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Dos siglos de dramaturgia regional en Yucatán – LIII

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Teatro Yucateco

XLIII

 

Leopoldo Peniche Vallado

 

Cecilio El Magno

PRIMERA PARTE

 

EPISODIO NOVENO

 

Personajes:   HOMBRE PRIMERO         HOMBRE CUARTO

MUJER PRIMERA             ANCIANO TERCERO

ANCIANO PRIMERO         MUJER SEGUNDA

JOVEN PRIMERO             MUJER TERCERA

ANCIANO SEGUNDO        HOMBRE QUINTO

UN NIÑO                           HOMBRE SEXTO

UNA MADRE           UN SOLDADO

HOMBRE SEGUNDO        EL X’MEN

HOMBRE TERCERO         CORO

 

 

El mismo día del episodio anterior, por la noche, en la plaza de Tepich. Túmulo de madera tosca adornado con paños fúnebres y encuadrado con antorchas encendidas. Gran concurrencia indígena aguarda la llegada del cadáver del caudillo. Hombres, mujeres y niños llevan ramos de flores silvestres.

 

HOMBRE PRIMERO: (A su mujer que llora.) No llores; Sis Chí odiaba el llanto. No hay por qué entristecerse por él: ha pasado a mejor vida.

MUJER SEGUNDA: Sí, pero ¿quién nos protegerá ahora?

ANCIANO PRIMERO: Murió sin ver terminada su obra.

JOVEN PRIMERO: Nosotros continuaremos la guerra.

ANCIANO SEGUNDO: Sin jefe ¿qué podemos hacer?

UN NIÑO: (A su madre.) Mamá, ¿y esto quiere decir que estamos perdidos?

UNA MADRE: Me temo que sí, hijo.

HOMBRE SEGUNDO: Hoy tomarán champaña los blancos.

HOMBRE TERCERO: Que lo tomen; mañana les daremos su ración de plomo. HOMBRE CUARTO: Sis Chí debió morir en el campo de batalla, como el héroe que era.

ANCIANO TERCERO: El hombre no escoge el lugar en que recibe la muerte. MUJER SEGUNDA: El infierno para la mala mujer…

MUJER TERCERA: Y para el amigo desleal…

HOMBRE QUINTO: Lo que no pudieron las balas de los blancos, lo hizo el machete del traidor.

HOMBRE SEXTO: Cecilio Chí era tan grande que sólo a traición pudo morir… (Se sigue escuchando el rumor cada vez más intenso de las pláticas de los circundantes.)

UN SOLDADO: (Llegando.) Silencio, hermanos, llega hasta nosotros la escolta que conduce el cadáver del caudillo. (Entran los soldados que llevan en parihuela el cadáver de CECILIO CHI y lo depositan en la parte alta del túmulo; sobre él ponen el sombrero, el machete y el fusil del caudillo. Hecho esto, se retiran todos y avanza lentamente el anciano X’MEN provisto de un cayado. Se sitúa frente al túmulo y con voz grave comienza a decir:)

X’MEN: Cecilio, Señor de los indios,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio, azote de los blancos,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio, capitán de la justicia.

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio, gran cacique de almas,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio, paladín de tu raza,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio, padre de los humildes,

CORO: Ruega por muestra libertad.

X’MEN: Cecilio, brazo de Dios,

Cono: Ruega por nuestra libertad.

XMEN: Cecilio el vengador,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

XMEN: Cecilio el implacable,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio el libertador,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

XMEN: Cecilio el insustituible,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio el victorioso,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: Cecilio el invencible,

CORO: Ruega por nuestra libertad.

XMEN: ¡Cecilio el magno!

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: ¡Cecilio el magno!

CORO: Ruega por nuestra libertad.

X’MEN: ¡Cecilio el magno!

CORO: Ruega por nuestra libertad.

XMEN: Y ten confianza, amigo y hermano nuestro, en tus indios huérfanos de ti, desamparados por tu muerte, y quienes en medio de los sinsabores de la derrota que ya se avecina, te prometen que sabrán hacer honor a tu ejemplo heroico. Si un día aciago tuvieran que rendirse fatalmente a la fuerza de las armas, te pedimos, señor, que desde tu sitial de capitán de las milicias celestiales, nos infundas la fuerza que necesitamos para no volver a inclinar jamás la cerviz ante ningún amo… Más si los azares de un destino adverso nos deparará, como ya se augura, una nueva esclavitud tan negra como la que tú combatiste, ten por seguro, comandante, que el recuerdo de tu magnificencia confortará nuestro espíritu para el sacrificio inminente de nuestras más caras cualidades humanas, antes que admitir el sometimiento vergonzoso… ¡Cecilio el magno, ruega por nuestra libertad y por nuestro honor, y déjanos repetir contigo: Libres o muertos, no hay otro camino…!

CORO: ¡Libres o muertos, no hay otro camino! ¡Libres o muertos, no hay otro camino!…

 

La voz del CORO se va apagando lentamente mientras cae el

 

Telón

 

Mérida, Yuc., abril 28-mayo 20-1968

 

Fernando Muñoz Castillo

Continuará la próxima semana…

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