Explicar a un niño la muerte de una mascota, tarea difícil

By on junio 9, 2022

Mascotas

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.

Jean Jacques Rousseau

La muerte de un familiar, o amigo, o una mascota es uno de los momentos más dolorosos que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Tratar de explicar a los niños algo que inclusive nosotros como adultos no entendemos es una tarea difícil. La muerte de una mascota podría ser la primera pérdida de un ser querido; el duelo puede ayudar a los niños a afrontar otras pérdidas en su vida.

Los niños pueden llegar a crear lazos muy fuertes con las mascotas, consideran que su mascota es su mejor amigo.

Los adultos pensamos que a los niños no les afecta la muerte de su animal de compañía, porque los vemos jugar como siempre al cabo de poco tiempo. Es importante saber que los niños no suelen mantenerse durante mucho tiempo en el mismo estado emocional. Esto quiere decir que pueden estar tristes durante un tiempo corto, pero luego necesitan distraerse y jugar; después volverán a estar tristes. Van alternando las diferentes emociones.

Los niños quieren a sus mascotas, por eso es inevitable que su pérdida duela. Si evitamos que los niños sientan dolor por algo tan natural como la muerte, les negamos su capacidad de amar y de vincularse a otros. Un duelo es complicado para los niños, porque aún no disponen de muchas estrategias para expresar y regular sus emociones.

No mientas a tu hijo sobre dónde está su mascota; no le digas que se ha escapado de casa y que ahora está en un lugar mejor pues se preguntará por qué su mascota se ha escapado y le ha abandonado. Los niños crecerán y en algún momento se darán cuenta de que los adultos le han mentido; pueden pensar que no han confiado en él y sentirse muy mal en esos momentos.

De igual forma, tampoco es recomendable decirle que «ahora está durmiendo para siempre». Según la edad que tiene el niño, lo puede entender literalmente y puede tener miedo a dormirse porque pensará que quizás no se despertará nunca.

Padecimientos como la depresión, ansiedad, y fobias pueden manifestarse a cualquier edad, es recomendable que, ante la pérdida, la familia reciba apoyo terapéutico y, si los síntomas propios del duelo, como la tristeza profunda o la irritabilidad, exceden el año, habrá que acudir a profesionales de la salud inmediatamente.

Se ha visto que los procesos de duelo suelen ser más fáciles cuando los niños ya se han podido preparar para la muerte. Si sabes que su mascota probablemente se morirá pronto, habla con tu hijo sobre ello. Permite que exprese sus emociones y dudas.

La noticia de la muerte debería ser comunicada por alguien muy cercano al niño, de preferencia la madre o el padre. Es importante utilizar palabras como morir, muerte y enfermedad y, sobre todo, siempre hablar con la verdad.

Un niño menor de tres años no tiene la capacidad cognitiva para entender qué es la muerte. Si su mascota llega a ausentarse por muerte o enfermedad, lo percibirá como abandono y lo reflejará con inseguridad; en cambio, la reacción de un niño a los 9 años será diferente, pues ya logran comprender la muerte como inevitable e irreversible aún para ellos mismos. Sin embargo, su duelo aún es complicado. Pueden presentar culpa, rabia vergüenza, ansiedad, cambios de humor, trastornos alimenticios y del sueño; incluso dejan de experimentar gusto por actividades como el juego o la compañía de personas que solían disfrutar. Dar a conocer la noticia con serenidad, pero sin ocultar la tristeza, de una manera clara, concreta y sin detalles gráficos que puedan impactar a los pequeños es la manera más adecuada de informarles del fallecimiento.

Después de comunicar la muerte, es importante ofrecer un espacio donde el niño pueda expresar todo lo que siente o todas las preguntas que tiene. Si no sabemos contestar alguna de sus preguntas, podemos decirle que no lo sabemos, pero que intentaremos buscar la respuesta.

A los niños les ayuda ver que los adultos también sentimos tristeza, pena, etc., y que lo expresamos. Esto hará que en el futuro pueda expresar más fácilmente sus emociones, lo cual a la vez le ayudará a afrontar dificultades que surgirán en su vida. Para los niños, especialmente los pequeños, habrá que explicarles una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte. En su mente, el animal que ha muerto sigue comiendo, respirando y existiendo, y se despertará en algún momento.

Los niños en su fantasía pueden creer que algo que pensaron, dijeron o hicieron causó la muerte. Si un niño dice: «Me hubiera gustado ser más bueno con mi mascota, así ella no habría muerto», debemos decirle con calma, pero con firmeza, que no ha sido culpa suya. Es bueno que sepan que todos los seres tienen que morir algún día, que le ocurre a todo el mundo.

En tiempos pasados, cuando un familiar fallecía se le velaba en casa en compañía de todos los conocidos, entre ellos los niños; ellos podían presenciar el cuerpo y acciones religiosas como orar o velar los restos, teniendo como utilidad psicológica elaborar la idea de muerte. La costumbre de incluir a los niños en los rituales de despedida es cada vez menos frecuente, lo que en ocasiones impide que el menor se dé cuenta que alguien importante para él o ella ha muerto.

Una reacción muy común es apartar a los niños de todo lo que tiene que ver con la muerte. Pensamos que es lo mejor para ellos, que si hablamos abiertamente con ellos sobre la muerte les traumatizamos y no sabrán cómo manejar las emociones que conlleva esta situación. Estamos equivocados. Querer apartar a los niños de la muerte a veces tiene que ver con que los adultos no sabemos cómo explicarles qué ha pasado y pensamos que su reacción emocional será la misma que la nuestra.

Los niños necesitan saber qué ha pasado, necesitan que los adultos les informen y les den la oportunidad de compartir emociones, dudas y preocupaciones. Animar al niño a asistir y participar en el velatorio, funeral o entierro puede ayudarle a comprender qué es la muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo. Si es posible, es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el porqué de estos ritos.

IMPORTANTE. Si el niño no quiere ver el cadáver o participar en algún acto, no se le debe obligar ni hacer que se sienta culpable por no haber ido.

Frases como: «No llores», «No estés triste», «Tienes que ser valiente», «No está bien enfadarse así», «Tienes que ser razonable y portarte como un grande», pueden cortar la libre expresión de emociones e impedir que el niño se desahogue.

Muchos padres también optan por adoptar un perrito, gato u cualquier otro animal para suplantar la pérdida causada por la muerte de su mascota. Esta opción no solo es poco efectiva sino que, además, comporta tratar a los animales como meros objetos intercambiables. Si tu mascota ha muerto, es importante pasar por el proceso de duelo pertinente, comunicar al niño la muerte de su perro o gato, y volver a adoptar cuando realmente sea el momento adecuado para ello.

Los niños no expresan el sufrimiento por la pérdida como los adultos, es más frecuente apreciar cambios en el carácter, cambios frecuentes de humor, agresividad, disminución del rendimiento escolar, alteraciones en la alimentación y el sueño. Si los síntomas afectan la calidad de vida del menor es necesario acudir a un acompañamiento terapéutico para prevenir complicaciones futuras.

La pérdida de un animal querido es un golpe duro para toda la familia. Es muy probable que haya formado parte de recuerdos y momentos muy bonitos y emotivos transformándose, así, en un miembro más de tu núcleo familiar. Es un momento duro y muy triste. Sin embargo, si aprendes a explicarle a un niño la muerte de su perro, gato u otro animal, no solo le estarás dando un aprendizaje vital muy importante, sino que, a su vez, estará aprendiendo a ser un poco más fuerte y a aceptar este tipo de experiencias.

Dra. Carmen Báez Ruiz.

drabaez1@hotmail.es

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