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Roger Waters, Evocador y Provocador

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Roger Waters, Evocador y Provocador

La semana pasada – el miércoles 28 y el jueves 29 de septiembre, y luego el sábado 1° de octubre – Roger Waters hizo suya la capital de la antigua Tenochtitlán con un espectáculo que, al menos en la opinión de este cronista que ya lleva varios entre pecho y espalda, es uno de los más impresionantes en la historia del rock.

Cubriendo música de su carrera como el bajista y letrista principal de Pink Floyd, sin tocar nada de sus álbumes como solista, Waters nos transportó de la psicodelia de los 60s a la violenta realidad de los tiempos que vivimos y, al mismo tiempo, jugó el rol de censor de dos figuras que están muy presentes en la mente de todos los mexicanos: Donald Trump y Enrique Peña Nieto. Todo lo anterior, mientras nos deleitaba con música proveniente de The Dark Side of The Moon, A Saucerful of Secrets, Meddle, Wish You Were Here, Animals y, para finalizar, The Wall.

Ante más de 55 mil espectadores el miércoles – bajo pertinaz lluvia – y una cantidad similar el jueves – sin sufrir las inclemencias del tiempo, afortunadamente para los que asistimos ese día al Foro Sol –, para luego presentarse ante 200 mil más el sábado en el Zócalo de la Ciudad de México, Roger Waters “evangelizó” a más de 300 mil mexicanos con su opinión sobre estas dos figuras: a Trump lo calificó como un cerdo, y a Peña Nieto le exigió tanto su renuncia como dejar de atender solo a sus “amigos”. Como era de esperarse, en estos días en que todos nos sentimos agraviados por el actuar de los políticos, y cuando ellos no se explican el porqué de tanta molestia e indignación, el nivel de aprobación a las palabras y expresiones del músico británico – “famoso” también por su postura radical ante lo que él llama la grosera destrucción de los palestinos por parte de Israel – fue prácticamente generalizado, y ruidosamente festejado por los asistentes.

Pero vayamos a la música y al concierto.

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En una inmensa pantalla de alta definición, curveada, que medía al menos 30 metros, a las 20:53 se comenzó a proyectar un video en el cual apreciábamos la Vía Láctea desde la superficie de la luna, ¿del lado oscuro de la luna tal vez? Parecía que estábamos a bordo de un vehículo de tracción sobre el cual pasábamos encima de valles y montes lunares y, al fondo, la Vía Láctea continuaba alejándose con nosotros, tripulantes espaciales del satélite.

Nos preguntábamos si Roger sería lo suficientemente inglés como para iniciar a las 21:00 horas, que era el horario marcado en nuestros boletos. No lo fue. En realidad, arrancó al mismo tiempo que en la pantalla pulsaba un huevo con los acordes de Speak To Me/Breathe del álbum de 1971 The Dark Side of the Moon, siendo las 21:13.

Desde ese momento, y hasta las 23:53, Roger nos tomó de la mano y, junto con su banda, nos hizo vibrar y reencontrarnos con lo que siempre hemos sabido: que la Música no conoce límites ni fronteras, que nos hermana y nos sensibiliza, que nos eleva, nos da placer y nos hace apreciar la Vida. Euterpe nos hizo suyos.

A lo largo del concierto, la música, la escenografía y el sistema de sonido surround se conjugaron para ofrecernos un espectáculo sinigual, que nos puso a todos de pie durante toda su duración, algo que pagamos al día siguiente con las normales molestias musculares. No importó: Roger y su banda, en la cual vale la pena mencionar se incluye un guitarrista discapacitado (sin piernas, en silla de ruedas y con un brazo más corto que el otro) con una sensibilidad inmensa, con la cual nos hizo olvidar que sus capacidades eran diferentes, pues la Música lo llenaba tanto como a nosotros.

Sin darnos descanso, Roger se despachó entonces Set The Controls for The Heart of the Sun – de A Saucerful of Secretsy luego One of These Days, del oscuro soundtrack de la película Meddle. Ninguna de estas canciones había sido incluida en sus conciertos previos, por lo que ya desde ese momento Roger nos hizo saber que no iba a ser un concierto como cualquier otro.

Time, de The Dark Side of The Moon, llenó la mega pantalla de relojes, para luego interpretar Breathe como introducción para el agasajo vocal que resultó la siguiente canción: The Great Gig in The Sky, en la que disfrutamos el duelo vocal de sus vocalistas femeninas, bellas mujeres con pelucas platinadas y voces doradas. Money y Us and Them, del mismo disco, cerraron la primera parte de este LP de 1971.

