quiero y que para ti cultivo mi milpa. Anda, cocina para nuestro regalo estos primeros elotes y calabazas que te he traído.

Luis Rosado Vega

Continuará la próxima semana…

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