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Editorial: Incertidumbre y Dudas

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Incertidumbre y Dudas

¿Se puede hablar en este país de hechos, circunstancias, acciones erradas, indecisiones, carencia de resultados o visiones distintas sobre los mismos sucesos o actitudes? ¿Visiones opuestas? ¿Criterios distintos? Desde luego que sí, y hasta podría agregarse aquel dicho de que “hablando se entiende la gente”. Los lexicones nos remiten al rico archivo de nuestra habla castellana, regida por reglas estrictas de una Academia de la Lengua.

Los mexicanos tendemos al malabarismo de palabras. También de ideas. Creativos como somos, invariablemente buscamos hasta hallar las que se adaptan mejor a nuestros criterios de formas, tiempo y circunstancias, o las que se acomodan a nuestras conveniencias e intereses.

Los medios de comunicación masiva son los vehículos de mayor uso para las expresiones diversas, plurales, con las que algunos privilegiados con acceso a tales medios pueden lograr, o intentar, el acceso a la mentalidad popular con mensajes y quejas individuales, en tiempo y forma.

Podría aducirse que la libertad de expresión se encontraría a toda asta en nuestro país, desde luego, si no fuera por los controles oficiales, o los acuerdos mediante subsidios generosos a los bolsillos de empresas, editoras, o con licencias para utilizar el espacio-tiempo a través de concesiones de radio y televisión.

El uso normativo en la forma indicada es una constante en los cinco continentes.

Los grandes intereses de las potencias mundiales están presentes en el control noticioso abierto o encubierto, legal o ilegal, porque no basta a los centros de poder con el control y acceso a la información genérica captada en los medios de comunicación públicos. Ellos necesitan acceso y conocimiento a informaciones restringidas o privadas que pueden serles útiles para sus fines de predominio y hegemonía política, económica, militar, etc.

Todas esas facetas del manejo de información las tenemos en nuestro país, no de ahora, sino desde hace muchos años.

Una consecuencia entre nosotros es la desconfianza que sentimos instintivamente hacia las declaraciones grandilocuentes, los éxitos que se atribuyen nuestros políticos, las fotografías publicadas con imágenes de felicidad y sonrisas, las planas de datos e imágenes de cómo nuestro país y estado van exitosamente hacia la riqueza, el bienestar, la seguridad, la salud, la alimentación, los empleos bien pagados, etc.

Y no puede confiarse en la veracidad de esos desplegados de propaganda cuando son imparables los datos de suicidios, los asesinatos, las muertes ocurridas en graves accidentes de tránsito, la miseria, la falta de oportunidades, la falta de aplicación de justicia, el desempleo galopante, el despojo a los humildes y la soberbia de los poderosos.

Hagamos cinco preguntas al lector:

  1. ¿VIVIMOS LA DEMOCRACIA?
  2. ¿EXISTE ENTRE NOSOTROS LA JUSTICIA SOCIAL?
  3. ¿SE HA LOGRADO UN BIENESTAR PARA TODOS?
  4. ¿HAY CASTIGOS CONTRA LA CORRUPCIÓN?
  5. ¿TODAVÍA EXISTE LA IMPUNIDAD?

Las respuestas están en la conciencia de cada ciudadano…

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