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Stabat Mater en la Catedral de San Idelfonso

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Música Sacra

César Ramón González Rosado

El jueves 14 de marzo, a las 7.30, nuestra majestuosa Catedral de Mérida se encontraba plena de personas de diferentes edades, entre ellas el que esto escribe y familia. Llevados por el entusiasmo, nos dispusimos a escuchar, o digamos ser partícipes, del drama de la “Stabat Mater” -La madre dolorosa- que al pie de la cruz sufre el sacrificio de su hijo, el Mártir del Calvario.

Stabat Mater es una cantata original de Antonin Dvorák (1841-1904) que se compone de diez cantos.

I. Stabat Mater dolorosa

II. Quis est homo

III. Eia Mate, Fons amoris

IV. Fac ut ardeat cor meum

V. Tui nati vulnerati

VI. Fac me vere tecum flere

VII. Virgo Virginum praeclara

VIII. Fac ut portem Chisti mortem

IX. Inflammatus et accensus

X. Quando corpus morietur

Con la interpretación de nuestra muy reconocida Orquesta Sinfónica de Yucatán, dirigida por el maestro José Areán, director artístico de la OSY, también participaron la soprano Marcela Chacón, el tenor Dante Alcalá, la mezzosoprano Carla López-Speziale, el bajo Jesús Suaste, y el Taller de Ópera de Yucatán, que dirige la Mezzosoprano María Eugenia Guerrero.

“La obra,” explica el maestro Areán, “refleja el sufrimiento de la Virgen María ante la cruz donde murió Cristo, y resume el dolor de una madre que pierde a su hijo, el dolor específico de una madre humana, de una madre de carne y hueso.”

Tuvimos oportunidad de escuchar de nuevo la obra en el Palacio de la Música el domingo 17. Ahí apreciamos con mejor detalle, por la cercanía del foro, la interpretación de los artistas que, poseídos del drama, proyectaban al público el sentimiento que los embargaba. El coro cantaba con sublime energía; los solistas –Marcela, Carla, Dante, y Jesús– reflejaban en sus rostros la fuerza del drama musical, y la OSY, dirigida por el Maestro Areán, magistral como siempre, grandiosa en la interpretación.

En ambas puestas –en la Catedral, con el Cristo Crucificado al fondo, su imponente arquitectura iluminada con propiedad y los arpegios de la Orquesta Sinfónica de Yucatán; y en El Palacio de la Música con su modernidad– el público premió a los artistas con merecidos y sonoros aplausos, además de prolongadas manifestaciones de júbilo.

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