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“Dar De Mí Lo Mejor” – Entrevista con Charly Morgante, el argentino yucateco

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Llegó desde las pampas gauchas hasta las ardientes lajas yucatecas para integrarse a la escena rockera con su proyecto ‘Say Band’, con el que planea la grabación de su cuarto disco de estudio.

Lo conocí en uno de los Tianguis rockeros organizados por el Colectivo Metalmorfosis en la Casa de la Cultura del Mayab, cuando yo aún formaba parte de la ‘Fuente del Poder’. Me comentó que andaba en busca de músicos para formar su banda, y fue así que inició una amistad que perdura hasta la fecha.

Charly es un tipo entusiasta, comprometido y exigente en sus patrones de calidad, como lo demostró con su revista especializada ‘Rock Wailer’ y su grupo ‘Say Band’, donde lleva ya siete años de trayectoria. Su relación con el ‘maldito ritmo’ es innegable: el rock corre por sus venas y eso lo ha llevado a sumarse a cualquier evento que requiera de sus servicios, siempre propositivo, siempre dispuesto a dar el extra para consolidarlos.

Era imperativo platicar con él, darle la oportunidad de compartir sus experiencias, sobre todo porque ha llegado a una etapa en la que tendrá que asumir importantes decisiones. Comparto con ustedes la charla con este extraordinario cantante y muy franco ser humano.

RICARDO PAT

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Háblanos de tu familia

Mi Papá, Santos, fue un aventurero absoluto al que el cáncer le robó la vida a los 35 años. Pero que él hizo de su vida una aventura, no lo dudo. Fue piloto de avión, paracaidista, boxeador con 33 peleas, corredor de carreras, Karts, turismo carretera, y un mecánico ejemplar.

Mi mamá, Beatriz Olga Aguirre, fue ama de casa hasta que partió mi papá; luego comenzó una carrera de enfermería profesional de la que se jubiló y que realmente ha sido su sacerdocio. Siempre le dije que para que estuviera más conmigo tenía que internarme en su clínica, porque atendía más a sus pacientes que a nosotros.

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Mi hermana Alejandra, ella es ama de casa y por esas cosas de la vida dejó la escuela, a la que retornó con 49 años, y se recibió en la secundaria.

Mónica, mi esposa, me conoció de 21 años y convivimos por 23 años, luchando y cambiándonos de lugar en lugar. Es una excelente maestra de artes plásticas que educó a sus hijos como una buena maestra, con cariño y una dedicación full time/24 horas; además, es sacrificada y excelente compañera. Aunque la vida nos alejó, mantenemos un cariño enorme, un respeto único, y seguimos siendo papá y mamá de nuestros hijos que ya son grandes.

Tengo 3 hijos:

  • Leo, el mayor, fue mi primera aventura como papá. Fue una especie de juguete que me fue creciendo, y hoy me dio una nietita, Brenda, con su esposa Nadia. Es un luchador nato y perseverante que siguió un camino y llegó a su objetivo. Actualmente es gerente en un importante diario de Argentina, además de ser un excelente baterista con el que espero pronto poder compartir un escenario.
  • Luego vino Agustín, quien vivió aquí en Mérida hasta hace 2 años, y trajo con él toda la vena artística. Con 13 años, comenzó a competir en un concurso de baile con su grupo, ganando cantidad de trofeos. Luego, en un giro del destino, entra en un casting de un programa de televisión – Generación Pop – cuyo fin era crear una banda de adolescentes, y se convierte en un boom: no solo sale de gira y se presenta en los mejores escenarios del país, sino que el grupo ganó un disco de oro. Siguió su vida artística hasta llegar a Mérida, donde interpretó a Tarzán en Xmatkuil, y otras obras. Participó en el programa “Bailando por un Sueño”, y hoy está ocupado en su empresa.
  • Y finalmente, Nicolás, que ingresó en la UADY y ya se recibió de Ingeniero Civil. con sus 23 años, tiene un futuro brillante en su camino.

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¿A qué edad comenzaste a interesarte por la música y de qué tipo escuchabas?

