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Gremio Infantil en Honor del Santo Cristo de San Román, en Ticul

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Gremio Infantil en Honor del Santo Cristo de San Román, en Ticul

El Cristo de San Román, en el barrio del mismo nombre en la ciudad de Ticul, está feliz. No es para menos, se trata de otro gremio en su honor, pero éste es singular: lleno de chiquillos y chiquillas ataviados con el albo traje regional de Yucatán; bellos ternos luciendo los mejores bordados, y blancas filipinas y pantalones completados con alpargatas (sandalias o, incluso, chancletas). El Gremio Infantil del Barrio de San Román.

Ya casi están listos los últimos detalles, supervisados personalmente por la organizadora: Irma Rosalía Cámara, alias doña Rosy (aquí entre nos, empleada de mi “Adelita” la Violeta en su taquería de mariscos), quien gentilmente nos invitó para asistir junto con los majan (prestados) nietos. Entre tanto, “calienta motores” la charanga de don Felipe Alejos, de Ticul, que acompañará el recorrido con rolas propias de la “corrida”, mientras “Bobby” se da gusto haciéndola de “toro”.

Y arranca el recorrido del gremio por las calles de Ticul: lleva la voz cantante el lanzador de “voladores” haciéndolos estallar, cigarro encendido en mano, anunciando el inicio de esta ofrenda comunitaria al Santo Cristo de San Román, patrono del barrio del mismo nombre. El reventar de los “voladores”, avanzada estruendosa en festejo al santo patrono.

Enseguida viene la algarabía chusca del baile de la cabeza de cochino, representada por un par de “ancianitas” caracterizadas por jóvenes vestidos con sendos hipiles, que jaranean al ritmo de tres por cuatro, antecediendo al grupo de niñas y niños pequeños que danza al ritmo de la pieza alusiva, motivando el interés de los vecinos del barrio que salen de sus casas para disfrutar de la continuidad de esta tradición maya para grabarlo con sus celulares.

Luego viene un contingente de niñas y niños con sendas ofrendas de “mercancía”: productos de abarrotes para donar a la iglesia, que serán repartidos entre los más pobres de los pobres. Aquí viene una aclaración: antiguamente los gremios funcionaban como asociaciones por oficios – panaderos, carretilleros, abastecedores (carniceros) – para agradecer con ofrendas la protección del santo patrono.

Hoy día, ante la pobreza y miseria que recorre, sobre todo, barrios proletarios y zonas rurales, la fe católica ya no pudo sostenerse sobre una base colectiva y, estando a punto de extinguirse, han surgido en todos los municipios de Yucatán personas creyentes que, como doña Rosy, se echan a la espalda la enorme responsabilidad de promover entre vecinos y familiares la organización del gremio, buscar “soci@s” que financien el tox (antojitos) en las “salidas” y “entradas” del gremio, comprometer a donador@s de “mercancía” para las ofrendas, encargarse del recorrido, misas y rosarios, así como del sorteo de (humildes) juguetes entre los de talla chica.

Enseguida aparecen pequeños y pequeñas, portando estandartes en honor del Santo Cristo de San Román. Entre los ternos lucidos por las hijitas de Eva, se muestra orgulloso un concierto de bordados propios de Yucatán: xok bilchuy (punto de cruz), matizado, pintado, bordado, todo albo (como de novia maya). Los “mesticitos” modelan sombreros de diversa ala, pero siempre albos, como sus pantalones y filipinas. Entre ellos, mis majan nietos Ángel y Alexander.

Luego aparecen, como flores en primavera, portando ramos de frescas y coloridas flores, como ofrendas naturales, bellas jovencitas y señoras, sin faltar algunas abuelitas, con elegantes ternos, caminando garbosamente, como solamente ellas lo saben hacer, dándole presencia adulta al gremio, como “guardianas” de los chiquitines que encabezan el recorrido.

Inmediatamente, se escucha la alegría disparada desde trompetas, saxofón y tarolas de esta charanga vanguardista que exhibe la plena convivencia entre tradición y modernidad. Su primer trompetista, quien lleva la voz cantante en la melodía, carga una melena a la “George Harrison”, mientras su saxofonista de plano me apantalló con su look “punk” con un corte a lo “mohicano”.

Cubre la retaguardia de este gremio un contingente de dzirises encaramados en un camión acondicionado para paseos por la ciudad, junto con algunas mamás y abuelitas que literalmente “aprovecharon el viaje” para no realizar el recorrido a pie. Sobra decir el gusto y euforia desatada entre los chicos que literalmente atiborraban el pequeño autobús.

Al finalizar el recorrido por las calles, el gremio entró a la iglesia del barrio de San Román para rezar un rosario, agasajar con el tox, y después llevar a cabo el sorteo de juguetes entre los niños. Alexander y Ángel se sacaron a una pelota cada uno. Como a Alan, amiguito que los acompañó, no le tocó juguete, Alexander – en un gesto de generosidad que apantalló a la familia –, sin que nadie se lo sugiriera, le obsequió la suya.

Alan tiene 11 años; Alexander apenas 7.

edgar rodríguez cimé

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx

Colectivo Cultural “Felipa Poot Tzuc”

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