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Perspectiva: Día Especial

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“Somos libres de elegir nuestra manera de actuar,

pero no lo somos para elegir las consecuencias de nuestras acciones…”

  • Stephen Covey

Este 5 de junio guarda un simbolismo especial para el que esto escribe: mi hijo menor llega a la mayoría de edad. Han sido 18 años que he pasado, con el favor de Dios siempre presente, con él y sus hermanos. Siendo mi x’tup, como decimos por estos calcáreos lares, y después de ver la manera en que van abriendo sus alas sus hermanos, admiro la persona en que se ha convertido: un excelente –aunque aprehensivo en extremo – estudiante, amante de la cinematografía y de la pintura, con una opinión muy propia que lo ha hecho ganarse tanto adeptos como detractores y, sobre todo – algo que comparte con sus hermanos–, un hijo muy tolerante de los desvaríos y errores que ha cometido su padre.

En feliz coincidencia, también se festeja el Día Mundial del Medio Ambiente.

Cuando tenemos hijos no tenemos la menor idea de qué serán o qué harán con su vida. Todos los padres intentamos darles a nuestros hijos, además de aquello que les permita vivir, los medios y las herramientas que les permitan ser exitosos. Pero es de ellos de quienes deben provenir la vocación y la dedicación necesarias para ser exitosos en sus vidas.

No creo en aquello de que los hijos deban seguir los pasos de sus padres, antes bien creo que desarrollan – todos lo hacemos – la capacidad de observar rasgos y características que acaso desearan copiar y, al mismo tiempo, detectan en nosotros mucho que ellos harán de manera diferente, de mejor manera.

Es en este último concepto en el que descansa la evolución de nuestra especie.

La mayoría de edad ha evolucionado con el paso de los años aunque el concepto es el mismo: es el momento en el cual los jóvenes se convierten en adultos. Ante la ley en nuestro país, cumplir 18 años nos permite asistir a espectáculos y eventos para “adultos”, nos abre la puerta a todo aquello que los adultos tenemos acceso y que debiéramos usar con moderación, y al mismo tiempo nos reviste de responsabilidades por cualquier cosa que hagamos y que contravenga esa misma ley. Tal vez el más publicitado de los beneficios es la posibilidad de votar, algo que nos aprestamos a hacer en unos días más.

Es por estos nuestros hijos que deseamos un mejor mundo, un mejor país, un mejor estado, una mejor ciudad.

Me pregunto si estamos haciendo en verdad todo lo que podemos porque todo lo anterior así sea. También me pregunto qué es lo que ellos están observando en nosotros, y qué han identificado que pudieran hacer diferente y mejor.

Lo que me preocupa, y tal vez algunos de ustedes compartan esta preocupación, es toda la podredumbre que les está tocando atestiguar: el modo de vivir de los opulentos sinvergüenzas, las técnicas de chantaje que usan los violentos, la desfachatez extrema y los múltiples contubernios de muchos “servidores” públicos, el descarado robo y las “vivezas” de la clase política. ¿Serán capaces nuestros hijos de darse cuenta de que todo lo anterior está mal, o acaso ese es el mensaje de vida que están grabando y que aplicarán en el futuro que les tocará vivir?

Desde esta perspectiva, aún estamos a tiempo de revertir la entropía que envuelve a nuestro país.

Recordemos que, como bien dijo Albert Einstein, “es una locura hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.”

El primer paso lo debemos dar este próximo domingo 7 de junio, con nuestro voto.

Gerardo Saviola

gerardo.saviola@gmail.com

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