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Crónicas Literarias: Doctor Sueño – Stephen King

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Doctor Sueño – Stephen King

¿Recuerdan a Danny, el hijo de Jack Torrance, personaje inmortalizado por Jack Nicholson en la película de Stanley Kubrick “El Resplandor”? ¿Recuerdan que el cocinero (Dick O’Halloran) y Danny compartían el “resplandor” que era una habilidad de conexión mental con personas y lugares, y que los hacía hipersensibles a las fuerzas malignas que vivían en el Hotel Overlook?

Pues Stephen King ahora retoma la historia de Danny – que ya se convirtió en Dan – y que sigue los malos pasos de su padre, siendo su afición por la bebida su perdición. Dan Torrance no es capaz de conservar trabajos debido a esta enfermedad; su mamá Wendy falleció debido a cáncer y ya no está para orientarlo. Huérfano, Dan va dando tumbos por la vida, viviendo ocasionales eventos en los cuales logra “resplandecer”, hasta que toca fondo y decide enmendar sus pasos.

Debido a la facilidad que Dan posee para ayudar a los moribundos durante su transición al más allá, pidiéndoles que tan solo duerman, es bautizado como el “Doctor Sueño”.

Mientras tanto, una feligresía de “vampiros de emociones”, con habilidades de manipulación y detección mental avanzadas, va cazando presas – la mayoría de ellas son niños que poseen en mayor o menor grado la habilidad de “resplandecer” –, exprimiéndoles lo que ellos llaman el jugo, la niebla, para seguir con su modo de vida disoluto.

La descripción anterior describe perfectamente a nuestros políticos, por cierto, pero divago…

Una superdotada niña, Abra, detecta al grupo de vampiros y decide hacer algo al respecto. En el desarrollo de la trama logra comunicarse con Tony – el amigo imaginario de Dan – y, por ende, con Dan. Ahora como aliados, contando con la ayuda de otros humanos, tratarán de poner fin al grupo de vampiros denominado el “Nudo Verdadero”.

Lo que sucede con todos ellos es lo que Stephen King nos relata en este libro con una prosa que, con los años, cada vez fluye con mayor facilidad y que, a la vez, nos impacta por la cantidad de imágenes visuales que logra plantar en nuestra mente. Fiel a su filosofía como escritor, no pierde tiempo en explicarnos el origen de las cosas, tan solo nos platica sobre algo que ya es, que ya sucede desde hace un tiempo.

Para aquellos que hemos leído su bibliografía completa, el maestro del horror no baja el ritmo a menos que lo atropellen y lo pongan al borde de la muerte, como le sucedió hace varios años. Habiendo sufrido de graves problemas de alcoholismo y de fármaco-dependencia, de los cuales salió avante gracias a su familia, sabe de primera mano lo que pasa por la mente de Dan, y no le cuesta en absoluto llevarnos de la mano hasta el episodio que ha marcado la vida del Doctor Sueño.

Los malvados de este libro son tan fáciles de confundir con personas retiradas, las cuales abundan en estados específicos de la nación allende el norte de nuestra frontera, que la pregunta que me hago es si el mismo autor, al emigrar cada año a lugares con climas menos severos como el de su natal Maine, no se ha convertido en uno de estos vampiros.

Lo que siempre se le aplaudirá a Stephen King es que, en sus libros, no tiene miedo de ir a lugares en los que otros autores tal vez vacilarían. Recordemos a Gage, en Cementerio de Mascotas, o la historia del niño que es el amo de Cujo (Tad), o lo que sucede en Derry con los niños que atormenta el payaso Pennywise, en Eso. En todos estos casos, los niños son expuestos a la historia, no siempre con resultados rosas, sino más bien con tonos rojos, rojo-sangre.

Doctor Sueño es un libro que se ve amenazador en cuanto a su extensión, pero que es de fácil lectura. King ha aprendido con los años a conducirnos hábilmente por los vericuetos de su mente, trayéndonos sorpresas donde no las esperamos, manteniendo siempre la tensión. Fruto de la experiencia de los años y de las miles de palabras que ha vertido en sus largos manuscritos.

Doctor Sueño, a pesar de ser una continuación de la vida de los personajes mencionados al inicio de estas líneas, no requiere que hayamos leído “El Resplandor”, así que pierdan cuidado cuando lo adquieran: no es necesario adquirir ambos. Ahora que si quieren disfrutar, como yo, de la extraordinaria madurez literaria de Stephen King, definitivamente adquieran ambos y lean primero “El Resplandor” para, posteriormente, hacerlo con “Doctor Sueño”. Y luego comparen cómo escribía el Maestro hace más de 30 años, con su manera actual de escribir.

No serán defraudados.

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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