En realidad escuchaba mucha radio, pero mi mayor influencia fueron los discos de mi mamá. Ella escuchaba a Paul Mauriat, Tom Jones, Richard Clayderman, Nat King Cole, y tantos otros. Me gustaban y los memorizaba. De la radio, infinidad de éxitos. Imagínate: era 1975 y, la verdad, sonaba todo genial. Pero en sí, todavía no había nada que me hiciera clic así de golpe…hasta que escuché en una casa de un amigo ‘Smoke on the water’ y luego ‘Paranoid’, que ponía a todo volumen hasta que algún vecino me tiró un par de ladrillos a la ventana. Creo le molestaba. Jajaja, pero Deep Purple fue mi marca de fuego hasta hoy día.

¿Cuándo descubriste el rock?

Estuve como pupilo interno en un colegio por 6 años. Cuando salí del mismo tenía 16 años, y la verdad conocía poco y nada sobre la música, además de tener un retardo en el tiempo en relación con los chicos de mi edad. Jamás creerías cómo me vestía y peinaba a esos 16 años. En el colegio industrial al que iba, curiosamente los compañeros – el 60% – eran medio rebeldones, pelo largo y toda la onda. Uno de ellos en especial solía pararme y mostrarme unos discos (que luego supe eran de Deep Purple, Machine Head e In Rock) para decirme como a cualquier tonto: «¿vos sabés qué es esto?… jeje, ¡qué vas a saber!”…y se reían.

Paralelamente, algo había en mi (era solitario en ese momento) que buscaba algo distinto, sin saberlo. Iba a bailar y me gustaba Johnny Rivers.

Un día dije: “Me voy a ir a comprar un disco”, y fui a una tienda y pedí: “Señor, tiene algún disco así, con ruidos raros, no sé”… y el tipo me dio Houses of The Holy, de Led Zeppelin. Me lo llevé, puse mi tocadiscos y me dispuse a bañarme escuchando música. Cuando empezó a sonar, dije para mí: “¡Qué porquería este disco!”, y escuché tema por tema, terminé de bañarme, me cambié, volví a la tienda y devolví el disco. Lo cambié por el flamante «Lo mejor de Johnny Rivers«.

Así de extraño comenzó, hasta que un día conocí a un gran amigo –Tito García, con 16 años –, compañero de banco que me invitó a su casa y me sumergió en el mundo del rock. Luego de esa primera visita nada fue igual para mí, ni musical, ni mi aspecto: fue una revolución, imagínate a un nerd convertirse en un stone. Tito se convirtió luego en el cantante de la mejor banda de thrash de Argentina, hoy vigente, LETHAL.

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¿Cómo era el movimiento musical en ese entonces en Argentina?

El rock estaba pasando por su momento más creativo y de calidad: las bandas querían sonar a extranjeras pero cantando en castellano ¡y era increíble! Polifemo, Orions Beethoven, Color Humano, Manal, El Reloj, Almendra, Vox Dei, Sui Generis, Pappo, y la lista sigue impresionante hasta nuestros días. Miles de bandas.

¿Cuáles fueron los músicos que más te impresionaron en esa primera etapa en tu país?

Bueno. Luis Alberto Spineta, Moro en bajo, Willy Gardi, Raffanelli, Alejandro Graff, Gustavo Cipriano, Norberto Napolitano ¨Pappo¨, Alberto Baraj, Javier Martinez, Claudio Gabis, Willi Quiroga. Es larguísima la lista, y todas bandas creadoras. Afortunadamente, muchos siguen en el camino.

¿Qué bandas del rock argentino te marcaron más?

El Reloj, Orions Beethoven, Manal y Color Humano. Completamente diferentes una de otra.

¿Y cuáles del rock internacional?

