Letras
José Juan Cervera
Hay secretos que se revelan al precio ínfimo de su propagación compasiva.
Comunicarlos en voz alta o confiarlos a las paredes puede alimentar la manía de prometer ensayos de veracidad.
Las revelaciones del día y los secretos de la noche brotan con timidez bajo la bóveda celeste.
Los secretos del oficio respiran en la obra de los artífices más diestros y en el manantial que colma la ejecución de su obra.
Para sorprender la esencia íntima de los secretos, basta poner cerco a la vulnerabilidad de una conciencia desprevenida.
Lejos de toda sospecha, el secreto de la vulgaridad reside en su aptitud para renovarse sin esfuerzo.
Cuando caigan los velos más espesos para satisfacer curiosidades malsanas, alguien se propondrá repetir la gracia de su movimiento.
El secreto mejor guardado luce una envoltura traslúcida, y lo asedia una indiscreción de perfiles opacos.
Quien recorre el mundo para desentrañar secretos acabará por velar las luces de su propio misterio.
Los secretos a voces dictan el tono de los pronunciamientos sumarios y de las intromisiones colectivas.