Inicio Recomendaciones Dos siglos de dramaturgia regional en Yucatán – XL

Dos siglos de dramaturgia regional en Yucatán – XL

0
0

Teatro Yucateco

 

Un Tatich de Chéen Tu Tuus

Premio Nacional al mejor Libreto de Teatro Regional 2004 “Héctor Herrera”.

Convocatoria del ICY.

Obra estrenada el 20 de enero de 2008 en el teatro Daniel Ayala,

dentro del marco del Festival de la Ciudad de Mérida, Yucatán.

 

 

Personajes por orden de aparición/Elenco

MARBELLA             (Viki Villa)

AMADA                   (Elena Novelo)

JUSTINA                 (Conchi Roche)

TUCHITA                (Asunción Hass)

GREGORIO            (Mario III)

CHALITO                (Jorge Can)

PANCHÍN                (René Ávila)

ARISTÓBULO         (Ernesto Jiménez)

CUTBERTO            (Paco Ríos «Zapote»)

 

*Ballet del espectáculo

*Orquesta Jaranera del Mayab

 

Dirección: Tomás Ceballos

Escenografía e iluminación: Manuel Araiza

Musicalización: Emilio Bueno

 

Números musicales

 

1.- Obertura

2.- Tecno-jarana

3.- Rap

4.- Ritmo tropical «Hay que salvar a la niña»

5.- Ritmo tropical «Un zorro»

6.- Pasodoble

7.- Jarana «No lo podemos creer»

8.- Jarana «La venganza es dulce»

9.- Bolero «Los amantes»

10.- Balada «Tú y yo»

  1. Jarana (Apoteosis)

 

 

 

ACTO 1

 

Espacio en casa de MARBELLA.

 

La maestra de baile MARBELLA DEL SOCORRO ensaya Tecno-jarana a un grupo de alumnos.

 

MARBELLA: ¡Muy bien, muchachos, lo hicieron precioso!… Ya se pueden ir… ¡Ah!, y avísenles a los demás que vamos a tener ensayo general del evento mañana a la misma hora, que no falten… Ayúdenme a colocar las cosas. (Los alumnos acomodan una salita, recogen sus cosas que están amontonadas en un rincón y salen ad libitum. MARBELLA se refresca con un abanico. Entra AMADA con bolsas de compra.)

AMADA: ¡Uay, qué bárbaro, qué calorón!

Marbella: ¡Me estoy deshidratando!… Aquí están las telas para el vestuario… Ya es imposible estar sin aire acondicionado. (Se sienta y se abanica con las manos.)

MARBELLA: ¡Eh, ni que fueras tan fina, Amada! Acuérdate cómo crecimos todas aquí en el pueblo, con abanicos de cartón o de paja. ¿No quieres éste de los XV años de mi alumna?

AMADA: Ya son otros tiempos, Marbella, pero ni modo, dámelo porque materialmente me estoy asando… (Se abanica por todos lados.)

MARBELLA: Oye, hace un rato alguien echó bajo la puerta esta carta, es para ti mira: Doña Amadita. Presente. Pero no tiene remite.

AMADA: ¿Una carta? A ver, dámela… Qué raro, todo me llega ahora por correo electrónico.

(Lee en silencio.)

MARBELLA: ¿Correo electrónico? «imeil», habla como se debe, no seas huira… ¿Y qué dice esa carta?

AMADA: Pero ¿qué es esto?

MARBELLA: ¿Qué es, Amada? ¿La cadena de la Virgen del Perpetuo?

AMADA: No hombre, me mandaron un acróstico como Amadita. Oye nada más esto:

“A dorada sílfide:

M e muero de amor por ti desde

A quel día en que bailaste

D ivina, en el teatro Pierrot.

I maginé siempre el momento de

T enerte entre mis brazos

A mándote, muñeca de sololoi.

Y firmo: Yo soy tu fiel caballero

que te espera enamorado

por tu poder hechicero

y de pasión consumado… GREGORIO RAFAEL

P.D.- Estoy a tu disposición en la posada Las Comadrejas, cuarto #1″.

MARBELLA: ¡Ándale, Amada, y a estas alturas de tu vida!… ¿Pero quién es el tal Gregorio Rafael? ¿Lo conoces?

AMADA: Nada qué ver, ni idea.