Bueno, mi corazón es Púrpura… Deep Purple me llegó al corazón y los requintos de Ritchie Blackmore me los sé de memoria y no me canso de escucharlos. Ian Gillan fue mi maestro, y Black Sabbath igual. Me pusieron la rebeldía y la fuerza. Yo sentía que eso era una fuerza por la sangre que te movía el interior, te sacudía. Luego Yes, por la calidad musical increíble, Emerson Lake and Palmer, por la diferencia sonora –si escuchas el disco de pasta en un amplificador, ¡no lo podrías creer! Led Zeppelin, Pink Floyd… Bueno, pero mi círculo musical se fue abriendo y abriendo y abriendo.

¿Cuál fue tu primera banda profesional?

On The Rock (2005), con la que crecí como músico, y con quienes grabamos el primer CD. Estuve junto a Dardo Barquetta – Guitarra 1, Ricardo Iriondo – Guitarra 2, Lucho Acebras – Bajo, Manta Bass (estudio), Domenico Barbucci –en vivo, y bajista de Bonnie M, en la batería Dardo Barqueta. Compusimos muchos temas que han quedado en nuestro recuerdo, y sin su apoyo y compañerismo nada sería igual.

Háblanos de manera cronológica de los proyectos musicales en los que has participado.

La primer banda fue a los 17 (1976) y se llamó Super Sensible. Nos divertimos mucho. Luego participaciones en diferentes proyectos fueron muchas, pero nunca una constante. Me tocó vivir una época difícil y muy dura por la dictadura, y era difícil juntarse sin terminar preso. Participé activamente como escenógrafo en una banda hoy de culto – Lulú –, y luego en Ommnium. Luego en Adelia, Alquimia, en una graciosa banda de amigos de la secundaria – ya todos grandes – que se llamó “No sé hasta cuándo”, On the Rock, hasta llegar a Mérida. Aquí han sido Indulto,semilla de Say Band, Say Band y Modus Vivendi. Además tengo mi proyecto solista: Doryan Gray. Hoy estoy escribiendo una obra conceptual. En total grabé 3 discos y voy por el cuarto.

¿Cuándo decidiste que querías ser parte de la comunidad de músicos rocanroleros y qué te impulsó a ello?

La verdad es que primero quise ser yo, al margen de mi profesión de diseñador que me llevó por muchos caminos y que también me enamoró respecto al arte. Fíjate que trabajé un año como diseñador en el Teatro Colón de Argentina, el templo de la música clásica. El rock era algo que me nacía y que no podía ya retener más. La música me rodeaba. No tenía un solo amigo diseñador: todos eran músicos y, por hobby, siempre terminaba en una sala de ensayo como oyente o como participante. Controlé a ese “Hulk” un buen tiempo, mientras mis hijos eran chicos. Luego llegó el momento de poder ser, quizá apenado por algo de tiempo que se me escurrió entre los dedos. Pero no tuve la idea “quiero ser tal cosa”. Se fue dando paulatinamente. Sentía que me fluía la composición, las letras, y me encantaba la convivencia, los ensayos, los desafíos de escribir, grabar, mejorar, tocar en vivo, tomar clases de canto. Y, claro, me encanta convivir con el público y, en lo personal, tratar de dar de mí lo mejor.

¿Cuál es tu opinión de la escena rockera yucateca?

Mérida es una usina de músicos: creo que desde que llegué se triplicaron, pero afortunadamente llegué en el momento donde la escena era más pequeña, y la amistad entre los colegas era mucho más cercana. Creo haber respirado cierta bohemia que era encantadora. Hoy, creo, muchos están tratando de buscarle la vuelta y no quedó mucho espacio para la convivencia. Calidad, hay de sobra.

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¿Consideras que existen grupos verdaderamente profesionales en Yucatán?

Sí, lo creo. Quizá no llegan más allá por la limitante de propia escena: es difícil mejorar sin dinero o difusión. Mérida no difunde su música, el público no puede conocer ninguna canción de rock yucateca y el público ni se entera de lo que lo rodea en esa materia. Eso ayudaría mucho a la escena, pero bandas como In Vitro, Antología, Flus Boox, Jazz Sensitive, La Caverna, La Polilla, Dragoner, entre otros por nombrar algunas, toman las cosas muy seriamente y, además y para mí lo más importante, ¡permanecen unidas! Cada uno en su rollo y en su modo de vida, incluyo a Say.

