Un hombre alegre, Don Pancho González

By on noviembre 11, 2021

Colonia Yucatán

En memoria de la familia González Torres

«Para los ‘macucos’ de la Colonia Yucatán, el que quería trabajar en la fábrica tenía que ser pelotero o músico,» me comentó el profesor Armando Conde una mañana en el extinto café Monchos. Omitió mencionar que a los “macucos” de la fábrica también se les olvidó que para poder vivir ahí se necesitaría una persona alegre y carismática que dirigiera una porra que animara a los aguerridos peloteros del equipo “Maderera del Trópico”, poniendo sabor.

Esa persona era precisamente don “Pancho” (Francisco) González Cauich, personaje clave del sano ambiente de los  juegos de pelota que incluía matracas, campanas, cencerros y, por supuesto, las voces, aplausos y los gritos de ánimo de los fanáticos al rey de los deportes, entusiastas personas, hombres y mujeres, que se daban cita todos los domingos de pelota en las gradas de madera del campo de la Colonia que construyera el profesor Alfonso Yam.

¡Tipo! ¡Tipo! saluda con el grito que lo identifica e identificaba a sus vecinos. ¿Cuándo vas a la Colonia? pregunta sonriente con esa voz enfática, moviendo las manos, característica de una persona que está siempre contenta.

Alegre y dicharachero, vuelve a la carga: ¡¿Vas a ir para la fiesta!? Yo ya  tengo ganas de ir, ya le dije a mi esposa que  prepare  las cosas pues reservamos dónde llegar desde hace mucho.

La plática se desarrolla una tarde de junio de 2011, unos días antes del comienzo de la tradicional fiesta de la Colonia Yucatán en honor a la virgen de Nuestra Señora del Carmen, a la que asiste un gran número de ex Colonos que, aunque suene paradójico, nunca han dejado  de serlo. Ir a la fiesta de la Colonia es una magnífica oportunidad de saludar a viejos amigos, de conversar  siempre lo mismo y recordar los agradables tiempos vividos en esta comunidad.

“Pancho” (Francisco) González nació  en la villa de Umán, tierra de trovadores, poetas, jaraneros, compositores, peloteros y “Bartolos”, como él dice, hace más de 80 años. Por distintas razones, pero especialmente por trabajo, ya que tenía “responsabilidad”, fue a parar a la Colonia Yucatán siendo muy joven.

Desde muy chico ya trabajaba en las haciendas como “chalan”. Mi mamá –María Josefa Cauich– murió cuando yo tenía apenas ocho años; mi papá –Primitivo González Xool– me llevó a vivir en casa de una tía. Mi tío Ceferino  me “entregó” a los diez años de edad  en el taller de don Roque, aquí cerca de la casa (vive actualmente en la colonia Delio Moreno Cantón, al sur de esta ciudad). Era la época dorada del henequén. Fui ayudante de muchas cosas en la hacienda “Kininché”, donde mi papá trabajaba: fui pasa-leña y fogonero. Mi tío era el encargado de la finca que está en el municipio de Suma de Hidalgo. Precisamente en Suma de Hidalgo conocí a mi esposa Soco –Socorro Torres Pech–, quien me sugirió ir a la Colonia a buscar trabajo, pues allá vivía su hermano, Enrique Góngora –hermano por parte de la mamá. Como yo ya tenía “responsabilidad”, pues allá nos vamos. Llegamos el 19 de agosto de 1951 a la casa de don “Macín” (Marcelino) Castillo cuando la tormenta tropical “Lupita” amenazaba la península. Me acuerdo que estaba en la casa doña Satur y vi que bajen 2 grandes piernas de venado, pavos de monte… ‘Mañana vas a ver, ahora vámonos porque esta cosa va a caer,’ me dice Enrique, refiriéndose a la tormenta que se veía venir. En el ‘51 ya había la fábrica y sólo veía cómo hacían así las chimeneas, comenta moviendo agitadamente las manos de un lado para otro. Arriba y abajo, ¡pam, pam! dice con sonora voz moviéndose de un lado a otro. Amaneció y ahí estaban los árboles y cercos caídos. Esa fue mi bienvenida. Pues a meter mano: empecé a ayudar en la talacha. Todos se preguntaban y decían ‘quién será  éste’. ‘Es mi cuñado,’ respondía Enrique…

Continuará…

L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO

vicentelote63@gmail.com

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