MARBELLA: Gregorio Rafael… Goyo… Rach… Máare, pues no me acuerdo.

AMADA: ¡Sepa dios quién es el dichoso Gregorio! ¡Y que yo vaya a esa fonda a buscarlo! ¿Qué se figura el muy mentecato?

 

Entra JUSTINA.

JUSTINA: Buenas, comadres, ¿no ha llegado Tuchita?

MARBELLA: No, todavía. No sé por qué tarda tanto, si sólo fue a la Casa de la Cultura de Mérida a recoger su diploma del curso intensivo de Rap.

JUSTINA: Pues qué bueno que no está, porque tengo algo grueso para contarles. (MARBELLA Y AMADA se interesan en el chisme.) Resulta que hoy en el mercado, un chiquito me dió esta carta, quesque de parte de un señor que no conoce. La abro y vean esto, una declaración de amor en «acoróstico» y una cita firmada por un tal Gregorio Rafael…

MARBELLA: (Arrebatándole la carta y leyéndola rápido.) ¡Ay, qué romántico! ¡Otra!

JUSTINA: ¿Otra qué?

AMADA: (Muestra su carta.) Mira, Jus, la hermana gemela de tu carta.

JUSTINA: ¿También a ti te mandaron una igual, ah? ¡Qué poca…! ¿Y quién es el fresco ese lo conocen?

AMADA: Pues hasta eso, ya nos pusimos a pensar Marbe y yo, y nada…

JUSTINA: (Le quita su carta a MARBELLA.) Pero oigan este «acoróstico», está chévere:

«J oven, hermosa y bella

U na gran estrella eres

S ólo sueño con

T enerte entre mis brazos

I maginando que hoy

N adie como yo te ha de

A mar, muñeca de sololoi…

Y firmo: (AMADA Y JUSTINA juntas.) «Yo soy tu fiel caballero/ Que te espera enamorado/ Por tu poder hechicero. (Se suma MARBELLA) Y de pasión consumado»… (JUSTINA y MARBELLA.) ¡Aaaayyy!

Se oyen risas afuera

JUSTINA: Creo que ahí está Tuchita. ¡Vamos a guardar las cartas, que no las vea! (AMADA la guarda) ¡Ay, qué diría mi hija si supiera que su madre tiene un enamorado secreto!

Entra TUCHITA

TUCHITA: (A MARBELLA) ¡Madrina! ¿Qué crees? ¡Al fin encontré al hombre de mis sueños a mi príncipe encantado! ¡Al que será por siempre el dueño de mi vida y de mi corazón! (Abraza a MARBELLA y dan vueltas) ¡Hoy lo conocí y estoy más emocionada!

MARBELLA: ¡Aquiétate, niña, eh, me vas a botar!

JUSTINA: ¡Pero Tuchita, hija!, ¿estás loca, ah? ¡Si tú ya tienes novio con quien casarte! ¡Y para pronto!

TUCHITA: ¡Que no me voy a casar con el doctor! (Comienzan a darle sus ahogos de rabieta) ¡Está muy viejo y no me gusta! (AMADA corre a abanicarla.) ¡Ya se los dije más veces a usted y a mi papá, maaare!

AMADA: (Soplándole en la «mollera») Cálmate, nena, ya, ya…

MARBELLA: ¡No la contradigas, Justina, ya sabes cómo se pone la chiquita cuando se le molesta!

AMADA: ¡Uay, sí, mira cómo la dejaste!… A ver, Tuchita linda, ¿ya pasó?… Bueno, pues entonces cuéntanos cómo está eso de tu enamorado…

TUCHITA rapea por todo el espacio, mientras las comadres la siguen con la mirada, mimando algunos de sus movimientos.

*Resulta que cuando me dieron mi diploma

nos invitaron a sidras y tacos

y de repente, cuando me iba a comer el mío,

me fijé que un muchacho me veía, me veía, me veía,

con su boca abierta. Movió su mano para saludarme

y me mandó un beso volado.

Yo me quedé quieta, quieta, quieta,

y él se fue acercando despacio, despacio, despacio.

Se paró junto a mí y me dijo:

«¿Me das un cachito de tu taco de relleno, ángel mío?»

Le daba un bocado y yo comía otro

y luego igual de mi sidra.

