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Muros de Agua

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Editorial

Editorial112019_1Es trascendente y significativo que un centro de reclusión, doquiera se ubique, desaparezca y pase a engrosar el historial de recuerdos tristes de un pasado injusto.

Y no es que deban desaparecer todos los penales y cárceles que cubren la función de segregar temporalmente a elementos criminales de la vía pública y la convivencia social. El sistema jurídico de cualquier país moderno considera sistemas de prevención, enjuiciamiento y castigos de reclusión a elementos antisociales calificados como delincuentes.

Los sistemas de justicia, aún en sus imperfecciones por vicios alojados en procedimientos, juzgadores y deficientes defensas, culminan los procesos bajo la apariencia de cumplimiento pleno de requisitos e instancias, lo que no siempre es cierto.

Además, existen tiempos y casos de excepción en muchos países, tiempos y circunstancias.

Otrora, la sicosis en los Estados Unidos ante la infiltración del socialismo en sus ámbitos culturales, sociales y económicos, los temores de sus gobiernos ante los proclamadores de ideas avanzadas, las ambiciones imperiales de algunos centros de poder, influyeron en acciones de acoso, persecución, detención y juicios, sumarios y/o arbitrarios contra personajes cuyo pecado mayor fue disentir de las directrices gubernamentales vigentes. Consecuentemente, algunas personas fueron acosadas, detenidas, “enjuiciadas” y confinadas a sitios de castigo cuya imagen más nefasta fueron los campos nazis de exterminio para la población judía.

En México, tristemente, en años pretéritos, la disidencia intelectual de los creadores fue perseguida, acosada y procesada con muy lamentables consecuencias para nuestra cultura.

Tal es el caso del novelista José Revueltas, víctima del statu quo de una época, cuando los poderes fácticos se ensañaron en su persona, lo “juzgaron” y enviaron a purgar condena a una aislada prisión en las Islas Marías.

Aun ahí, en la libertad de su mente creadora surgió una obra grandiosa para la literatura mexicana y universal, “Muros de Agua”, hermosa alegoría de su obligada e injusta prisión isleña, de la que era materialmente imposible evadirse, escapar. A partir de su primera edición, en 1941, su novela surcó el mundo de las conciencias y dejó profunda huella.

Lo anterior viene como antecedente a la decisión del nuevo presidente de la República, quien anunció el cierre total y definitivo de la prisión de las Islas Marías, su desaparición y conversión en un sitio especial abierto a la convivencia, especialmente para los niños de México.

Será a partir de ahora un centro de formación educativa, y de observación y estudio sobre la flora y fauna, así como de convivencia abierta a niños, jóvenes y familias.

Los MUROS DE AGUA no serán nunca más una prisión para los hombres y su libertad de conciencia. Además, llevará el nombre del escritor mexicano José Revueltas.

En tanto gobernantes de grandes potencias mundiales sueñan con construir muros impenetrables, en México se perciben señales claras de un cambio de conciencia política y nuevos tiempos para la convivencia pacífica y la integración de los pueblos de América.

El mundo de ahora necesita no la construcción más muros, sino la apertura de todos los espacios para que por ellos circulen los aires de plenitud de libertad para todos los seres y las conciencias humanas.

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