En esta ocasión, esta colaboración versará sobre los lenguajes artísticos y, en especial, sobre las artes visuales. He aquí algunos consejos para los colegas pintores y para sus guías en estos menesteres ya que, en algunas ocasiones, aunque tengan el oficio pictórico, a veces hace falta trasmitir técnica y, desde luego, cultura pictórica e historia del arte, para lograr artistas y no artesanos de la plástica.
El error en que con más frecuencia incurren quienes estudian los problemas de perspectiva, consiste en no tomar en cuenta, ante todo, su faceta estética, excediéndose con complacencia en sus aspectos matemáticos, psicológicos, e históricos; mas no es posible todavía formarse una idea concreta de tan complejo fenómeno, sin recurrir además a sus sólidas bases científicas.
Efectivamente, el público –por naturaleza– permanece aferrado a una determinada “visión espacial”, musical, plástica, que juzga inmutable e imperecedera, a pesar de que ya los lenguajes diversos no responden a las exigencias de la época y la cultura en que nos hallamos inmersos.
Por eso, es particularmente fecundo el estudio de la transformación espacial que advino en la pintura “cuatrocentista” italiana, precisamente porque presenta el caso de una época relativamente cercana de la que conocemos los antecedentes y la continuación. Esto explica, también, el éxito obtenido por teorías como las sostenidas por Pierre Francastel (Peintureet société, Audyn, Lyon, 1955).
En un análisis global se descubre fácilmente el empleo de antiguas recetas, pero sin asociación a búsquedas espaciales nuevas, sin que la perspectiva de las mismas tenga un verdadero carácter.
Es importante que se sigan haciendo muestras de trabajo pictórico, ya que el oficio diario de la pintura se vuelve lo que la caligrafía para la bella escritura –en forma, no en contenido– y, así, los artistas sentirán con singular urgencia, la necesidad de dar a sus imágenes figurativas una “veracidad” ignorada, desde luego, en sus futuras imágenes visuales.
Alfonso Hiram García Acosta
Acabo de presenciar una subasta de pintura, escultura y fotografía cuyos autores ya tienen cierto reconocimiento. Tres de ellas llamaron mi atención por su indiscutible fealdad. Las tres se vendieron a muy elevado precio. Y yo me pregunto ¿qué fue lo que adquirieron estas personas? ¿La firma de un personaje, como quien compra un cinturón Channel? ¿Realmente se puede llamar arte a un euro y un billete antiguo pegados sobre lámina? ¿Se requiere de extraordinario criterio para entender y distinguir una auténtica obra de arte?