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T’Ho La Mérida Ancestral – VIII

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Mérida

III. PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL: T’HÓ, LA MÉRIDA ANCESTRAL

 

1. Posibilidades y beneficios

 

Uuc Ahau                El Siete Ahau

Katun                      Katun

Uy ax tz’it katún       Fue el tercer katun

C u xocol                 Que se contó.

Ich Can Si Ho          Los de Rancio Abolengo

u hetz’ katun Sentados en el trono del katun.

 

-Chilam Balam de Tizimín

 

Las contribuciones a través de los estudios de la arqueología maya en la ciudad de Mérida son amplias, pues los restos del antiguo asentamiento humano no se reducen a un pequeño núcleo. El carácter disperso del urbanismo prehispánico está presente en los más de 80 sitios arqueológicos registrados por el INAH en el municipio.

De manera reiterada ilustrados personajes locales y arqueólogos del CINAHY han manifestado la importancia de su consideración en los planes de desarrollo de la ciudad. En 1978 Alfredo Barrera Rubio señalaba que «los vestigios conocidos y las referencias de los que han existido, son suficientes para confirmar la grandeza prehispánica de nuestra ciudad”. Los arqueólogos Tomás Gallareta y James Callaghan (1979) en la ponencia «Proyecto Arqueológico de Conservación de la Ciudad de Mérida’. observaron que «se corre el riesgo de perder irremisiblemente la última oportunidad de conocer y admirar lo que quede de la vieja Ichcansihó». El olvido de T’Ho ha sido mencionado reiteradamente; el arqueólogo Barrera Rubio, en su ponencia «La conquista de Yucatán y la fundación de Mérida» (1983) hacía notar «la carencia de exploraciones y excavaciones sistemáticas» en la ciudad. Los trabajos en el Fraccionamiento Las Granjas -Dzoyilá- a fines de los años 70, y en el Parque Recreativo de Oriente -Chen Ho- en 1994, son muestras de las posibilidades que ofrece la suma de esfuerzos del INAH y el Ayuntamiento de Mérida. A su vez, los salvamentos de edificios en las plazas de colonias urbanas, como Xoclán y Salvador Alvarado, o en nuevos fraccionamientos como Vergel, han sido honrosos intentos aislados de integrar los restos mayas al crecimiento actual.

Con una visión de más largo alcance, en 1993, el Programa de Desarrollo Urbano elaborado por el Ayuntamiento Constitucional del Municipio de Mérida señala que «las zonas arqueológicas y sitios históricos serán protegidos, incorporándose a proyectos urbanos que contemplen también políticas de protección del medio ambiente, creándose así parques recreativos que didácticamente informen acerca del valor histórico, cultural y artístico del vestigio que se protege…».

Ya en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos (1972) se reconoce como principio fundamental el que los monumentos son de interés nacional, no sólo para la entidad federativa en donde se localizan, sino además, que toda la nación tiene la responsabilidad de velar por ellos. En dicha Ley se establece una normatividad general y una autoridad técnica en las figuras del INAH y del INBA. Desde entonces en varias ocasiones se ha intentado hacer modificaciones a la Ley para elevar estados y municipios a una jerarquía mayor, convirtiendo a los Institutos antes mencionados no en gestores, sino en simples asesores de proyectos. Por otro lado, la Ley de 1972, no inhibe el papel activo de estados y municipios en la responsabilidad de proteger el patrimonio; como señaló Ana María Salazar en 1992: «lo que se quiere, en todo caso, es crear las condiciones necesarias para generar una visión o conceptualización integral de la noción de patrimonio cultural vinculada a la sociedad global, que responda cabalmente a las nuevas demandas del desarrollo social y económico”.

Con esta conciencia, en 1998 la Dirección de Desarrollo Urbano del Municipio ha considerado importante el establecimiento de un programa cultural dedicado a impulsar los estudios arqueológicos de Mérida, de manera que la ciudad pueda desplegar en público evidencias y conocimientos de su pasado maya, y se deje de estar a la espera de un aviso de inicio de obra urbana, en el cual el trabajo del arqueólogo poco puede aportar ya a la conservación de los vestigios. Esto debe traer consigo como beneficio la eventual excavación, restauración e integración de los espacios ancestrales a la ciudad actual.