Roger nos presentó entonces a Greg Galleazzi, el guitarrista discapacitado por la guerra de Afganistán, y le entregó la batuta para el agasajo que resultó su interpretación en la guitarra principal de Shine on You Crazy Diamond, del disco Wish You Were Here. Greg se llevó carretadas de aplausos, mientras todos cantábamos a todo pulmón.

Siguieron Welcome to The Machine, Have a Cigar y, como apoteósico final de este disco, la majestuosa y sentimental Wish You Were Here, con lo cual Roger y la banda ya nos tenían comiendo de sus manos.

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Unas sirenas industriales sonaron entonces. Ahí el escenario cambió y, ante nuestros ojos, la pantalla se convirtió en una fábrica. De ambos extremos se levantaron chimeneas, y todos nos preguntamos en qué momento aparecería el cerdo volador que adorna la portada de este disco que estaba siendo anunciado ante nuestros ojos: Animals.

Sonriente, el maestro Waters interpretó en la guitarra acústica las partes 1 y 2 de Pigs on the Wing. Por un momento pensamos que con eso nos cerraba la puerta a este disco; después de todo, la parte 1 de esta canción abre el álbum y la parte 2 lo cierra. Pero no, Roger solo nos torturó brevemente, porque inmediatamente nos sorrajó, ante nuestro deleite, Dogs. El solo de esta canción arrancó varias lágrimas por el puro gusto de estar ahí presentes.

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Con Pigs, del mismo álbum de Animals, el ambiente dejó de ser psicodélico y motorolo para tornarse serio y ominoso. El cerdo apareció entonces entre las chimeneas de la izquierda, y entonces Trump apareció en las pantallas. A él dedicó esta canción y la letra (Charade you are!), mofándose y ridiculizándolo por medio del video durante toda la interpretación. Para finalizar, sobre la pantalla se presentaron varias frases en español expresadas por el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, algunas muy mal traducidas, todas calentando a la gente para acabar proyectando en la pantalla, a todo lo largo: “Trump Eres Un Pendejo.”

Sonidos de helicópteros anunciaron que entrábamos a la parte final del concierto. Eran el preámbulo a The Happiest Day of Our Lives y a Another Brick on The Wall, del álbum The Wall. Los martillos hicieron su aparición, y el maestro, y los aviones, y mucho de la animación de Gerald Scarfe. La locura.

Fue con la interpretación como solista de Roger de la canción Mother que se armó el pandemónium. Precisamente al llegar a la parte de la canción en la que la letra dice “Mother, should I trust the government?”, en la pantalla se proyectó la frase “Renuncia”. Ya sabíamos todos a quién se refería. Los cánticos de “Fuera Peña Nieto”, conforme avanzaba la canción, fueron cambiando a “Muera Peña Nieto”, en una demostración casi tan fascista como la de Pink en la película The Wall. La pantalla entonces cambió a “Renuncia Ya.”

Roger había hablado y había así expresado su opinión sobre Trump y sobre nuestro presidente. Ninguno se salvó.

Run Like Hell la dedicó a los paranoicos y, al finalizar la canción, levanta el puño.

The Dark Side of The Moon se volvió a hacer presente con Brain Damage y Eclipse. Ante nuestros ojos, una pirámide de luz se levanta al frente del escenario, y de su interior salen haces de luz con los colores del prisma de la luz que se proyectan al firmamento, en subyugante demostración de tecnología.

Roger y la banda emprendieron la salida, despidiéndose de nosotros y deseándonos buenas noches… solo que la despedida no fue tal, porque regresaron dos minutos después.

En un muy mascado español, Roger leyó una carta dirigida al “presidente” – sin llamarlo por su nombre o apellidos, sabíamos que hablaba de EPN – en la cual le reclamaba los más de 28 mil desaparecidos desde 2012. “Recuerde que toda vida es sagrada, no solo la de sus amigos. Es hora de derribar el muro de los privilegios que separan a los ricos de los pobres. Sus políticas han fallado. Los ojos del mundo lo están observando,” concluyó.

Armado únicamente con su guitarra, nos puso a cantar entonces Vera y Bring The Boys Back Home y, al finalizar, toda la banda se arrancó con la canción final: Comfortably Numb, después de la cual – ahora sí – se despidieron para no regresar.

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Eran las 23:53.

Roger Waters había tomado posesión del Foro Sol y de las conciencias de todos.

Descansaría y se prepararía para presentarse en el Zócalo, frente al Palacio Nacional, ante más de 200 mil asistentes, con el mismo mensaje, dos días después.

La Música fue el vehículo, el Mensaje fue del artista.

Y así esta visita entró a la Historia del Rock y a la de México…

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

Fotos de Nicolás Geded

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