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Rock en Yucatán

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El futuro del Rock en Yucatán

El rock en Yucatán ha sido, es, y seguirá siendo uno de los géneros musicales más limitados y con menos posibilidades de crecimiento. Los roqueros locales están situados debajo de otros artistas en ingresos económicos y reconocimiento público, debido a varios factores que a continuación vamos a describir cronológicamente.

El rock desde su nacimiento estuvo ligado a la rebeldía. A nivel mundial confrontó la resistencia generacional de un mundo adulto que insistía en mantener el concepto de las “buenas costumbres” sobre el desarrollo artístico de las juventudes inglesas y norteamericanas. Desde que Elvis Presley irrumpió, moviendo la pelvis a ritmo de rock and roll, la sociedad (o una inmensa mayoría de ella) contuvo hasta donde le fue posible al nuevo ritmo que, pese a todo, creció hasta sumar en su entorno manifestaciones creativas que marcaron pautas importantes en la música, las letras, el arte gráfico e incluso la moda. La guerra de Vietnam en la década de los sesentas se convirtió en el máximo punto de conflicto, cuando el movimiento rockero se manifestó abiertamente por la paz y fue reprimido brutalmente.

Con el paso de los años, el rock fue mutando y adaptándose a las nuevas condiciones del sistema. Así vimos la realización del magno concierto “Live Aid” que confirmó su alianza con el poder, a pesar de que en Estados Unidos surgió la peligrosa ley que clasificaba los discos de rock como una influencia negativa sobre las nuevas generaciones.

En los noventa, el rock ya formaba parte del sistema de manera abierta, sus ritmos sirvieron como herramienta bélica del imperio en Panamá, y además se había convertido en uno más de los muchos artículos de consumo.

En la actualidad el rock ya no es en esencia lo que fue cuando nació, y tampoco promete cambios en los años por venir. Sin embargo, su legado es fundamental en la historia contemporánea como el fenómeno musical del siglo XX.

En México al rock le fue incluso peor: el Festival de Avándaro en 1971, su concierto más importante, se convirtió en el pretexto perfecto para recibir el ataque frontal del gobierno. A partir de entonces, y durante los siguientes 20 años, fue perseguido, atacado y censurado. La situación fue tan grave, que fue hasta la década de los noventa que comenzaron a llegar bandas internacionales para actuar en México.

En Yucatán, el rock inició desde finales de los cincuenta, pero fue en la década de los sesenta cuando surgieron los primeros talentos que deslumbraron con su técnica y capacidad artística. Músicos de esa generación como Wilberth Góngora, Miguel Manzur, Eric Flota, y otros que surgieron en los setentas como Miguel Barrera, Juan Cárdenas, Gabriel ‘Judío’ Ocampo, Jorge Carlos Castro, Marco Rodríguez, Iván Martínez, los hermanos León y muchos más, marcaron la pauta a seguir. Durante muchos años lograron sobrevivir actuando en eventos organizados entre las mismas bandas, en bares y fiestas privadas. Estos grupos consolidaron su imagen, a pesar de seguir debajo de otros ritmos como la cumbia y la trova en demanda popular.

En los ochentas surgieron otros íconos musicales como Miguel Pasos, los hermanos Juan y Pedro Herrera, Rubén González, Luis Pérez Canito, Fito Correa, Luis “Foco” Rodríguez, el famoso David “Puff” Carrillo y muchos más que encontraron refugio en Universidades, Institutos y escuelas, en bares y audiciones privadas. Se realizó uno de los primeros festivales de rock, con la participación de más de 7 bandas yucatecas, evento que incluso fue transmitido en vivo en la radio local. Fue precisamente este medio el que brindó mayor apertura al rock con la transmisión de diversos programas de la especialidad como “Club Amigos de Rock” (Sistema RASA), “El Rock Un Suceso Musical” (SIPSE), “Rock Computarizado” (ACIR), y “Conexión Directa” (RASA).

Los noventa vieron nacer al “Tianguis del Rock” en las instalaciones de la radio oficial; el programa “Rockultura”, en RASA resucitó “La Onda de las 10” con transmisión diaria; la televisión estatal abrió sus puertas a “9 P.M.”, “ROCKADICCION” y “METALMORFOSIS”; surgieron foros como “Calaverita”, y empresarios dispuestos a arriesgar su dinero en la contratación de grupos nacionales. Llegaron a Mérida grupos de la talla de “El Tri”, “Caifanes”, “Maldita Vecindad”, “Café Tacuba”, “Luzbel”, “Tex Tex” e incluso internacionales como “Ángeles del Infierno”, “La Unión”, “Sinister”, “Pandemia” y muchos más. Los medios impresos permitieron columnas dedicadas al tema como “Rock and Rollos” (de Daniel Barquet), “De Puro Láser”, y los siempre interesantes artículos de Jorge Cervera y Conrado Roche.

A inicios del nuevo milenio, a pesar del notable incremento en actividades y espacios, los artistas rockeros locales vieron disminuir sus posibilidades de crecimiento. Esto a pesar de que, desde el 2008 hasta la fecha, surgieron espacios como el foro alternativo La Quilla (y otros), los Encuentros de Cultura Alternativa (y sus respectivos tianguis), los festivales Rockultura, etcétera. Año con año siguen apareciendo nuevas agrupaciones hambrientas por dar a conocer sus propuestas.

Vivir del rock en Yucatán es prácticamente imposible: existen muchas bandas, pero una minoría obtiene ingresos directos por sus actuaciones. El Rock es uno de los géneros musicales más exigentes, se requiere de dedicación y constancia heroicas para llegar a un nivel aceptable.

Pero una vez lograda la técnica, se requiere de una inversión tremenda para darse a notar, y la mayoría no cuenta con recursos para pagar promoción. En Yucatán no existen compañías dedicadas a la contratación de talentos locales. Organizar conciertos masivos se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, por el exceso de requisitos y los montos de depósito para autorizaciones.

Muchos bares prefieren contratar bandas que toquen canciones conocidas, que grupos que interpreten sus propias composiciones.

Todo esto ha traído como consecuencia un círculo vicioso: por un lado, los propios rockeros no se organizan para crear nuevos espacios, y por otro no existe un verdadero compromiso social de las autoridades para darle posibilidades a este enorme sector creativo.

Es innegable que el rock se debe profesionalizar, los rockeros deben entender que la escena puede revitalizarse solamente si redoblan esfuerzos, estudian nuevas alternativas de promoción y unen fuerzas con otros grupos, promotores y artistas para crear proyectos de difusión. Las autoridades tendrán menos posibilidades de negar permisos si les son presentadas propuestas viables, con costos exactos, con un análisis del impacto del mismo, y una presentación más profesional de los implicados.

En Diario del Sureste hemos abierto nuestras páginas a todos los rockeros e integrantes de la escena local que formen parte de cualquier actividad de cultura alternativa. Les reiteramos la invitación para hacernos llegar los detalles de sus eventos, noticias, cartelones, demos, proyectos, y cualquier información que deseen compartir con la comunidad yucateca.

Que el Rock sea con todos y cada uno de ustedes.

RICARDO PAT

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