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Silencio, obra atípica de Gerzso

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Artes Plásticas

La obra de Gunther Gerzso es, en su mayoría, abstracta. Por ello mismo se tiende a desestimar la pintura que produjo cuando se reunía con los Surrealistas en casa de Benjamin Péret y Remedios Varo, probablemente porque muchas de aquellas obras iniciales se pueden considerar fácilmente como ejercicios que sólo imitan cierto “estilo” surrealista.

Existe, sin embargo, una pintura figurativa de aquel periodo que es digna de llamar la atención. Se trata de Silencio, de 1942, en la que vemos una especie de personaje bidimensional formado de varias facetas que, si bien podrían obedecer a una intención vagamente “cubista”, evocan más bien la idea de un traje o una máscara cuyo material principal fuera un trozo de piel lacerada por diversas oquedades longitudinales, al fondo de las cuales se percibe un vacío oscuro.

Esta máscara, por así llamarla, en algo recuerda objetos de Oceanía, África o América que inspiraron cantidad de obras del periodo moderno, como quedó de manifiesto en una exposición famosa en el MOMA de Nueva York, en 1984, organizada por William Rubin: Primitivism in XXth century art (“Primitivismo en el arte del siglo XX”), a la que he aludido anteriormente.

Ahora bien, es por lo menos intrigante que la idea de máscara, de piel o de pantalla que se sobrepone sobre un vacío metafísico sea una constante en la manera en que críticos y escritores describen la obra abstracta de Gerzso. De hecho, como también vimos en un artículo anterior, Ida Rodríguez Prampolini, en su famoso libro El Surrealismo y el arte fantástico en México, llegó a describirla como si se tratara, en su conjunto, de una máscara prehispánica, ligándola con todavía más precisión a la figura de Xipe Totec: “El espíritu [palabra con la cual Rodríguez Prampolini se refiere al “fondo” oscuro característico de la obra abstracta de Gerzso], al ponerse esa máscara armoniosamente organizada, refinadamente coloreada [es decir, los típicos planos que se contraponen al fondo], nos recuerda la representación de Xipe Totec y también su significación. El sacerdote viste la piel de la víctima, símbolo del devenir, asegurando con la muerte la continuación de la vida.”

A la izquierda: Gunther Gerzso. Silencio. 1942. Óleo sobre tela. 60 x 50 cm. Colección Gene Cady Gerzso. (en El riesgo de lo abstracto: el modernismo mexicano y el arte de Gunther Gerzso, cat. 36). A la derecha: Xipe Totec. Cultura Nahua. Posclásico (900-1521). c. 900-1200. Cerámica. 40 x 16.8 x 9.8 cm. Kimbell Art Museum. Forth Worth, Texas, E.U.

Resulta tan sorprendente esta interpretación de una obra esencialmente constituida de superficies geométricas en la que es imposible encontrar alguna intención figurativa, que uno se pregunta de dónde pudo sacar Rodríguez Prampolini tal definición, más propia de un tratado de historia de las religiones que de un comentario sobre una obra de arte moderno de mediados del siglo XX.

Sin embargo, no hay duda: la ilustración que corresponde a tal descripción en el libro de Rodríguez Prampolini es una obra plenamente abstracta de Gerzso cuyo título es Muro verde, de 1961, mientras que en el resto del estudio no hay huella de la obra Silencio.

Sabiendo esto, uno se puede preguntar hasta qué punto esta última obra pudo condicionar la descripción que da Rodríguez Prampolini de Muro verde, en particular porque el personaje de Silencio podría recordar algunas de las representaciones de Xipe Tótec, como la que se encuentra expuesta en el Kimbell Art Museum, clasificada como de la Cultura Nahua, fechada entre c. 900-1200 (periodo posclásico).

¿Acaso las hendiduras oscuras que vemos en la piel del personaje de Silencio corresponderían a la suerte de herida existencial de fundamento (Grund) metafísico que tantos autores han visto en el fondo vacío sobre el cual se sobreponen los planos geométricos de la obra abstracta de Gerzso

¿No nos dice Octavio Paz que en esta “la sed de espacio a veces se vuelve violencia: superficies, desgarradas, laceradas, hendidas por un frío ojo-cuchillo” (Gerzso, la centella glacial), violencia que sin duda se podría comparar con la de los sacrificios a Xipe Totec?

Gunther Gerzso. Muro Verde/ Paisaje de Yucatán. 1961. Óleo sobre masonite. 38 x 51 cm. Mary Ann Martin, Fine Arte. Nueva York. (en El Surrealismo y el arte fantástico en México, ill. XVII)

En todo caso, valdría la pena investigar más a fondo si Silencio se puede considerar como una suerte de transición entre el surrealismo figurativo de Gerzso y su obra abstracta; interrogarse si en esta transición hay una intención “primitivista”.

Cabe decir que John Golding ya planteó un problema similar, aunque a partir de El Señor del viento, una obra abstracta de Gerzso de 1949, en su texto “Gunther Gerzso and the Landscape of the Mind”.

Ya sea que esta interrogación sobre el posible “primitivismo” de Gerzso tenga fundamento o no, al menos podrá servir de pretexto y aliciente para visitar la exposición Escultura y tiempo. África, América y Oceanía, en el Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México (diciembre 2022-abril 2023).

ESTEBAN GARCÍA BROSSEAU

garciabrosseaue@gmail.com

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