Celebro que al ingeniero Alfonso Hiram García Acosta le haya sido adjudicada la medalla “Oswaldo Baqueiro López” de periodismo cultural.
Celebro que festeje en nombre de una generación de universitarios, periodistas, y auténticos promotores culturales.
Celebro porque es un reconocimiento para toda una generación de personas de bien, provecho y profesionales en cada una de sus especialidades, ciudadanos dignos de Mérida.
Celebro por todos aquellos que en algún momento hemos sido observadores, alumnos y aprendices.
Celebro la tenacidad inclaudicable por hacer y hacerse un espacio en el ámbito intelectual. Los círculos culturales, y promover a los creadores en la literatura, la poesía, el canto y la pintura.
Celebro porque contribuye a enaltecer el nombre del premio y del premiado.
Celebro porque, a la sombra personal y periodística de don Oswaldo Baqueiro López, tuvimos la oportunidad de “tundir teclas” y atisbar el oficio del periodismo, con su promoción y aliento a los proyectos generacionales e intergeneracionales.
Recuerdo una lejana noche de 1985. Patio central del ex.claustro de las monjas Concepcionistas, de lo que sucesivamente ha sido el Ágora Fonapas, Casa de la Cultura, Casa de la Cultura del Mayab y Casa de la Cultura del Mayab “Leopoldo Peniche Vallado”. Esencialmente el espíritu cisnerista que envolvía el ambiente, cuando fueron entregados los reconocimientos por un año de ininterrumpida edición a los colaboradores del suplemento cultural “Diálogo”. Nombre más que apropiado y correcto para entablar conversación, intercambio de ideas, saberes, opiniones, noticias entre y con los que saben escuchar, leer, disentir, alternar. Dialogo entre generaciones y grupos. Entre corrientes y escuela literarias. Entre estilos de líneas y trazos.
Algunos de aquellos asistentes ya no están más. Creadores que dejaron una huella imborrable en nuestra memoria de aquella noche otoñal de octubre de 1985 y que conocimos gracias a la amistad que los convocaba y los reunía. Personas que confluyeron en el río de tinta y letras que era el mar del suplemento Diálogo, de Diario del Sureste. Creadores que ya no están, pero de los cuales nos queda el recuerdo indeleble de su obra, de su profunda voz, de su delicada entonación musical, del refinamiento de sus pinceladas o líneas sobre el papel o la tela, de su espiritualidad o ideología, de su sentido de la amistad, su solidaridad, sentido estético, de su enorme y dulce corazón.
Esa noche, y ese aniversario también, reunió a editores, periodistas de viejo cuño del Diario del Sureste. “Diálogo” fue predecesora de otros suplementos, como “Punto y Seguido”. Esa noche fue pletórica de reconocimientos, de música, canto, poesía y pintura. Quizá uno de los eventos más completos.
Entonces, la captura de materiales, formación e impresión de un medio impreso era una tarea artesanal en la que intervenían la creatividad, el ingenio y la vocación para sacar, puntualmente cada domingo e intercalar en Diario del Sureste, una edición más del suplemento.
Perviven las imágenes del formador de aquel suplemento, Ricardo Balam Madera, atendiendo las indicaciones del Ingeniero Hiram. Ambos con la mirada atenta sobre la mesa de formación, la cuadrícula, el pliego de papel, uno a uno adhiriendo los materiales, textos o ilustraciones, hasta conformar la edición.
Celebro que con sus palabras ofrende su merecido premio a la amistad.
Me uno a la celebración y reconocimiento al ingeniero Alfonso Hiram García Acosta.
Enhorabuena.
Juan José Caamal Canul
