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Memorias de don Manuelito Lara – IV

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Colonia Yucatán

Don Luis Manuel Lara Álvarez, otras de las personalidades sobresalientes en la Colonia Yucatán, continúa compartiendo con Ariel López Tejero sus recuerdos de cuando laboró en la fábrica, donde ocupó diversos puestos.

Después del almacén, por el ’62 pasé al departamento de costos como auxiliar de contador en la Colonia. No sé cuántos años estuve con esa responsabilidad, la empresa tenía dividido todo en compañías. No sé qué pasó, fue en la época de Echeverría, o les detectaron cómo le hacían para evadir impuestos porque, mira: ahí existían Maderas de Yucatán, era la que transportaba la madera, los activos fijos eran maquinaria pesada, camiones y equipo de transporte.

Se hacía el transporte de la maquinaria y camiones al aserradero que hacía la maquila de la madera; Hacienda San Enrique. Decían que ese terreno de la hacienda San Enrique llegaba hasta el Cuyo: rancho Chapas era propiedad de los socios. Recuerdo que el rancho en 1950 tenía 10 mil cabezas de ganado porque el carpintero que hizo el logotipo del rancho trabajaba con mi viejo en la Sierra. El taller quedaba donde estaba el antiguo aserradero, el viejo aserradero, recuerda don Manuelito.

Un recuerdo especial tiene como fecha el 23 de diciembre de 1960: se casó con Ada Díaz en la Colonia.

El padre Romancito Kasperzak nos casó. Tuve mucha amistad con el padre porque él iba a comprar gasolina al almacén. Cuando fui a pedirle la misa, como buen yucateco lo dejé de última hora y cuando fui a verlo no había fecha. Revisó su agenda y me dijo “No hay.” Creo que vio mi cara triste y me dijo: “Te voy a casar, pero a las diez de la mañana.” Ya tenía yo todo listo: el licor, la comida, la cerveza. Mi mamacita cocinó muchos pavos en escabeche, hubo cochinita. ¡Tres días duró la fiesta! Mis padrinos fueron don Sixto Marfil y Lupita Mena, por mi esposa su hermana Emma Díaz y Luis Canto.

Como buenos católicos, el matrimonio Lara-Díaz fue uno de los activos y entusiastas promotores de la construcción de la iglesia de la Sierra dedicada a San José que bendijo el padre Pedro Petrucci. Él pedía a la gente que saquen las piedras de sus patios; nosotros cada semana hacíamos tardeadas frente a mi casa. Mi esposa Ada hacía las botanas y yo veía la venta de cervezas, todo a mano limpia ¿eh? Malafacha (José García) nos ayudó mucho. Toda la ganancia era para la construcción de la iglesia. Así la construimos con todo y campanario, al que le pusimos su crucecita azul de luz de neón. En lo personal, fui el de la idea de ponerle el nombre de San José. Recuerdo que la primera fiesta en su honor no salió bien, el baile de la cabeza de cochino no se hizo. Jueves chico (Víctor May) y yo propusimos al padre la idea que se le haga su fiesta a San José, la Santísima Virgen ahí estaba y había un san Martincito que donó un carnicero de la Sierra. Mi hijo Gaby estaba chico, no me acuerdo de la fecha, por el ’65 más o menos. Hay una foto donde están todos los niños de la sierra subidos en un tráiler, es una foto muy bonita que tomó el padre Pedrito.

De la Colonia recuerdo casi todo. Lo que más me gustó fue la tranquilidad y que todos nos conocíamos. No había maldad, competencia de nada, ni envidias, todos nos llevábamos como hermanos. Recuerda que el noventa por ciento de la gente de la Colonia éramos católicos; por cierto, yo nunca fui al cursillo, insistió mucho el padre Pedro pero nunca fui. Quedé en deuda con él. La última vez que lo vi lo saludé, lo abracé, le pedí su bendición, me agarró del brazo y me hizo la oración. Se siente… chinchales, no sé, una cosa maravillosa. Fue la última vez que lo vi.

Continuará…

L.C.C. VICENTE LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

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