¡Qué voz! Como los trinos de un canario,

¡Qué ojos! Tan profundos como los cenotes.

¡Qué porte! Igual que el de un venado.

¡Qué rápido camina! Parece un turix.

¡Y su pelo! ¡No, no, no, es algo divino ese hombre!

Después me acompañó a la estación,

se sentó en la combi junto a mí

vino todo el camino y

dice y dice cosas bonitas en mi oído.

Yo iba erizada, toda erizada.

Luego me preguntó si tenía yo novio

y le dije que no… ¿Y qué creen?

LAS COMADRES JUNTAS: ¿Qué, Tuchita?

TUCHITA: ¡Que está aquí en la puerta! Vino conmigo. Lo invité para que ustedes lo conozcan; está enamoradísimo y me dijo que no va a volver a dormir hasta que yo le dé el sí… Se los voy a presentar. (Las comadres se juntan.) Entra, papito, entra príncipe…

Entra GREGORIO haciendo reverencias.

GREGORIO: Buenas, buenas, distinguidas damas. (Reconoce a JUSTINA y a AMADA.) Ci-ci-cisnes blancos… Síl-fi-des maravillosas todas ellas…

JUSTINA: ¡Jesús, Tucha! ¿Qué es esta cosa?

TUCHITA: ¡Pues qué más, mamá! ¡Gregorio Rafael! ¿Verdad que está precioso, madrina?

MARBELLA: ¿Cómo dijiste que se llama?

TUCHITA: ¡Gregorio Rafael!

LAS COMADRES JUNTAS: ¿¿Gregorio Rafael??

GREGORIO: (Recompuesto.) Soy Gregorio Rafael Balam Ooch, para servirlas, hermosas damas, en lo que ofrezcan y manden.

TUCHITA: Mira, Goyito, ella es mi mamá, doña Justina Dzul (JUSTINA le da un codazo) digo… Caballero, de Cocom, presidenta de la Sociedad Cultural del pueblo; es la organizadora del Festival que te conté…

GREGORIO: Muchísimo gusto, doña, con razón Tuchita está tan chulísima ella. (Coquetea discretamente con él. AMADA la reprime.)

TUCHITA: Fíjate qué chistoso, todas son comadres. Ella es dona Amadita Casta Kan de Mantecón, secretaria del grupo cultural. Ella recita y era bailarina también. GREGORIO: Pues encantadísimo, doña Chicharra… Eee, chicharra fina, claro, buen castacán… ¡Pero qué bonitas son las mujeres de por aquí!

TUCHITA: Y ahora te presento a mi madrina, la señorita Marbella del Socorro Pacho y Cachón. Ella es maestra de folklore y tesorera de la agrupación. Estuvo en el ballet de Amalia Hernández.

GREGORIO: Qué gusto conocerla, maestra… Sigo en lo dicho, todas muy guapas. MARBELLA: (Coquetea discretamente con él.) Gracias… ¿Usted es de por aquí? No recuerdo haberlo visto antes.

GREGORIO: No, Marbellita… ¿Le puedo decir Marbellita o Socorrito? Es que como a todas las maestras de baile que conozco las llaman por su diminutivo… MARBELLA: (Más coqueta) ¡Ay, dígame como quiera! (AMADA la reprime.) Siéntese, está usted en su casa.

TUCHITA: Madrina, ¿me regalas un poquito de arroz con leche para él? ¡Ándale, di que sí, di que sí!

JUSTINA: ¡Niña, por Dios!

TOCHITA: Bueno, mientras lo confiesan, voy a buscar un poco de dulce para el invitado. Ahorita vengo, Goyito, no te me vayas a escapar. (Sale TUCHITA, coqueteando, y vuelve) ¿Quieres un poco o mucho?

GREGORIO: Todo lo que me quieras dar, mamacita…

TUCHITA sale y regresa enseguida.

TUCHITA: ¿Lo quieres con cuchara o te lo comes así?

GREGORIO: Me lo trago como tú me lo des…

TUCHITA sale y regresa de nuevo.

TUCHITA: ¿Lo prefieres frío o caliente?

GREGORIO: ¡Caliente mejor!

TUCHITA sale y AMADA le da una nalgada.

AMADA: ¡Ya, niña, máare! ¡Tráelo y san se acabó!

