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Un diccionario de la Comedia Humana

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Letras

Honorato de Balzac

Por el Lic. Santiago Burgos Brito

Estamos en la época de los diccionarios. Ya el Diccionario Enciclopédico, aquella montaña de enormes volúmenes tan difíciles de manejar, está pasando de moda. Y así como los señores médicos se han dedicado de lleno al especialismo, así también los diccionarios no han querido ser menos y se han lanzado vigorosamente al desempeño de las especialidades. Tenemos ya diccionarios de casi todas las materias, con fichas amplísimas, magníficas ilustraciones, y sobre todo fáciles de manejar. Tenemos hasta diccionarios humorísticos, y ese formidable Diccionario de Sexología, que no debe faltar en ninguna biblioteca, aunque no para la simple y picarona curiosidad de los chiquillos.

Recientemente se publicó en París uno más, que vino a ser como un nuevo monumento a Honorato de Balzac que, a pesar de su pequeñez, merece figurar al lado de la marmórea efigie del gran novelista que esculpiera Augusto Rodin, para el desconcierto y el azoro de muchos admiradores del maestro.

En sus Cartas a la extranjera, había dicho Balzac que llevaba una sociedad entera en la cabeza. Una sociedad implica multitud de gentes, de hechos, de asuntos de variados matices, que necesitan ser recogidos y clasificados para su mejor conocimiento. Para convivir con los personajes de La Comedia Humana, para conocerles, como si fuéramos a los archivos en el caso de los seres de carne y hueso, hacía falta considerar a estos personajes ficticios en un plano de completa realidad, de modo que permitiera la fácil localización de los innumerables tipos de la farsa escénica creada por el escritor, y esto lo consiguió con singular acierto Fernand Lotte, uno de los más grandes admiradores del novelista, dando cima a su Diccionario Biográfico de los personajes ficticios de La Comedia Humana.

Desde el año de 1830, cuando todavía la formidable compañía teatral de la Comedia Humana no había alcanzado su efectivo máximo, la necesidad de este hilo de Ariadna había aparecido tan imperiosamente al mismo Balzac que no había dejado de señalarlo con una insistencia significativa a propósito de su novela Una hija de Eva. La sugerencia no fue inútil, pues dio nacimiento, treinta y ocho años más tarde en 1887, a un Repertorio de la Comedia Humana por medio del cual dos balzacianos fervorosos, Anatole Cérriber y Jules Christophe, dotaron a los lectores franceses de una serie de noticias biográficas de los personajes de la obra, presentados en orden alfabético, conteniendo, con un resumen de su existencia, las diversas referencias a la novela que relatan los detalles.

El Diccionario de Lotte, del cual nos ocupamos, aprovechó lo mejor del anterior, vuelto ya una obra rara, e hizo del suyo un nuevo instrumento de trabajo, puesto al corriente de las más recientes publicaciones de la exégesis balzaciana, con lo que se logró una nomenclatura más exacta y más completa de los personajes y de sus acciones. Lotte utilizó, entre otros documentos, un ejemplar de la Comedia Humana que perteneció a Balzac, y que lleva infinidad de correcciones y modificaciones del autor. Balzac era muy afecto a estos trabajitos. El mundo que bullía en sus novelas era para él un mundo de seres humanos con los cuales convivía, y cuyas acciones y reacciones creía percibir en la hoguera de sus imaginares portentosos. Recuérdese que en su agonía pedía que lo llevasen a un médico célebre que figura en su Comedia. Por eso estaba constantemente arreglando la psicología de sus personajes, a medida que los embates de la vida les hacían actuar de un modo o de otro. Lotte tuvo a la vista todas las correcciones e interpolaciones, con lo que logró hacer un verdadero censo de todo ese gentío que naciera del cerebro genial de Honorato de Balzac.

Conocemos así, de pies a cabeza, a esos seres ficticios con características de robusta humanidad: al escultor Francois Sauchet, al padre Goriot, a Rastignac; a Bianchon, el médico famoso a quien Balzac llamara a la hora de su muerte; al conde de Granville, a Rubempré, y a tantos otros.

El Dr. Fernand Lotte, en su libro, anuncia la próxima publicación de un Diccionario de personajes reales de la Comedia Humana, entre los que se cuentan Napoleón, Talleyrand, Lamartine, Víctor Hugo y Delacroix, entre otros personajes principales. Y como en un Juicio Fila de reducidas dimensiones, Lotte convoca a su presencia a todas estas almas que vivieron en una época desenfrenada, en la que el pecado se codeaba con la gloria.

Diario del Sureste. Mérida, año XXXVI, tomo CXLIII, 15 de junio de 1967, pp. 3, 4-B.

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