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El Conde De Peñalva

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El Conde De Peñalva

LA FIGURA DEL GOBERNADOR EN LA NARRATIVA HISTÓRICA DE DON ELIGIO ANCONA

Don Eligio Ancona perteneció a esa legión de liberales del siglo XIX que encabezó don Benito Juárez, a esos hombres de la Reforma que lucharon en contra de los conservadores y del Imperio de Maximiliano, para que la Patria Mexicana adoptara una forma de gobierno garante de libertades, igualdad y desarrollo.

El autor, en su novelística histórica, hace revisión y severa crítica de la forma de gobierno colonial en Yucatán, atacando los estados de injusticia, de opresión y demás sufrimientos del pueblo en esos tiempos, crítica que alcanza, entre líneas y con sobrada intención del autor, a los gobiernos durante los primeros años de la vida independiente del país, a los de la segunda mitad del siglo XIX y, aun no queriendo, a los de los tiempos presentes cual si fueran calamidades atávicas.

El personaje clave para el desarrollo de la novela histórica que se refiere a los gobernantes es el Conde de Peñalva en la novela del mismo nombre (Primera Edición 1866. Mérida de Yucatán, Imprenta Literaria, calle 1ª. Oriente S. núm. 724) y también lo es en “Memorias de un Alférez” (1904), editada en forma póstuma, don Lucas de Gálvez, aquel buen gobernador, intendente y capitán general de Yucatán de 1789 a 1792, a quien el autor critica, no por la importante tarea constructiva que realizó, sino por su precaria moral, por sus amoríos que lo llevaron a ser víctima de la lanza de un asesino misterioso, según se dijo entonces, que atravesó su pecho cuando viajaba en una calesa por las calles de la ciudad de Mérida.

Pero… ¿quién fue y de dónde vino el Conde de Peñalva?

García de Valdés Osorio Dóriga y Tineo, primer Conde de Marcel de Peñalva, nació en Asturias, España sin saberse el año y falleció en la Capitanía General de Yucatán, Virreinato de Nueva España, en 1652, siendo gobernador y capitán general de Yucatán – cargo que ocupó del 9 de octubre de 1650 al 1º de agosto de 1652–. Tanto el título nobiliario del Conde como la gubernatura le fueron otorgados por disposición real de Felipe IV el 27 de marzo de 1649.

El conde proviene de una familia española perteneciente a la nobleza la cual, cansada y avergonzada de su escandaloso comportamiento, lo manda al Nuevo Mundo como única forma de evitar la deshonra.

Dice el autor: “Holgazán, avaro y libertino, se entregó desde su más temprana juventud a tan repugnantes excesos que no tardó en ser el escándalo de la corte y la vergüenza de su familia. Deseosa ésta de arrancarle de aquel teatro en que deshonraba su nombre, pensó en mandarle al Nuevo Mundo, y valiéndose del influjo que disfrutaba en Madrid, le colocó en el séquito de un virrey que marchaba por aquel tiempo a México a encargarse de su destino, y que le nombró su capitán de alabarderos.”

El autor profundiza en las motivaciones de este personaje para venir a la Nueva España, siendo la razón más poderosa la económica. Así su esposa, en la novela, le recrimina sobre sus fechorías: “…Olvidáis que a los dos días de habernos desposado continuasteis la vida licenciosa que me habías jurado abandonar y no fue eso todo. Dos años después habías ya disipado, en esa vida criminal, los cuantiosos bienes que os llevé en dote y la miseria llamó de tal manera a nuestras puertas, que tuvisteis necesidad de emigrar al Nuevo Mundo para buscar medio de subsistencia en los emolumentos de un empleado cualquiera.”

Don Eligio nos habla de los excesos de este gobernante: …”Como en el discurso de este libro tendremos ocasión de hablar a cada paso de los excesos a los que se entregó el conde, nos limitaremos a decir por ahora que fue tal la maña que se dio durante el corto tiempo de su gobierno para monopolizar el comercio y la industria para extorsionar al indio y al encomendero, y para vender cuanto dependía de sus funciones, que a su muerte se le encontraron dos millones de reales en numerario.”

Menos de dos años después de haber llegado a Yucatán, murió de pronto el conde de Peñalva. Algunas versiones históricas dicen que fue a causa de la fiebre amarilla. Otras que de muerte natural. Diego López de Cogolludo afirma que murió el conde de enfermedad. Juan Francisco Molina Solís en su Historia de Yucatán, dos siglos después, dice lo mismo: que la muerte fue natural, «tal vez de fiebre amarilla».

Sin embargo, otros historiadores dicen que se trató de un asesinato a consecuencia de que el conde sacrificaba todos los intereses sociales a su inmoderado afán de acumular riquezas. Fue asesinado de tres puñaladas en el corazón. La tradición oral asegura que fue una señora quien perpetró el asesinato, motivada por rencores pasionales al introducirse en los aposentos del gobernante, cosa nada rara por las costumbres licenciosas del conde, con el pretexto de solicitar audiencia, versión que recoge D. Eligio Ancona en la citada novela.

O bien pudo ser alguna mano vengadora del pueblo.

César Ramón González Rosado

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