GREGORIO: Antes que otra cosa, por favor, díganme Goyo… Pues verán ustedes: yo viví muchos años aquí. Mi papá, que en paz descanse, era de una comisaría cerca, y se fue de bracero. Mi mamá nos trajo a vivir un tiempo con mis abuelos. (Regresa TUCHITA con el arroz con leche.) Gracias, chulada. Ven, siéntate aquí junto a mi (JUSTINA lo mira furibunda), junto a mi estimada Justinita… Como les iba diciendo (Prueba el dulce, no le gusta, pero lo disimula mientras platica) en ese entonces yo tenía como doce años y ayudaba a mi chichí doña Mech a quitarles los piojos a todas las chiquitas del pueblo con gas… (Se rasca la cabeza.) ¡Maachis! ¡Cuántas liendres! (Las comadres se miran, recordando, y sin darse cuenta comienzan a rascarse la cabeza.) Claro que ellas no se daban cuenta de que era yo, porque me ponía detrás.

TUCHITA: ¿Y por qué te ponías atrás, Goyito?

GREGORIO: Porque mi chichí no quería que me vieran peinar a las niñas con el marfil, y luego se fueran a burlar de mí los demás chamacos. Por eso las llevaba a un cuarto solas, y ella hablaba y hablaba mientras yo espulgaba y despiojaba. La pobre tenía artritis, pero con todo y sus manitas muruch muruch, bien que reventaba esos bichos con sus uñas. ¡Cómo tronaban, Dios mío! ¡Llenos de sangre!

TUCHITA: ¡Uay, fó!

GREGORIO: Nadie supo esto, hasta ahorita que lo estoy contando. Claro que yo conocía a las niñas, algunas bailaban en el teatro, esas eran las más bonitas del pueblo… ¿Las conocieron ustedes, señoras? (Ellas niegan)

TUCHITA: ¿No serían ustedes tres, ah? Hasta risa me da imaginarlas llenas de piojos… (Le rasca la cabeza a GREGORIO) ¿Te gusta que te haga piojito, mi rey?

JUSTINA: ¡Niña, por favor, no jorobes a tu invitado! ¡Aplácate y deja que siga hablando!

GREGORIO: No hay problema, ella puede hacerme piojito donde quiera, yo no me molesto. (Miradas fulminantes de las comadres.) Eeee… Pero bueno, para no hacerles largo el cuento, regresó mi papá que había juntado una lana en los «Yunaites» y nos fuimos a Mérida. Entonces pusimos un hotelito por acá, otro motelito por allá, que si una fonda por el otro lado, más al Sur unas casas de… huéspedes, en la Rivera Maya puse unos departamentos y discotecas, y así me fui volviendo hombre de paso, digo, de negocios. Y por eso mismo estoy aquí, acabo de comprar la posada «Las Comadrejas». ¿Qué les parece?

JUSTINA: Bien, muy bien. Posada «Las Comadrejas» cuarto número 1 (Gregorio se atraganta)

AMADA: ¿Y se piensa quedar mucho tiempo en el pueblo?

GREGORIO: Mmmm, no sé; nada más que cuaje otro negocito en el que estoy invirtiendo, y ya veremos… ya veremos. (Le da a escondidas una carta a MARBELLA)

AMADA: ¡Ah! ¡Entonces tiene usted otro tipo de negocios!

MARBELLA: «Bisnes», Amada, habla bien, por favor.

GREGORIO: Pues no lo van a creer, pero así como me ven, tengo buen ojo para ciertos… «bisnes», como dice Marbellita.

JUSTINA: (Mirando su reloj.) ¡Jesús, María y José, las tres de la tarde!

GREGORIO: ¡Las tres de la tarde!… Ya me tengo que ir, adorables mujercitas, fue un inmenso placer conocerlas. Que no sea la única vez que las vea, ¿ah? (Les besa las manos. Ellas se despiden con amabilidad forzada) El engrudo… digo… el arroz con leche estuvo delicioso, muchas gracias. Hasta luego, Tuchita, ángel caído del cielo al que sólo le faltan sus alas.

TUCHITA: ¡Ay, Goyito, qué cosas tan lindas dices! Vamos, te acompaño hasta el portón. (Salen.)

 

«Las comadres cantan «Hay que salvar a la niña».

Fernando Muñoz Castillo

Continuará la próxima semana…

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.