La Incógnita del Hombre – III

By on septiembre 23, 2021

Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las trasciende todas.

La ciencia del hombre utiliza todas las demás ciencias. Esta es una de las razones de su lento progreso y de su dificultad. Es evidente que ningún sabio es capaz de dominar todas las técnicas indispensables para el estudio de un simple problema humano. Por eso el progreso en el conocimiento de nosotros mismos requiere los esfuerzos simultáneos de diversos especialistas. Es indispensable la especialización, pero ofrece ciertos peligros. Cuanto más eminente es un especialista, más peligroso es.

Los sabios que se han distinguido extraordinariamente por grandes descubrimientos o invenciones útiles llegan a creer a menudo que su conocimiento de un tema se extiende a todos los demás. Es así como grandes hombres han contribuido al progreso humano en uno de sus sectores; hablando de cosas que no comprenden bien, lo retrasan en otros.

Las síntesis necesarias para el progreso de nuestro conocimiento del hombre deberían ser elaboradas por un solo cerebro. Existen hoy muchos científicos, o más bien trabajadores científicos, pero muy pocos hombres de ciencia auténticos. Algunos de aquellos a quienes nuestras instituciones científicas han obligado a especializarse estrechamente podrían abarcar la comprensión de un tema complejo tanto en su totalidad, como en sus partes. En el momento actual, nuestro conocimiento del hombre solo puede progresar atrayendo una poderosa élite intelectual.

Los seres humanos no son buenos sujetos para la investigación científica. Es difícil encontrar gente con características idénticas. Las dificultades de realizar experimentos con seres humanos son el hecho de que el observador y su sujeto viven, aproximadamente, el mismo ritmo. Solo después de un lapso de treinta o cuarenta años puede estimarse el valor de un modo educativo. La influencia de determinado modo de vista sobre las actividades fisiológicas y mentales de un grupo humano no se manifiesta hasta que ha pasado una generación.

Ciertos datos de necesidad urgente pueden obtenerse con ayuda de animales de vida corta. Podría ser dilucidado el importante y complejo problema de la influencia del ambiente del individuo. Indicaría en qué dirección debería cambiarse la dieta y el modo de vida de la población. Sin embargo, ni aún la observación del tipo más elevado de animal puede remplazar por completo la del hombre.

Para desarrollar un conocimiento definitivo, deberían emprenderse experimentos con grupos de seres humanos bajo condiciones tales que pudieran ser continuados por numerosas generaciones de sabios.  Necesitamos sobre todo una síntesis que pueda ser utilizada.

Nuestras ideas deben ser reunidas como un conjunto viviente dentro de la inteligencia y de la memoria de unos cuantos individuos superiores.

La ciencia del hombre será la labor del futuro.

Tenemos conciencia de existir, de poseer una actividad propia, una personalidad.

Nuestra inteligencia nos ha liberado. El hombre ha sido considerado como un ser formado de dos partes, el cuerpo y el alma; sin embargo, nadie ha observado un cuerpo sin alma o viceversa.  El alma y el cuerpo son creaciones de nuestros métodos de observación. Dichos métodos han partido en dos un todo indivisible. Sin embargo, el ser humano es demasiado complejo para ser observado o para ser abarcado en su totalidad.

En la escala de las magnitudes, el ser humano está situado a mitad del camino entre el átomo y la estrella. En realidad, nuestro gran tamaño o nuestra pequeñez, no tiene importancia.

Las diferentes longitudes del esqueleto proceden del estado de las glándulas endocrinas y de la correlación de sus actividades en el espacio y en el tiempo. Por medio de una alimentación y un género de vida adecuados es posible aumentar o disminuir la estatura de los individuos que componen una nación y, del mismo modo, modificar la calidad de sus tejidos y probablemente también de sus espíritus.

Tendremos que aprender a llamar a las cosas por su nombre para no engañarnos.

No debemos, pues, cambiar a ciegas las dimensiones del cuerpo humano para darle mayor belleza y fuerza muscular.  Los hombres geniales no son altos.

Nuestra forma exterior expresa las cualidades, los poderes de nuestro cuerpo y de nuestra conciencia. El estado de los órganos se revela por el estado del cuerpo.