Se espera que el programa incorporará, además, planes de investigación científica para conocer el proceso de desarrollo de la antigua Ichcanzihó: ¿Quiénes fueron sus primeros pobladores?: ¿cuáles eran las características de su forma de organización?, ¿cómo reflejan sus construcciones, su cerámica, sus restos óseos…la forma de vida y las costumbres de sus tiempos? Así podemos responder a interrogantes como «¿cuál fue el manejo que los mayas prehispánicos hicieron de su medio, cuál fue su concepción urbanística, y que relaciones mantuvieron con otros centros mayas peninsulares o con los pueblos de los altiplanos guatemalteco y mexicano?”

Mientras que para la población local el salvamento y estudio de los antiguos restos mayas aumenta el conocimiento de sus orígenes y fortalece su identidad, para la industria turística las posibilidades que ofrecerá la rehabilitación y el equipamiento de sitios arqueológicos otorga un atractivo más a uno de los centros estratégicos del Mayab. Al turismo nacional e internacional se le abrirá una nueva dimensión, en la cual el enlace entre el pasado y el presente es, con toda seguridad, razón más que suficiente para atraer mayor número de visitantes y alargar los días de estancia en la ciudad blanca del Mayab: la infraestructura hotelera y de servicios está preparada ya para acoger a una amplia variedad de turismo, y con un programa cultural que ofrezca atractivos arqueológicos, este importante sector de la economía estatal se verá ampliamente retribuido.

Las posibilidades culturales que ofrecen los antiguos espacios arquitectónicos, como ambientes propicios para eventos artísticos, -protegiendo siempre su alto valor histórico-, son también considerables y fortalecen de manera importante la valoración popular. Los sitios arqueológicos aportan siempre un contenido didáctico a la vez que se convierten en lugares recreativos y de descanso, cada vez más importantes dentro de la agitada vida de las ciudades modernas. En este sentido, la Integración con programas de protección ecológica, jardines botánicos con vegetación autóctona o senderos interpretativos, es una posibilidad que en otros grandes centros urbanos ya ha dado magníficos resultados. De acuerdo con el catedrático de arquitectura Gonzalo Díaz de Recasens (1997):

La ciudad como núcleo creado para acoger seres vivos crece, envejece y se regenera, pero siempre consciente o inconscientemente mostrando parte de lo heredado en el trazado de sus calles, la forma de sus edificios y la capacidad de éstos para adaptarse al paso del tiempo, sobreviviendo a la selección de lo bello, lo útil o lo memorable.

En otra Mérida, la de Extremadura (España), los trabajos de restauración del patrimonio histórico han generado una nueva dinámica social fomentada, tanto a través de la cultura, como del turismo: allí, los antiguos templos y teatros romanos comparten espacios con el sobrio y moderno Museo Nacional de Arte Romano, obra del arquitecto Francisco Moneo. La integración del patrimonio arqueológico a la fisonomía y a los nuevos espacios de esa Mérida son ejemplo de las posibilidades de la arqueología en el medio urbano. El proyecto de arqueología urbana «posee una triple vertiente administrativa, científica y de divulgación social que tiene como objetivo la planificación y gestión técnica del yacimiento arqueológico emeritense» (Pedro Mateos, 1995).

En la Ciudad de México el Programa de Arqueología Urbana (1991) tiene como fin conocer el proceso de desarrollo ocurrido en un área específica, y saber además, cómo y por qué se dieron las transformaciones en dicha área; en ese caso se consideran tres etapas: la ciudad azteca, la colonial y la actual. Otros centros de relevancia histórica con alta densidad de población en la actualidad, desde Cuzco, en los Andes peruanos, hasta Tarragona, la Tarraco romana, a orillas del mar Mediterráneo, son ejemplos de las posibilidades y beneficios del rescate del pasado.

Esto da al público en general un sentido de la longevidad y permanencia de una determinada civilización y los diversos papeles jugados por sucesivos contactos culturales. Como se puede observar, las posibilidades y los beneficios del programa Patrimonio Arqueológico Municipal engloban aspectos científicos, sociales, turísticos y económicos, y se espera que repercutirá de manera especial en la protección, mantenimiento y difusión del legado cultural de Mérida y de Yucatán.

Josep Ligarred Perramon

Continuará la próxima semana…

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