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Once Ahau Katún

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ONCE-AHAU-KATUN

Estoy en 20 de enero del año del 2015.

Marqué los nombres de los años en que empezó el cristianismo.

He aquí lo que escribí:

“En el año de mil quinientos cuarenta y uno es cuando los españoles llegaron a la eterna tierra del Mayab, es cuando inició el Once Ahau Katún, y fue que sucedió la fundación de Mérida en la antigua ciudad maya de T’hó, en 1542. Pasados una veintena de uinales, llegó la fundación de Valladolid, antigua Zací y lugar de importantes enfrentamientos entre los extranjeros y los hijos de la tierra en los años posteriores”.

He aquí lo que escribí:

“En el Once Ahau Katún los cinco cerros de Ichkaansihó, donde fue fundada Mérida, acabaron por demolerse para la construcción de las calles de la nueva ciudad y ya no vemos más cerros. Durante este tiempo denominado ‘Conquista’, indios murieron en los primeros enfrentamientos por la defensa del mundo antiguo; y siglos más tarde otros tratarían nuevamente de abandonar el yugo dominante, pero vanamente, durante la ‘Colonia’, en una guerra intra-racial a ciento setenta años antes de hoy”.

“Cerca de diez katunes después del avasallamiento de los pueblos en la Conquista, el blanco español fue ‘expulsado’ finalmente de estas tierras con el nombramiento de una nueva nación no subordinada a la Corona española, y sus descendientes criollos iniciaron una nueva estructura social y política, que para el indio no trajo cambios ni beneficios; ahora las estructuras en Yucatán eran los hijos de los españoles nacidos en México, los individuos engendrados producto de la unión del blanco y el maya, y los indios que siempre habitaron las selvas”.

“Así, los descendientes de los itzáes muchas veces fueron y son negados, hasta hoy, por una sociedad excluyente y temerosa de nuestra ‘ignorancia’ –porque no eran mestizos ni tampoco hijos de españoles nacidos acá–, apática ante la falta de ‘conocimiento’, condición social a la que el sistema político y económico de hoy y siempre les ha arrojado, condición que los ha atado durante siglos, en un círculo vicioso que se llama realidad y que siempre se traduce en injusticia, falta de oportunidad y falta de reconocimiento”.

“Es así como los moradores de la ya inexistente ciudad de T’hó celebran el erguimiento de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Mérida el 6 de enero de cada año en un ambiente de algarabía, pero es inevitable que este suceso simbolice una imposición fatalista e irrevocable, es lo que se asienta en el Once Ahau Katún, es su inicio 1542, es lo que auguró la noche, es lo que dijo el sacerdote, el que tendido de espaldas habla”.

“Hoy la cuenta larga ha acabado, veinte veintenas de años después de la llegada de los dzules, trece baktunes desde el principio en que Dios padre creó el calendario, trece veces ciento cuarenta y cuatro mil días y trece veces ciento cuarenta y cuatro mil noches después. ‘Toda luna pasa, todo año, todo día, todo viento, camina y pasa también. También toda sangre llega al lugar de su quietud, como llega a su poder y a su trono’, reza el libro sagrado”.

“La flor amarilla de los montes, sustento de la abeja, se ha convertido en una plaga para los diversos potreros ganaderos de la región, y el Yaxché solamente sirve para ser cargado sobre los hombros en las fiestas dedicadas en honor a las deidades traídas de España, ya no significa la unión entre las dimensiones místicas y la terrenal, y tampoco es tratada con respeto”.

“El idioma es llamado ‘cultura maya’ y representa casi un vestigio en los museos, al igual que los templos sobre los cuales erigieron los de la nueva religión”.

 “Esta ‘cultura maya’ es objeto de maravilla entre diversos estudiosos, incluso algunos códices, especies de papiro en los que antiguos sacerdotes escribieron importantes datos de la cosmogonía, pudieron recuperarse después del ‘holocausto indígena’, pero se encuentran en otras naciones, en el viejo continente, de donde vinieron los de barbas rojas, hombres comedores de anonas, los dzules, quienes dieron paso a lo que hoy digo”.

“Lo que el descendiente yucateco olvida es que la cultura y la verdad se encuentran en la selva, en los templos, en la vida cotidiana de los hijos de esta tierra y no en un museo, y Mérida es un gran museo así como el vestigio de lo que fue esta región. Aún los hombres del Mayab caminan por los cuatro puntos cardinales, pero no son vistos, han pasado desapercibidos desde siglos y seguirán pasando si no son tomados en serio la antigüedad, el pasado y el aliento de nuestra madre”.

Estoy en 20 de enero del 2015, conté los años después del término de la cuenta larga.

Un tiempo se acaba y otro comienza.

Este es el tiempo.

 

Alfonso Hiram García Acosta.

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