Eco de Espejos – VIII

By on mayo 27, 2021

VIII

De mitos culturales amerindios

 

A Roldán Peniche Barrera, que escribió

y publicó creativa versión del Popol Vuh

 

Es de maíz el corazón de América.

LUIS CARDOZA Y ARAGÓN

.

Las palabras y las cosas que no fueron dichas,

que no fueron hechas con amor

se alzaron contra los hombrecitos de barro

(algunos de madera)

malogrados por deidades altaneras

pues estos diosecillos arrogantes querían

que sus criaturas los enaltecieran y alabaran.

Aquellos fantoches sin gracia concebidos

no tenían luz en sus cabezas ni en sus manos

y se tumbaron en hamacas de ignorancia y pereza.

Y se levantaron contra ellos las cosas y los seres

verdaderos vivaces:

Las aves, los perros, los peces y las ardillas,

las ollas, los comales, las jícaras, las piedras ardidas,

los maíces mil usos, los leños y las chispas

del fogón de todas las chozas de los pueblos.

 

El Supremo Hacedor se transformó entonces

en las cuatro radiantes Parejas Formadoras.

Los esperpentos de palo fueron convertidos

por el DIOS SIN NOMBRE

–ser de todos los rostros–

en monos chilladores, en risibles saraguatos

que al correr de los años

siguen alborotando los montes,

las praderas, aldeas y ciudades

de este mundo.

 

Esos malandrines, por viejos, aprendieron

a imitar modales y gestos cortesanos.

Se rumora que son los antepasados

de los bufones palaciegos actuales.

Por eso a toda hora, y a deshora, afanosos

nuevamente hacen muecas, gesticulan

y brincan y se trepan

en hombros de otros simios

a los ramajes del poder.

 

En el celaje de la noche nuestra brillan rostros:

Son las caras de los Siete Magos Celestes

que traen los relámpagos del nuevo amanecer.

 

..

Guardemos memoria, piedad y gratitudes

para aquellos diosecillos soberbios

que se ufanaban de ser fabricantes de hombres

porque dieron las luchas primordiales:

Moldearon figurillas homúnculas

con lodo, con la tierra dispersa, con el heno verde

y al fin, uno de estos diosezuelos aprendices

(uno que era poeta)

le pidió sus granos de maíz

a la Abuela Divina –y adivina–.

Entre todos, entre risas y llanto,

urdieron las humanas esfinges

con la masa del maíz que descubrieron.

Vino la luz y abrió con sus dedos

los ojos blandos de las criaturas

y dio vida y palabras y destino

a los seres que existen.

Así fueron nombrados.

Así fueron fundados los hombres.

 

De maíz fueron hechos. De maíz fueron creados

los hombres y mujeres que entonces vivieron

en la luz del conocimiento del espíritu.

Muchos han olvidado. Pero otros encienden

con el oro de los maizales irradiantes

las voces del Recuerdo de su Origen.

 

Han dicho nuestros padres:

Venimos de los primeros hombres

creados por el Supremos Dios

con su Aliento y sus Manos.

Nos fue dada la mazorca sagrada

para sembrar semillas

y días venturosos en la Tierra.

La maldad, la ignorancia

son sólo nubes negras

que deshace el rayo de la aurora.

 

Hombres de estos tiempos:

Pongamos el fervor de nuestros corazones

en las obras resplandecientes del Maíz.

Vamos a jugar con los dioses del recuerdo.

Vamos a limpiar nuestros ojos

en los ojos y brazos incesantes del sol.

Vamos a vivir. Vamos a pelear.

Vamos a morir combatiendo

para nacer de nuevo en la Patria del Ser.

Raúl Cáceres Carenzo

Toluca, enero de 2012.

Continuará la próxima semana…

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