Lo que no sabías de Eligio Ancona

By on enero 14, 2021

LO QUE NO SABÍAS DE ELIGIO ANCONA

Oscar A. García Solana.

Los hechos históricos son hechos consumados, no así la narración de los mismos. Quien hace Historia tiene el deber ineludible de reseñar los hechos tal y como ocurrieron, de otra manera es la misma Historia la que le llegará a señalar como falaz.

En nuestra historia vernácula hay un personaje que a pesar de haber aportado a Yucatán y a México todo el cúmulo de sus capacidades, que no fueron pocas, no ha alcanzado todo el reconocimiento que merece.

Don Eligio Ancona Castillo es conocido en Yucatán como exgobernador, historiador, escritor. Es menos conocido en su faceta de dramaturgo, pues sólo se sabe por la prensa de la época que algunas de sus obras se presentaron en el Teatro Peón Contreras, aunque es poco lo que tenemos al alcance para ayudarnos a conocer con amplitud la trama de las obras y el estilo del autor.

En el libro Historia del Teatro Peón Contreras (1946), de Gonzalo Cámara Zavala, encontramos que de Eligio Ancona se presentaron las obras Una boda de astucia, La fiesta de Santiago, Nuevo método de atrapar a una joven, La caja de hierro, Las alas de Ícaro y Rica Heredera. Por las fechas que se señalan se aprecia que las primeras representaciones dramáticas de Ancona se presentaron en el Teatro San Carlos.

La historia nos dice que en la ciudad de Mérida, por los primeros años del siglo XIX, había un solar, conocido como “corral” por la tradición traída de España, en el que se hacían representaciones teatrales. El gobernador Benito Pérez Valdelomar influyó para que en la esquina de las actuales calles 60 x 57 se hiciera una construcción más adecuada para estas actividades artísticas y fue así como en 1807 fue inaugurado el primer Teatro San Carlos, que habría de ser destruido por un incendio pocos años después en fecha no conocida.

El segundo Teatro San Carlos fue construido en el mismo lugar en el año de 1831, aunque en 1878 recibió el nombre de Teatro Bolio al cambiar de propietario. A su vez, el Teatro Bolio cambió de nombre en diciembre de 1878 y tomó el nombre de Teatro Peón Contreras, que fue predecesor del actual teatro del mismo nombre, que se comenzó a construir luego de la demolición del primero a principios de 1900. Fue inaugurado por Olegario Molina Solís a finales de año de 1908.

Las obras de Ancona Nuevo Método de atrapar a una joven y La caja de hierro se estrenaron en el Teatro San Carlos en junio de 1862, puesta en escena que corrió a cargo de la compañía dramática de Manuel Martínez Casado.

En 1881, la compañía dramática de Leopoldo Burón presentó, entre otras, en el primer teatro Peón Contreras, la obra de Ancona Las alas de Ícaro. En 1910 la compañía dramática de Rosita Arriaga presentó en el actual Teatro Peón Contreras la obra póstuma Rica Heredera.

Sólo de una de estas obras queda algo escrito; de las demás no podemos conocer trama, personajes o estilo. Nos quedan los comentarios recogidos por Arturo Gamboa Garibaldi en la Enciclopedia Yucatanense con respecto a “Nuevo método de atrapar a una joven” y que fueron publicados en El Espíritu Nacional el lunes 18 de agosto de 1862. Dice Gamboa Garibaldi: “La originalidad de su argumento y los chistes de que está sembrada arrancaron al púbico estrepitosos e innumerables aplausos, y el autor fue llamado a la escena a la conclusión de la pieza.” Esta obra se estrenó el 17 de agosto de 1862 (Magaña, 1966, p. 56).

Años después, en la página siete de El Libre Examen correspondiente al 8 de enero de 1881 se anunciaba: “LAS ALAS DE ÍCARO”: “Así se titula el drama en tres actos que ha escrito en correcta y elegante prosa el Sr. Lic. Eligio Ancona, autor de la Historia de Yucatán. El buen gusto y la inteligencia del público meridano sabrán tributar los merecidos aplausos al distinguido dramaturgo.”

