Alberto Sánchez, escritor consagrado

By on diciembre 28, 2023

Entrevista – Desde Nicaragua

Rafael Quintana

Alberto Sánchez Arguello (14 enero 1976; Managua, Nicaragua) es autor de una gran cantidad de cuentos, novelas, artículos y otros textos inspirados en temas básicos como la familia, personajes de ciencia ficción e historias sobre el futuro. Ha escrito literatura infantil, juvenil y minificción.

La literatura del autor es considerada como un referente nicaragüense, sobre todo para la niñez, a la luz de fomentar el amor y disfrute por la buena lectura y escritura en los estudiantes. Sánchez Arguello ha ganado el I Concurso de Cuento Juvenil de Libros para Niños 2003 y el II Concurso Centroamericano de LIJ 2016. Es máster en estudios avanzados de literatura española e hispanoamericana, con formación en gestión de programas y proyectos sociales, con amplia experiencia en desarrollo organizacional y diseño e implementación de metodologías formativas de trabajo con grupos de diversas edades y niveles educativos.

Conversamos sobre su trayectoria y vocación. Nos dijo:

La primera vez que sentí lo que era ser leído, que lo que yo escribía podría ser disfrutado, fue en Tercer Año de Secundaria: nos encargaron escribir cartas anónimas entre nosotros. Mis cartas las escribí todas como personajes de ficción; la primera fue, por ejemplo, yo como un zar ruso; la siguiente como que estaba en una nave espacial, había riesgos, entre otras cosas. Luego, nos reunían en grupo entre los compañeros y debíamos leer una carta; fue seleccionada la mía. Les gustó tanto: reían, la disfrutaban. Todas las otras cartas eran sobre cosas personales, excepto las mías.

¿Así nació su vocación por escribir?

La vocación por escribir viene del hábito de leer. En un principio, las lecturas en la casa de mis padres, todos los libros que mi madre me regalaba de cuentos infantiles, ver a mis padres leer continuamente; una biblioteca en el colegio donde estudié. Todas estas lecturas, más las películas –siempre me ha encantado mucho el cine–, fueron como generando las ganas de escribir mis propias historias, desarrollar mis propias ideas, en forma de relato, en forma de cuento.

Comencé a escribir cuentos de horror y ciencia ficción a los trece años. Una de mis influencias más importantes fueron los cuentos de robots. Poco a poco fui desarrollando historias en textos sobre pavor, sobre el futuro, tópicos y así.

¿Constantemente escribe?

Tengo mis ciclos. Trato de establecer rutinas de escrituras, pero no siempre lo logro. Hay ciclos en los que escribo diario; ahora estoy escribiendo una vez a la semana, lo cual es muy poco. He sido cíclico.

Usted ha hecho de la escritura un ejercicio permanente, ¿qué refleja en sus escritos?

Algunos tópicos básicos, el principal tiene que ver con la memoria: una buena parte de mi obra está vinculada con los recuerdos. Tengo una casi obsesión por recoger mis propios recuerdos, o de personas cercanas, en mis textos. También juego mucho con el concepto de familia, con la metaficción, intertextualidad, etc.

¿Qué aportan sus escritos a Nicaragua?

En algún lugar, en algún estudio de literatura infantil sobre Nicaragua, se menciona la posibilidad que “La casa del agua” sea la primera novela estrictamente juvenil publicada en mi país Nicaragua, es decir, un libro que tenía directamente ese público. Previamente a eso hay obras que pueden ser consideradas juveniles, pero no porque tuvieran esa intención en sí.

Tal vez otro aspecto que se deba resaltar es que probablemente yo haya sido el primer autor en publicar desde los Tuits obras para niños: una micro serie para niños, “Mi amigo el dragón”, publicada en Twitter; luego “Monstruo bajo mi cama”. Esas dos micro series iniciaron primeramente en mi cuenta de Twitter y terminaron siendo obras para niños.

¿A quién dirige sus obras?

Depende: tengo minificción dedicada para adultos; otras son para jóvenes, niños. Un poco para todas las edades.

¿Sus libros deben de ser leídos por todos?

Eso depende del gusto de las personas. Siempre he tratado –es un consejo que siempre tengo en mente– de escribir de tal manera que muchas personas puedan leer lo que uno hace, lo que no impide que el texto sea pulido, cuidado, que las imágenes valgan la pena.

Al escribir sus obras, ¿cuál ha sido su mayor reto?

Al menos dos fueron los mayores retos: el de “Chico largo” y “El Monstruo de mi madre”. En el primero el reto fue que comencé y luego, por diferentes motivos, la dejé; luego volví a ella, dos o tres años después, creo. Regresé y fue muy complejo, pero al final la experiencia fue enriquecedora.

Y el segundo reto más difícil hasta ahora en mi vida literaria ha sido “El Monstruo de mi madre”, con muchas referencias a la biografía de mi madre y a la mía, nuestro vínculo mientras ella estaba viva. Es un recorrido por la memoria, doloroso, difícil, complejo, además complicada la idea de generar el contenido a partir de un diálogo sordo de dos personajes que cada uno habla por su lado. Fue emocionalmente muy complejo. Tuve gran apoyo emocional de mi esposa en principio y a través de de sus revisiones a los borradores; luego mi editora, Salvadora Navas, hizo un trabajo fantástico.

¿Aborda aspectos sociales en sus obras?

El machismo, el patriarcado, la discriminación hacia la mujer, la contaminación ambiental, el ecosistema, la desigualdad social. Un poco de todo. Hay bastantes textos que tienen su calidad específica.

¿Su perspectiva de la literatura en Nicaragua?

La veo floreciendo, con mucho entusiasmo, queriendo hacerse escuchar. Particularmente escritoras jóvenes, novelistas, cuentistas. Me parece que cada vez más las personas pueden y deben expresar sus escritos a través de sus propias perspectivas literarias.

¿Escritores de México y Nicaragua que admire?

De México: Catalina Ramírez, Alberto Chimal. De Nicaragua: María del Carmen Pérez, Berman Bans, Manuel Membreño; en la actualidad, hay gente que está creciendo, como Génesis Hernández, Jorge Campos, toda la juventud viene creciendo.

¿Su mensaje a los jóvenes de nuestro país y de América Latina que aman la Literatura?

Leer. Creo que deberíamos de ayudar a ser puente para que distintas generaciones encuentren su camino hacia el placer de la lectura.

Sobre escribir, siempre es importante explorar la creatividad, encontrar espacios a la posibilidad de compartir nuevos textos, sobre todo de parte de escritores nuevos que muchas veces sienten pena, para que se impongan, trasciendan y tengamos más talentos jóvenes visibles. 

 

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