Pedrito, una víctima más del maltrato sin razón

Los animales son de Dios.

La bestialidad es humana.

Víctor Hugo

Existen situaciones que nunca quisiera vivir, en las que pido al destino no me ponga, porque sé que me van a rebasar como ser humano.

En días pasados, nuevamente atendimos a una llamada de auxilio en las redes sociales para atender a un animalito, un gatito que aparentemente no tenía patitas traseras, o que al menos no se le distinguían por la oscuridad de la noche. El felino se arrastraba entre la basura utilizando los miembros delanteros, lo cual ya es en sí una posición indigna para un ser que es símbolo de agilidad e inteligencia.

El minino pudo ser atraído con alimento y agua para ser resguardado mientras llegábamos por él para trasladarlo a una clínica que lo quisiera recibir ya que pasaban de las 9 de la noche. Una chica de nombre Diana fue quien lo aseguró y lanzó la llamada de auxilio.

Acudimos a la clínica y, al sacar al gatito de la caja en que se transportó, se vio en toda la magnitud el daño que presentaba: tenía laceradas hasta la carne viva las patas traseras, como resultado de la fricción contra el piso, presentaba heridas en escroto al grado de ser ya tejido muerto, incluso tenía gusanos como producto de haber estado en contacto con la basura. Presentaba también deshidratación, y a lo anterior había que sumarle la inmovilidad de los miembros posteriores los cuales, sin embargo, no se veían fracturados. Un lavado mecánico de las heridas fue la primera acción, así como canalizarlo para pasarle suero vía intravenosa, además de analgésicos y antibióticos para que al día siguiente se programaran radiografías. El primer pensamiento fue: este pobre fue atropellado hace un par de días.

La mañana siguiente fue trasladado al Hospital Veterinario Revilla, bajo los cuidados del médico veterinario Clemente Revilla. Ya para entonces Alejandra Monforte Tenorio había tomado el caso para darle seguimiento. Ahí fue nuevamente valorado y aseado en su totalidad, para proceder a realizar análisis más minuciosos.

Las noticias después de los estudios no podían ser peores: el minino presentaba desnutrición, deshidratación severa, ulceración de mucosas, pérdidas dentales, parásitos y ácaros. Los análisis también arrojaron positivo a Síndrome de Inmunodeficiencia Viral Felina (comúnmente conocido como SIDA gatuno).

Sin embargo, lo más indignante del caso fue lo siguiente: presentaba a nivel de la 4ª y 5ª vértebras unos objetos alojados que al final resultaron ser unos diávolos o “copitas”.

Nuestro amigo no fue atropellado, algún infeliz le disparó seguramente por simple diversión, desgraciando para siempre su existencia ¿Hasta dónde puede llegar la maldad humana para atentar contra la vida de un ser vivo solo por el placer de hacerlo? ¿Acaso es esto lo que queremos enseñar a las nuevas generaciones?

El Doctor dictaminó que esas lesiones correspondían al menos a 10 días de estarse arrastrando y la persona que lo reportó primeramente jamás lo había oído o visto, por lo que seguramente fue baleado y estuvo en otro lugar sufriendo, para luego ser tirado a la basura donde fue encontrado. Para hacer frente a tanto sufrimiento se debería ser fuerte como una piedra, por lo que a partir de entonces le conocemos como Pedrito.

El pronóstico de Pedrito es reservado, continúa internado para tratar de estabilizar su débil organismo, y continuar con los intentos de devolverle la dignidad robada. Tiene sondas, se le ha suministrado oxígeno, todos los cuidados intentando reparar lo que algún infeliz dañó.

Pedrito es un símbolo más de la sinrazón humana que insiste en dañar y destruir a los más débiles solo por diversión. No es “sólo un animal”, es un ser vivo que merecía el respeto de los seres que en teoría son más pensantes y más civilizados que él.

Desafortunadamente, vemos más “Pedritos” día con día, y los seguiremos viendo mientras no eduquemos en valores a nuestra niñez y juventud. Alguien en algún lugar le disparó a un “simple” gato, pero es muy probable que el día de mañana lo haga contra una persona.

Este también es un llamado a la solidaridad para no dejar sola a Alejandra, su rescatadora, en este trance. Los rescatadores se mueven con sus propios recursos y por lo general estos escasean. Se puede apoyar a Pedrito donando a la tarjeta 4152 3123 6141 3435 de Bancomer (puede ser en Oxxo con comisión) o directamente en la Clínica ubicada en la calle 31 (Circuito Colonias), núm. 204 x 20 y 22 de la Colonia México Oriente.

Acabo estas líneas sin poder escribir más, al tener los dedos entumecidos de rabia, impotencia y tristeza, esperando que la Ley del Karma o de la vida no alcance a la persona o personas que hicieron tanto daño a Pedrito porque, al final de las cuentas, no se puede responder a la violencia con más violencia.

Carlos M. Vivas Robertos

 

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