Cantando Cuentos Cortos
Abre La Puerta
La puerta está entreabierta. Aparentemente no hay nadie en la estancia, no se percibe ningún ruido, pero es que los pensamientos tienen ruidos que nadie puede oír. En ocasiones son tan fuertes como vendavales o tormentas que azotan; en otras son brisas perfumadas que estimulan el espíritu. Ojalá que así fueran siempre. Cuánto daño hacen esas tormentas; son las que aparecen con más frecuencia.
Nadie se atrevería a asomarse, para ver si en verdad aquella estancia está ocupada. Si lo estuviera, interrumpirían a los pensamientos, que seguramente están flotando en ella. Cualquiera que fuera el dueño de esos pensamientos, algún día los verá realizados.
No alimentes las tormentas: nunca son perfumadas, ni tienen colores suaves. La batalla es difícil, por eso las llaman tormentas. Cámbiale los colores y perfumados olores sentirás. Los pensamientos, cuando empiezan, los podemos comparar a seres que nacen, aunque sean intangibles y aparentemente no tengan forma. Nosotros, los seres vivos pensantes, somos los que tenemos la obligación que sean positivos. Deberían de existir crematorios para todos aquellos pensamientos que conocemos como negativos, aquellos que nos hacen daño no solo físico, también moral y hasta mental. Todos conocemos sus causas destructivas; para eso deberíamos recibir instrucción especial, así sería más fácil destruirlos desde el principio.
Cuando empieces a ver que los vendavales azotan, cuando los nubarrones grises se van ennegreciendo, debes desear que caiga la tormenta, que llueva mucho fuerte y prolongado, para que en esa forma ellos mismos, los pensamientos que se han acumulado y que por tanto tiempo han golpeado, por cansancio lentamente se vayan alejando.
Por cuanto tiempo los sentimos –¡y cuán largo nos parece lo que tardan para desvanecerse! –. Podemos recordar la frase de la filosofía árabe que dice: “Me sentaré a la puerta de mi tienda, y desde allí veré pasar a mi enemigo.”
Después, dice el poeta, vendrá la calma. Entonces es el momento de preparar el camino nuevo que vamos vislumbrando para empezar a realizar aquellos pensamientos, los que la brisa suave nos traerá a la estancia que tenía la puerta entreabierta, para después poderla cerrar.
La tormenta se ha alejado. Aire nuevo, limpio, fresco entrará. No cierres aún, deja que la estancia brille de colores y más perfumada estará.
LA LUZ
Limpio mi mente.
Abro las ventanas
de mis ojos para que
a través de ellas
penetre la luz clara
e ilumine las estancias interiores.
Para que éstas, a la vez
se proyecten al vacío,
para extenderse sin límites
ni tiempos.
Pasarán las montañas,
las cúpulas, los horizontes,
en su regreso
nos traerán las nuevas,
para renovar
a las que esperan,
las luces que
no se apagarán jamás.
JOSEFINA REYES SAURI
[Continuará la próxima semana]