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Las drogas como pretexto

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The big stick

 

XX

19 de diciembre de 1998

Por estos días se efectuó en Washington la Sexta Reunión Plenaria del Grupo de Contacto de Alto Nivel de México y Estados Unidos, para analizar los resultados de la cooperación bilateral antidrogas. Participaron en el evento los Procuradores de Justicia de ambos países junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores de nuestra nación, el Subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos estadounidense y su Director (zar) de la política Nacional para el Control de drogas, Con el pretexto de las mismas, los responsables de la diplomacia nacional han venido realizando concesiones, cada vez más amplias, para la penetración no solamente de los organismos involucrados en el combate de este azote de nuestro siglo, sino también de organismos policiales y elementos de las fuerzas armadas del vecino país, que en forma abierta o disfrazada, cumplen misiones confidenciales, en donde se mezclan actividades de inteligencia militar y política.

De esta manera, con la mayor facilidad los agentes extranjeros reciben información económica y política de la República, para ponerla al servicio de los intereses norteamericanos.

El negocio de las drogas encubre bandas internacionales que operan en forma paralela a los grandes consorcios multinacionales, con un inmenso poder económico el cual les permite infiltrar los altos mandos de los cuerpos policíacos destinados a combatirlos, así como los altos niveles de las fuerzas armadas y de los gobiernos, en donde se establecen.

Las informaciones periodísticas internacionales ubican actualmente a la Península de Yucatán como trampolín para el envío de estupefacientes al gran mercado consumidor que son los Estados Unidos.

El Gobierno norteamericano, y sobre todo los integrantes de las comisiones correspondientes de la cámara de Representantes y del Senado, anualmente expiden certificados de buena conducta a los países que consideran como sus colaboradores en el combate a las drogas. De esa decisión unilateral derivan medidas y flujos económicos de apoyo, o su eventual retiro.

En México es evidente el esfuerzo que se viene realizando de años atrás para combatir el tráfico de drogas, no obstante, los inconmensurables sobornos que han logrado permear en agencias e instituciones cuya honorabilidad se ha puesto en entredicho. Ocurre aquí algo parecido a cuando en tiempos de la Revolución se acuñó la frase de que no hay quien resista un cañonazo de cincuenta mil pesos.

Todo aquel que disponga de un medio de transporte marítimo, terrestre o aéreo, es susceptible de trasladar el millonario polvo que enloquece a la juventud norteamericana.

Están en todo su derecho las autoridades vecinas de impedir la llegada de este veneno allende la frontera norte, pero cierran los ojos ante la realidad de que el verdadero comercio se realiza en su propio territorio.

En México se sabe de arrestos, decomisos, persecuciones y quema de drogas, pero en cambio, del lado norteamericano, nunca se tienen noticias. La frontera que compartimos tiene dos lados y en la del norte, cuando la droga cruza, desaparece. Allí no sabemos de detenciones de los grandes capos compradores y distribuidores ni de las autoridades involucradas, ni de los organismos o funcionarios corrompidos.

Estamos ante un caso de juicio para el que existen dos pesas y dos medidas. En esta circunstancia, cada año sufrimos en México la humillación de que autoridades extrañas sin ninguna jurisdicción, se erijan en jueces de nuestra conducta, para dictaminar si merecemos o no su certificado de buen comportamiento.

La intervención extranjera en nuestros asuntos ha ido demasiado lejos. Ya es tiempo de ponerle un límite. Por razones de independencia y de seguridad nacional debemos recurrir al orgullo patrio y a la reafirmación de la soberanía para implementar una política firme en defensa de nuestros intereses.

Colaboración no debe ser sinónimo de sumisión.

Ya hemos condescendido demasiado en el campo económico, hemos sacrificado principios de nuestra experiencia histórica y hemos hecho a un lado normas de política internacional sustentadas en los postulados fundamentales de no intervención y libre autodeterminación de los pueblos.

El Presidente Roosevelt en un mensaje histórico por su trascendencia y significado para los países hispanoamericanos, delineó su política internacional basada en un pensamiento de sabiduría oriental, que recomienda hablar en voz baja, pero con un garrote en la mano, o sea, la política norteamericana del big stick, del gran garrote, que a lo largo de este siglo se tradujo en intervenciones, asonadas, desestabilizaciones, derrocamiento de gobiernos populares e imposición de dictadores como Pinochet.

En los últimos años la intervención estadounidense se ha centrado en la expansión económica. Los países latinoamericanos se encuentran endeudados con cifras astronómicas imposibles de pagar. A esto se agrega la permanente devaluación de sus monedas y el descenso de los precios de sus materias primas, incluyendo el petróleo.

De esta manera, el dólar norteamericano compra con centavos la producción de sus vecinos pobres y las empresas estratégicas para sus fines de control y dominio económico.

México es una de las mejores presas. Ya cedimos bancos, aeropuertos, tierras cultivables, ferrocarriles, producción de alimentos. Solamente faltan electricidad y petróleo para cerrar el círculo. Si fueron capaces de enviar grandes flotas hasta Kuwait, no por la libertad de ese rico territorio, sino por su abundancia de hidrocarburos, Chiapas, que se encuentra a la vuelta, con grandes recursos naturales para la generación de energía y combustibles, puede ser el próximo paso. He aquí una explicación de los movimientos separatistas que allí se registran.

Vivimos ciertamente un mundo distinto, con nuevas formas de relación e intercambio comercial denominado economía globalizadora, pero esto es diferente de la pérdida de autonomía y de la nacionalidad. La juventud mexicana, las nuevas generaciones, tienen el deber de estudiar las páginas de la historia Patria y descifrar de nuevo el sentido del sacrificio del puñado de cadetes de Chapultepec, cuando la invasión norteamericana, que tuvo como costo la pérdida de la mitad de nuestro territorio nacional.

Ante la cercanía del próximo siglo, los desafíos son inmensos. Los jóvenes tendrán que enfrentar grandes crisis y diseñar soluciones para salvar al país y orientar su futuro. Aprender sobre la marcha a convivir con el vecino poderoso y a sobrevivir la vecindad. Mantener la estrategia de la amistad, pero conservar la exigencia de la independencia y de la libertad.

En este escenario se han desarrollado las pláticas del Comité de lucha contra las drogas. Nos hablaron suave, pero con el garrote en la mano. Nosotros fuimos sin garrote a tratar de levantarles la voz.

Luis F. Peraza Lizarraga

Continuará la próxima semana…

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