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Eligiendo A La Futura Presidenta

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Editorial

Después de mucho gastar, legal e ilegalmente, las campañas de los candidatos llegan a su fin. Queda ahora en nosotros evaluar y confirmar la viabilidad de las ofertas, analizar nuestro presente y seleccionar al candidato cuya oferta se alinee más con el futuro que deseamos, al menos en el corto plazo de seis años, aunque las repercusiones de nuestra decisión pudieran ir más allá de un sexenio, para bien o para mal.

Es prácticamente imposible que un candidato llene nuestras expectativas al 100% simplemente porque vienen viciados de origen, porque los partidos políticos que los apoyan han demostrado un inacabable deseo de poder y ambición monetaria, alejándose cada vez más de las ideologías bajo las cuales nacieron y, peor aún, olvidándose de su labor primordial: procurar el bienestar de los ciudadanos.

En realidad, las opciones son sencillas y solo son dos: continuar con lo que la autonombrada cuarta transformación inició hace seis años, eligiendo a su candidata, o elegir alguien diferente, dispuesto a corregir y mejorar.

Como fuera, en estas elecciones se hará historia: tendremos por primera vez una presidenta de la República, algo que en nuestro machista país representa un bienvenido cambio, abriendo la puerta a otras mujeres que tengan vocación de servicio por sus conciudadanos y su país.

La responsabilidad de elegir a la presidenta recae en nosotros, los ciudadanos en edad de votar. Nuestra responsabilidad incluye acudir a las casillas, depositar nuestro voto, y cuidarlo.

Nuestro deseo es que esta elección se decida en las urnas, no en los tribunales, no coaccionados por criminales, ni bajo un clima de temor. Que la jornada sea en paz.

Reiteramos que debe ser un voto razonado, sopesando adecuadamente los resultados de la administración actual, poniendo en la balanza nuestro futuro y el de nuestros seres queridos.

Elijamos, pues, a una presidenta que vuelva competitivo nuestro país, impulsándolo a las alturas que nos merecemos; elijamos a una presidenta que nos una, que cumpla con la descripción del puesto que ha de ocupar; elijamos a una presidenta que respete y haga respetar las leyes.

Elijamos a una estadista con amplitud de miras y deseos de servir, que hemos tenido muchos, incluyendo al actual, que llegaron a servirse, olvidándose de nosotros.

Elijamos con la cabeza fría y el corazón caliente…

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