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Desarrollo Cultural en Yucatán VIII

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OTRAS FASES ARQUITECTÓNICAS

Aunque la escultura había casi desaparecido en Europa, a principios de la Edad Media renació con el estilo románico, y adquirió esplendor con el gótico.

En las portadas de piedra, afortunadamente conservados, de antiguas casonas de Mérida y en edificios religiosos se aprecian los temas decorativos a base de líneas geométricas, tallos y hojas, etc. No hubo nada barroco en Yucatán por la pobreza del medio, reflejándose la austeridad franciscana en todos los vestigios coloniales que se preservan.

La primera muestra pública de la nueva cultura predominante en Yucatán, la de sus conquistadores en control militar y de mando administrativo y religioso, fue la espectacular e impresionante construcción masiva de templos y conventos. El trabajo indígena, clase considerada inferior, aporta sus viejas técnicas de construcción, guiado por frailes franciscanos iniciados en la erección de centros religiosos. Y verdaderamente asombra la cantidad distribuida por toda la región. Es una muestra gráfica, concluyente, de la inicua explotación del trabajo indio. Este había sido acostumbrado por la cultura superior de sus “hajalachuiniques” y sacerdotes a realizar labor semejante, lo que facilitó las cosas. Se aprovecharon los promontorios artificiales donde hubo centros ceremoniales mayas de gran arraigo para levantar sus templos y monasterios.

Aparte de su misión como célula evangelizadora y como fortaleza militar, los conventos eran posada para pasajeros en un territorio donde la vida europea se había asentado procurando adaptarse, modificando las estructuras en todos los sentidos.

Durante los años de actuación episcopal de Fray Antonio de Arriaga, calificó a todo el clero, en general, de ignorante y emprendió una obra de reforma. Justo Sierra O’Reilly, refiriéndose a dicho obispo, manifiesta: “Su severidad y rigidez le hubieron de concitar fuertes y poderosos enemigos. No admitió regalía ni ofrenda de ningún género: estableció conferencias públicas en su palacio dos veces a la semana, porque halló a la clerecía atrasada en letras, que la mayor parte de sus individuos ni el latín conocían; quitó las licencias de confesar a muchos de ellos, aun curas, y hasta la de decir misa, mientras no aprendieran el latín.”

El obispo Crescencio Carrillo y Ancona, en su obra “El Obispado de Yucatán”, trata de contradecir esta apreciación por considerarlo de su deber, pero poco nos convenció.

POBREZA EN PINTURA Y OTRAS PARTES

No hay evolución apreciable en otras manifestaciones de las artes plásticas. Algunas pinturas religiosas, retratos de obispos, imágenes de algunos funcionarios de la Corona y miembros de la casta feudal existen todavía, pero no son determinantes para pensar que hubo pintores residentes en el medio de los tiempos coloniales. De música no se observa nada producido en los años coloniales. Se practicaba la religiosa en coros y órganos, instrumentos como la trompa, flauta, de percusión: tambor, tamboril, timbal, jaranos (guitarrillo, cuyo nombre pasó al baile de la jarana por haberse acompañado con él esta danza mestiza), cascabeles, calabazas secas que se chocaban unas con otras, (probable antecedente del llamado rascabuche), tunkul (atabal de madera de origen prehispánico).

Con los instrumentos musicales antedichos se interpretaron jarabes, fandangos, seguidillas, hasta culminar con la aculturación de nuestras jaranas.

[Continuará la próxima semana…]

Renán Irigoyen

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