Nos señala también Arturo Gamboa en sus comentarios mencionados anteriormente que en el argumento de “Las alas de Ícaro”, estrenada en 1881, hay calor de vida y aliento de pasión, los personajes se hallan bien presentados y están desarrollados con suma habilidad y artificios, el diálogo tiene viveza y no faltan pensamientos bellos y oportunos.

En la página cuatro del El Libre Examen correspondiente al 16 de enero de 1881 se da la noticia de que el 11 de enero de 1881, al término del estreno de Las alas de Ícaro, el autor recibió una ovación “expléndida” (sic) por parte del público, así como varias coronas de laurel por parte de sus amigos de la Sociedad de La Unión, de la Juventud Liberal de Mérida y del Comercio. Se señala que, concluida la función, el Sr. Ancona fue acompañado hasta su casa (a escasas cinco cuadras del Teatro Peón Contreras, por cierto) por un nutrido contingente, y ya en las puertas de su domicilio, con música militar de fondo, se pronunciaron brindis entusiastas en su honor.

No contamos en la actualidad con los manuscritos –o al menos con copias de ellos– de las obras de teatro presentadas: el tiempo y la falta de previsión se los han llevado.

Nos queda de Ancona otra obra de teatro de su juventud, fechada cuando iba a cumplir 22 años, en noviembre de 1858. Valentina es una obra encontrada entre los archivos resguardados por el Arq. Aercel Espadas Medina y su esposa Maricarmen Ancona, nieta de Eligio. Interesante es el anagrama perfecto utilizado por Eligio Ancona y no registrado anteriormente pues firma la obra como “Ignacio Onela”.

La transcripción mecanográfica hecha por Maricarmen Ancona trató de conservar el formato y las anotaciones, así como las correcciones, que el propio Ancona había dejado en su manuscrito. Es interesante poder ver cómo mudaba una línea para adecuarla mejor a lo que pretendía decir.

Este drama en tres actos con seis personajes se desarrolla en versos octosilábicos y endecasílabos. Trata del conflicto de amores de Valentina y sus dos cortejadores, Alberto y Rodrigo, éste último un delincuente a quien Valentina quería. Aborda el eterno conflicto entre el bien y el mal, de hacer lo que se quiere o hacer lo que se debe, sobre todo en cuanto se trata de afectos. La forma en que está escrita esta obra puede sonar arcaica por el lenguaje y el verso, pero el tema es atemporal, se vive en cualquier tiempo. Lo importante de este rescate hecho por Maricarmen Ancona es que nos permite apreciar un poco más la personalidad del autor, la calidad de Don Eligio Ancona.

Otros asuntos hay que son poco conocidos por el gran público, como la verdadera fecha de nacimiento de Ancona, su árbol genealógico que se remonta hasta Francisco de Montejo “El Adelantado”, y la verdadera primera novela publicada por este autor.

En lo que respecta a la novela Uno de tantos, firmada por Ancona con su seudónimo Lagartija, durante mucho tiempo fue poco conocida y eran pocos los que habían podido leerla, porque no se presentó en forma de libro, sino que se publicó por entregas en el periódico La Burla entre el 20 de enero y el 11 de febrero de 1861. Esto hace que Uno de tantos sea la primera novela publicada de este autor, antes de La mestiza, del mismo año.

Esta novela es una crítica a las prácticas sociales de la época en que se genera la trama, época en que se desarrollaba la infame trata de indios. Hace crítica asimismo de las extralimitaciones y abusos de los cachupines, gracias al exceso del malinchismo de los yucatecos.

Nos muestra también las costumbres y prácticas de la clase media con pretensiones, sus “manías y debilidades” como les llamaba Ancona, y nos deja entrever la vida política de aquellos tiempos, entre pronunciamientos y asonadas.

Murió don Eligio María Ancona Castillo el 3 de abril de 1893 a los 56 años de edad, a ocho meses de cumplir los 57, durante el cumplimiento de su deber como Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Relativamente pocos años de edad, pero muchos logros en su vida, prolífica en todos los sentidos.