La piel cubre la superficie exterior del cuerpo, y es impenetrable al agua y a los gases. Es capaz de destruirlos con la ayuda de substancias secretadas por sus glándulas, y a los microbios que viven en su superficie. Pero la piel puede ser atravesada por seres minúsculos y peligrosos llamados virus.

A través de su superficie exterior, el cuerpo está en comunicación con todas las cosas del universo cósmico.

Es el lugar de residencia de una cantidad inmensa de pequeños órganos receptores, cada uno de los cuales, de acuerdo a su propia estructura, registra los cambios que tienen lugar a su alrededor. El aspecto del universo depende de la constitución de los órganos sensoriales y de su grado de sensibilidad.  Parece que todo cuanto llega al cerebro debe entrar por los sentidos. El agente de las comunicaciones telepáticas es quizá la única excepción de la regla, pero semejantes fenómenos son raros.

La piel y sus dependencias juegan el papel de un fiel guardián de nuestros órganos y nuestra sangre.  Nuestra frontera interior empieza en la boca y en la nariz y termina en el ano. Pero esta protección natural es, en la actualidad, insuficiente porque el aire de las ciudades ha sido contaminado por el polvo de carbón, el humo de la gasolina y los microbios que se desprenden de las aglomeraciones humanas.  Del buen estado de las membranas respiratorias y digestivas depende en gran parte la resistencia del organismo.

El interior de nuestro cuerpo no se parece a las descripciones de la Anatomía clásica.  Al ser humano no se le puede comprender estudiando un cuerpo muerto. Para comprender tal y como es este mundo interior, son indispensables técnicas más delicadas que las de la Anatomía y la Histología

Dentro del cuerpo, las células se comportan como pequeños organismos sumergidos en un medio aireado y nutritivo. Su estructura y sus funciones están enteramente subordinadas a las condiciones físicas, fisicoquímicas y químicas del fluido que las rodea. Células y medio, estructura y función, no pueden separarse unas de otras. Esta complejidad estructural de la célula viva es desconcertante. La sustancia nuclear contiene los genes, que son las tendencias hereditarias de las células y de los hombres.  El organismo es tan heterogéneo en el tiempo como en el espacio. Los tipos de células pueden ser divididos a grosso modo en dos clases: las células fijas y las células móviles.

Si los tejidos celulares solo poseyesen las características que les atribuye la anatomía serían incapaces de construir un organismo viviente. El plan arquitectónico de cada órgano está inspirado por la necesidad que tienen las células de hallarse sumergidas en un medio siempre rico en materias alimenticias.

El medio orgánico de una parte de los tejidos, cada manifestación de la vida de nuestro órgano y de nuestros centros nerviosos, dependen del estado fisicoquímico de nuestros humores.

Directa o indirectamente, la composición de los medios locales habitados por diversas células del cuerpo descansa sobre la sangre. La sangre es un tejido como todos los demás, compuesto de células blancas y células rojas. Estas células se hallan suspendidas en un líquido viscoso, el plasma. Cada tipo de célula encuentra en el plasma sanguíneo el alimento indispensable a su consentimiento, así como las substancias que aceleran o retrasan su actividad. También contiene el suero substancias opuestas a la multiplicación de las bacterias: los anticuerpos. En el ajuste recíproco de las células y su medio están basadas la salud o la enfermedad, la fuerza o la debilidad o la desgracia de cada uno de nosotros.

Entre los líquidos que componen el medio orgánico y el mundo de los tejidos y de los órganos existen perpetuos cambios químicos o metabolismo. Gracias al oxígeno y al carbono que reciben de los azúcares y de las grasas, las células vivas se proveen de la energía mecánica necesaria para el mantenimiento de su estructura y sus movimientos.

El metabolismo se mide por la cantidad de oxígeno absorbido y la de ácido carbónico producido, hallándose el cuerpo en completo estado de reposo. Esto se llama metabolismo basal. Cosa curiosa, el trabajo intelectual no aumenta el metabolismo.  El metabolismo basal es constante.

 El organismo mantiene la actividad normal de sus cambios químicos bajo las condiciones más adversas.

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