Esa mujer de falda blanca
a la que el viento le acaricia las piernas
y le despeina el cabello,
entre palomas atraviesa la plaza
con paso suave y de prisa
huyendo del ruido de la tarde naranja,
como queriendo ocultar un recuerdo
entre los pliegues de la falda,
y en cada hebra de cabello
al viento.
Daniela Eugenia