Dos entonces son los temas que se tratarán en este libro: la veracidad de la fecha de nacimiento de don Eligio con documentos irrefutables, y cómo y por qué fueron tergiversados los hechos alrededor de su onomástico, así como algunos otros datos de su biografía que nos permite corroborar su perfil de hombre liberal y por otro lado el árbol genealógico del prócer, que llega hasta Francisco de Montejo “El Adelantado” y que incluye ascendientes ligados al judaísmo o a la literatura de talla universal como es el caso de su relación con el poeta del renacimiento español Gutierre de Cetina y que, con base en los documentos del archivo del arzobispado de Yucatán, incluye información de los doce hermanos Ancona Castillo, los que Valdés Acosta decía que fueron seis, y con documentos obtenidos en el Archivo General del Estado encontramos que don Eligio tuvo nueve hijos, cuando Valdés Acosta señala solo cinco.

En nuestros días hay quienes quieren conservar viva una polémica que, más que manchar, enaltece la memoria de tan insigne yucateco, pues demuestra la importancia que representó y todavía representa la imagen liberal de este exgobernador de Yucatán ante las posturas conservadoras de la derecha ideológica.

La polémica, abanicada y mantenida por quienes no se atreven a invertir su tiempo en una investigación seria e historiográficamente válida pues se limitan a copiarse unos a otros, tiene relación con la fecha de nacimiento de don Eligio.

Como señala Vallado (2008, p. 8), en ocasiones hay que reescribir episodios históricos que se consideran muy conocidos, por varios motivos: porque aparecen fuentes que no se habían considerado, porque las fuentes en la que siempre se ha basado el episodio no contaron en su momento con otras fuentes que posteriormente pueden ayudar a clarificar el episodio, por las discrepancias significativas entre las fuentes tradicionales y porque, para reseñar el episodio, anteriormente se hizo uso de métodos actualmente no válidos para hacer historia, que estaban basados en lo que se quería o necesitaba decir, y no en lo que realmente ocurrió.

Siguiendo este consejo, la propuesta es retomar la información contenida en las fuentes, analizarla y confrontarla con nueva evidencia, y reconstruir el episodio a partir de este ejercicio.

Para que la historia sea cierta, debe resistir el proceso razonado de la comprobación. Dijo bien quien escribió que la historia es imitación. Pero imitación creadora; creadora de verdad, no de ficciones,” decía Joaquín Lanz Trueba (1938) en sus Estudios Históricos (p. 91). Y continuaba: “Vivir en el error es siempre fácil, por ser continuación; pero investigar la verdad es difícil y siempre laborioso, por ser reconstrucción” (p. 103).

Como se irá demostrando a lo largo de la investigación expuesta en este libro, para poder llegar a las conclusiones válidas en cuanto a los hechos de la Historia se necesita paciencia, intención de llegar a la verdad, recursos económicos, de tiempo y sobre todo de fuentes primarias y contemporáneas a los hechos en las que se pueda abrevar, sin olvidar la importancia de la oportunidad, pues las fuentes pueden existir, pero no estar disponibles por alguna circunstancia.

Más que despejar brumas, la intención es eliminar el velo que desde hace casi un siglo colocaron con fines aviesos sobre la efeméride de don Eligio, pues la intención era evitar los festejos que con motivo de la celebración de los primeros cien años de su natalicio se preparaban en la capital de la República. En el año 2011, cuando se celebraron los 175 años del natalicio del prócer, se nos brindó la oportunidad de dejar las cosas en claro.

Mi agradecimiento a quienes laboran en la Biblioteca Yucatanense de la Secretaría de la Cultura y las Artes (antes Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán), el Archivo General del Estado de Yucatán, el Archivo General del Arzobispado de Yucatán y a Family-Search.org de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a la familia Espadas Ancona y a quienes me apoyaron facilitándome fuentes y referencias para conformar este trabajo.

Oscar A. García Solana

Continuará la próxima semana…

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