¿Cuáles consideras que sean las mejores virtudes del rock yucateco?

La virtud es que Yucatán es una sopa que está empezando a hervir, que una nueva generación de público está creciendo, y que ojalá se hagan fan de las bandas, las sigan y las apoyen. Créeme que no en todas las ciudades hay tantos foros como aquí. Claro, la contra es que muchos más del 90% lo hacen por amor, sin ninguna retribución económica. Las bandas del presente pasarán a la historia del rock y, pienso, se les hará justicia más adelante.

¿Cuáles crees que sean sus principales obstáculos?

La falta de difusión es la primera.

Respecto al funcionamiento de muchos músicos, mi crítica es que, a pesar de su virtuosismo, su falta de compromiso le da en la torre al resto de la banda. Una banda es una empresa, una sociedad.

También la poca valoración del tiempo respecto a puntualidad, ¡es tiempo irrecuperable! Cuando les empiece a doler económicamente van a darse cuenta de la importancia de optimizar ensayos y de estar conectados con tus compañeros.

Y, por otro lado, los foros que dan espacios pueden y deben ya contemplar un pago que no sea en cerveza. Nadie compra cuerdas ni instrumentos con cerveza, se necesita dinero para continuar y para sentir que te vuelve algo de lo que das. Creen que, porque “te gusta”, también te encanta llenar tu auto de gasolina con tu plata, cargar los instrumentos, quedarte sin camión y recurrir a un taxi para regresarte, y un sinfín de cosas más…

¿Qué otros músicos yucatecos de rock te parece que deberían ser considerados como figuras?

Mira, sería injusto solo nombrar algunos de los conocidos y muchos de ellos tú les has hecho su homenaje. Pero hay tantos músicos que han pasado por la escena, que hoy viven un silencio enorme, que en verdad no conozco tanto como para decirte quién falta. Yo vengo de una cultura musical donde el músico, cuanto mayor de edad es, es más visto. Aquí hay músicos que en otro lugar tocarían todos los fines de semana. Pero ya ves, son méritos silenciosos…

Puedo hablarte de los que tuve cerca, como Eric Flota, con quien no solo disfruté compartir escenarios, sino disfruto de una de mis mejores amistades en Mérida. ¿Quién mejor que él a nivel sentimiento/blues?

Mike Barrera, ese señor es un ángel del bajo, con un perfil tan bajo que casi es invisible, excepto para los que queremos oír la calidad. Iván Martínez, otro bajo espléndido; Juan Cárdenas, silencioso y talentoso habitante perdido en Mérida; Mike Manzur.

Qué te puedo decir, y la lista sigue con muchos músicos jóvenes.

La revista Rock Wailer era una excelente propuesta, ¿qué ocurrió?

¡Puf! Fue un hermoso proyecto que realicé junto a mi hijo Agustín. Le pusimos una enorme pasión. Quise que sea un difusor de cultura y de apoyo a las bandas de Mérida, que llevara al máximo la música Yucateca, pero no conseguí el apoyo económico de ninguna empresa para seguir, excepto unos honrosos anunciantes a los que le agradezco mucho, mas no alcanzaba para sostenerla. Parece mentira que ni siquiera las casas de música nos apoyaron. Hubo una muy conocida a la que fuimos a ver más de 4 veces y ni un cuarto de página compraba. Digo, si vendes instrumentos y audio, ¿no es lógico estar presente en una revista de música y cultura? En fin, me quedé con algunos ejemplares. Cuando los publicábamos, volaban de los lugares en que los poníamos. Qué se le va a hacer, como dice Mafalda, “uno es bueno pero no lo dejan ejercer”. Jajaja.

Háblanos de ‘Say Band’, un proyecto que nos consta te ha costado sangre sudor y lágrimas mantener

Say Band fue y es mi proyecto más querido y donde más estoy involucrado sentimentalmente.

Luché por mantenerlo a flote, por disciplinarlo, por profesionalizarlo, haciendo todo lo que se requiere para avanzar.

