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Covid, presencia indeseable

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Editorial

Comienza el décimo mes del año, octubre, aún sin claras perspectivas de control de la infausta pandemia que ha secuestrado a nuestros países, economías, salud y movilidad social.

Continuamos cautivos y a merced de las circunstancias. No se vislumbra en lontananza un retorno a la normalidad, la antigua normalidad de nuestra vida colectiva.

Nos vamos acostumbrando a las restricciones, a las carencias y alteraciones necesarias a nuestras convivencias familiares y sociales.

Se agrega a ellas la restricción y limitaciones aplicadas en las áreas escolares, dado que los ciclos de estudios han reiniciado en todos los niveles, desde las escuelas de enseñanza primaria hasta los profesionales, universitarios o técnicos.

Hay que reconocer el cumplimiento ciudadano a estas recientes reglas de movilidad y convivencia. Hay, o se dan, casos de actividades irresponsables que son señaladas y censuradas en cuanto se detectan. Tal ocurrió en otros años y tiempos no lejanos.

Las autoridades médicas y políticas continúan sumando esfuerzos, mitigando la virulencia de una pandemia que alarga su presencia.

Se perciben signos de avance. El más reciente la aparición internacional de una vacuna que ya ha comenzado a proteger la salud de adultos mayores y población en mayor riesgo.

Pero distamos mucho de observar la derrota definitiva de este azote de la humanidad, cuyo origen se debate, si es de origen animal o fue producido por equívoco en un laboratorio. Esto ha pasado a segundo término, dado que por ahora se unifican los esfuerzos mundiales para hallar tratamientos efectivos contra esta pandemia mundial.

Estamos en circunstancias equivalentes de siglos anteriores, cuando entonces se carecía de antibióticos y se recurría a remedios caseros, y/o cuidados que, con higiene y tratamientos, atenuaban los malestares físicos creados por las enfermedades.

La medicina moderna ha evolucionado, la presencia de los antibióticos y vacunas ha salvado miles de vidas, millones, pero no puede decirse válidamente que han borrado del mapa todas las enfermedades antiguas y modernas, algunas de las cuales responden a tratamientos en uso.

Salvar vidas es una asignatura aún pendiente para proteger la vida de la raza humana en un cien por ciento.

Aún confiamos en los milagros científicos.

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