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La Paremiología, Un Estudio del Refrán – XV

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No hay refrán perdido

Nos saludamos nuevamente en este espacio literario, que es suyo, deseando que se sigan deleitando con esta investigación. Les invito a quedarse hasta el final.

ADRIANA RALÓN

La suerte del mexicano como tema recurrente en los refranes mexicanos

Por otro lado, una lista de refranes que tiene por tema “la fortuna” han sido objeto de estudio por Herón Pérez, quien sustenta la tesis de que el tema de la fortuna es uno de los que más interesan al refranero mexicano en forma a veces de la suerte, buena o mala, a veces del dinero que hace cambiar las actitudes y las relaciones de unos con otros. La fortuna, buena o mala, aparece, por lo demás, revestida de varias formas de las otras formas y temáticas que aborda un refranero como el mexicano: en efecto, los rasgos distintivos de cosas como la comida, el vestido, o las relaciones de unos con otros están determinados en buena medida por la fortuna, según aquel dicho paremiológico: Cuando yo tenía dinero me llamaban don Tomás; ahora que no tengo nada, me llaman Tomás nomás.

La cultura que subyace al refranero mexicano generalmente se rige por la convicción de lo primero: la buena como la mala fortuna provienen del azar. Por tanto, en el refranero mexicano hay refranes que documentan ambas convicciones. Se encontraron refranes, como Cada quien se pone la corona que se labra, que indican la verdadera actitud ante la pobreza o la riqueza no es la de quien se sienta a llorar su predestinación sino que, A Dios rogando y con el mazo dando, se pone a construir su fortuna con el trabajo cotidiano.

Para la sociedad que predomina en el refranero mexicano, la pobreza es un mal a secas. La pobreza es como una mancha que sólo se limpia con dinero o un mal culpable que, si no es redimido a tiempo por el dinero, sólo se paga por el infierno. Hay en el refranero mexicano la convicción de que el dinero lava todas las maldades y hace que todo se perdone al que lo tiene, al grado que una misma conducta es censurada en el pobre y celebrada en el rico: En el pobre es borrachera y en el rico es alegría; Dime cuánto tienes y te diré cuánto vales

Empero, el refranero mexicano documenta ampliamente esta acepción de personas en función del dinero que tengan. Entre otras cosas, porque la conducta humana suele guiarse por el interés no sólo según aquello de que el interés tiene pies, sino según aquel otro dicho de que Al nopal lo van a ver sólo cuando tiene tunas. [1]  

Otra vertiente del refranero mucha más antigua, que proviene del refranero español, asocia el dinero a una cierta nobleza de cuna que debe manifestarse en la vida cotidiana y que no puede ser suplida con la ostentosidad que viene del dinero y que tanto exhibe al rico pues Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. He aquí una pequeña muestra tal cual la documenta el refranero mexicano:

  • A la fea el caudal la hermosea.
  • A quien tiene buenos dineros, le huelen bien hasta los pedos.
  • A la bruja nadie se le arrima.
  • Al que mucho tiene, mucho más le viene.
  • Al santo que está de moda, van las mujeres todas y para los cristos viejos, obscuridad y silencio.

Subyaciendo en el refranero mexicano, hay una especie de fatalismo según el cual la vida de cada ser humano está prevista y programada por el destino o por Dios, independientemente de lo que hagas. Ese es el sentido de la serie de refranes “el que nace” o “al que nace”.

  • El que nace para buey del cielo le caen los cuernos.
  • El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas.
  • El que nace pa’ maceta no pasa del corredor
  • El que nace para buey hasta la coyunda lame
  • El que ha nacido en petate siempre anda eructando tule
  • El que nació siendo tlaco aunque ande en los tostones [2]

El último de estos refranes insiste cuánto repercute este mal destino al individuo a quien afecta. Esta predestinación puede ser en dos direcciones y el refranero insiste en ello en refranes como:

  • Cuando Dios da, da a manos llenas.
  • Cuando tocan a fregar, no hay más que poner los trastes.
  • Cuando Dios dice a fregar, del cielo caen las escobetas.
  • Cuando Dios dice a dar, hasta los costales manda.
  • Cuando Dios no quiere, los santos no pueden.

Esta predestinación, cuando es a la miseria, es una expresión del fatalismo popular mexicano que aparece en otras manifestaciones textuales como la literatura. Este fatalismo identifica la pobreza con una mancha, el dinero con una fortuna generadora de toda clase de bienes. Así tenemos:

  • Caballo de pobre, pobre caballo.
  • Caballo de rico, rico caballo.
  • Casamiento de pobres, fábrica de limosneros.
  • La bolsa del pobre con poco se llena
  • La mancha de la pobreza, sólo el dinero la quita.
  • La mancha de la pobreza, desde lejos se conoce.
  • La pobreza es escala para el infierno.
  • Más vale ser perro de rico que santo de pobre.
  • Quien dice pobreza no es vileza no tiene seso en la cabeza.[3]

Además de una clasificación estructural de los refranes mexicanos hecha por Herón Pérez, del que hicimos un breve desglose, la temática de la palabra “fortuna” se vuelve objeto de estudio para este paremiólogo sosteniendo que la acepción de dicha palabra, y el sentido común que el pueblo mexicano le da, se encuentra plasmado y es muy utilizado en el refranero mexicano. Lo anterior fue un ejemplo más de los diversos temas y aspectos que pueden seguir siendo objeto de estudio en la paremiología mexicana.

El refranero mexicano presenta la oportunidad de una compleja estratigrafía cultural en la que van apareciendo las más diversas e inesperadas cosmovisiones hechas de refranes. Es preferentemente rural. En él se indican “los trabajos y los días”, los modos y tiempos de siembras y cosechas, las señales del tiempo, el arte de la charrería; en él se enseña a conocer los años buenos y los años malos, los momentos de gozar y los de precaverse, los secretos de la crianza y domesticación de animales; sabe las propiedades de las frutas y las tendencias del corazón humano, conoce de dietas y menús de enfermedades y remedios, de virtudes y vicios: nos planta tranquilo ante la vida y ante el porvenir a sabiendas de que “la corona que uno labra es la que se pone.

En el refranero mexicano aún sobrevive una parte importante del refranero español: la investigación paremiológica debe dilucidar cuánto, de qué manera y, de ser posible, por qué conductos; cómo debe deslindar el caudal indígena y el patrimonio autóctono.

Es igualmente tarea de la paremiología mexicana pulsar la pervivencia de este patrimonio y su arraigo en las nuevas generaciones televisadas y agringadas. La sensatez emanada del refranero, saber aprendido en las pequeñas cosas tanto como en las grandes decisiones, es un paradigma de la cultura mexicano del saber artesano a fuerza de tanteos, errores y enmiendas con la convicción de que “el refrán viejo nunca muere”.

La paremiología mexicana, como disciplina, está aún por hacerse. Hasta la fecha se ha ocupado desorganizadamente en mal recopilar. En una concepción estrictamente taxonómica y, por ello, incompleta. Ni siquiera se ha planteado la posibilidad de clasificar, pues la tarea de recolección apenas está en sus comienzos

Referencias

  • Herón, Pérez, La fortuna del refranero.
  • Herón, Pérez Martínez, Hacia una paremiología.
  • Ilustraciones Archivo AHGA.

[2]  Herón, Pérez, op. Cit., 49.

[3] Herón, Pérez, op. Cit., 48.

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