Por Say pasaron los mejores guitarristas y músicos, pero nada comparables a los que la formamos: Felipe, Germán, Nelson y yo, ni siquiera la época. Entre todos sembramos la semilla y yo luché, y lucho, para que esa semilla germine. Hoy, con el recambio de músicos, con el ingreso de José Manuel Ruiz Garrido en el bajo – que se convirtió en el heredero del verdadero sonido de Say, creado por Germán Muñoz – le dio un giro a los temas y sus líneas de bajo de hoy son geniales; la incorporación de Héctor Hernández Cano, “Sensei”, le dio un aporte musical de arreglos y con su dirección musical profesionalizó los temas; su hijo, Héctor Jr. se agregó con los teclados y, finalmente, Willy Bosio en batería pone de lo suyo.

Te preguntarás por qué tantos cambios de músicos. El objetivo era mantener viva la banda y muchas veces las cuestiones personales, los compromisos, y las ocupaciones alejan al músico del proyecto. En mi caso, quiero que Say siga avanzando. En un futuro cercano, ya quizá no estaré en Mérida y quisiera que los integrantes continúen con Say. Hemos tocado en muchos foros y la respuesta siempre ha sido muy buena. Es algo que es como el picante, te hace doler y te gusta. Amo a Say y me lo llevaré por siempre en mi corazón.

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¿Qué recuerdos conservas de tu paso por ‘Modus Vivendi’ y qué opinas de los músicos que conformaron ese proyecto?

Fue una época genial, de mucho ensayo y de compartir una amistad personal. Reunirnos los fines de semana, reírnos y trabajar mucho, junto a Pepe Nemer, un verdadero amigo y muy querido por mí. Pepe Blanco es otro “obrero” de la música y, claro, el master Eric Flota. Qué te puedo decir: lo que aprendí con él fue como con el Jedi, grabamos un disco con 8 temas y hemos tocado también en varios lugares.

Fíjate que hemos sido pioneros del blues y, cuando nos presentábamos, creo le costaba al público digerirnos. Lamentablemente, problemas de salud de diferente lados y cosillas personales terminaron por disolver a Modus, más no en mi recuerdo y, afortunadamente, Eric, Pepe y Pepe siguen juntos en su nuevo emprendimiento. Bellas épocas en las que ensayábamos en mi casa y los queridos vecinos nos mandaron cinco veces la patrulla, jajaja.

¿Cuáles son tus planes a largo y mediano plazo?

Seguir con Say y lograr grabar nuestro 4ª disco, y muy probablemente terminar mi carrera en Mérida, ya que pronto me regreso a Argentina, pienso para noviembre o diciembre. Me despediré en el Festival Metal, Cuerdas y Maderas de Umán, y en otro foro, con todos los músicos con quienes tuve el honor y placer de convivir.

Me gustaría poder grabar el evento y llevarlo como un tesoro.

Será una despedida muy triste porque dejo muchos amigos de este camino de Mérida, pero así son las cosas, y hoy el destino me llama hacia otros rumbos…

Lo que desees agregar.

Quiero aprovechar para agradecerte a ti, Ricardo Pat, y también a Carlitos Vivas, por haberme abierto las puertas el rock de Mérida. Por tu intermedio conocí a geniales músicos y buenos compañeros y amigos. Siempre te recordaré con mucho afecto en esas tocadas y por las oportunidades que me brindaste. Eres un luchador del rock.

También le brindo un gran abrazo a cada una de las personas que compartió su talento conmigo. Es algo invaluable y que vivirá por siempre en mi memoria.

Al público yucateco y a todas las personas que se acercaron, me felicitaron o se tomaron una foto conmigo, quiero agradecerles sus palabras de elogio y apoyo. Eso…es increíble, y no tendré palabras para agradecerlo jamás.

Cierta vez iba en un tren y un músico que tocaba en él dijo: “Señores, el aplauso para el músico es como un plato de sopa. Señores, ¿me podrían dar un plato de sopa?”.

Gracias por todos los platos de sopa recibidos, ¡hicieron que engordara mi alma!

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