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Los seres humanos surgimos de la ayuda mutua

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CONTRA FUERZAS NATURALES Y BESTIAS

HOY QUE ANDAMOS ENCERRADOS EN CUARENTENA ES IMPORTANTE RECORDARLO

edgar rodríguez cimé

               El médico Jorge Espinosa Suñer, jubilado y comandante del consultorio popular en la colonia Miraflores, en Mérida, me surte gratis de varias medicinas; mi mecenas Jorge Ortiz me apoya financieramente; la red de camaradas ex universitarios me compró libros para hacerme fuerte durante la cuarentena; yo, corrijo estilo de libros por publicar a los hermanos mayas, así como imparto conferencias entre los de Abajo, por supuesto, también sin cobrar.

Creo que lo anterior es una buena forma de apoyarnos colectivamente, como en las sociedades primitivas al surgir la Civilización.

Hace 315,000 años el homo sapiens descubrió, sin proponérselo, que su manada de homínidos por sí sola era incapaz de enfrentar tanto las fuerzas de la Madre Tierra como las de las enormes fieras que controlaban entonces el planeta azul, y decidieron enfrentarlos juntos en “comunidad” para poder sobrevivir.

El apoyo mutuo era practicado entre los miembros de la nación maya cuando, al acercarse la boda entre dos jóvenes del pueblo, tanto padres de los contrayentes como vecinos y amigos participaban en la construcción colectiva de la futura casa de paja de los nuevos esposos. Así la llamada “fiesta de puertas abiertas”, acostumbrada en las comunidades mayas pequeñas, cuando se considera invitada toda la población al festejo.

Los tianguis de los barrios urbanos de las ciudades modernas continúan la tradición popular de los pueblos indios de encontrarse en determinados lugares para apoyarse intercambiando sus productos agrícolas, mediante el trueque, con trastes o ropa artesanal, así como otros servicios necesarios para su vida comunitaria. Hoy, pueblos indios del istmo utilizan tanto el trueque como la moneda comunitaria. Un ejemplo: el “tumin”, de la etnia totonaca.

Luego de las tres etapas seguidas por el ser humano: salvajismo, barbarie y civilización, el homo sapiens continuó su evolución social: de la comunidad primitiva -época de una organización social basada en la ayuda mutua colectiva- pasó a la sociedad dividida en clases, los de Arriba (esclavistas) y los de Abajo (esclavos).

Evoluciona la humanidad, durante milenios, hasta llegar al periodo feudal, cuando los de Arriba se convierten en “señores nobles” y los de Abajo en “siervos” de reyes y papas de la iglesia católica, durante mil años más o menos. Llega el siglo XVII, cuando surge la producción industrial del capitalismo para implantarse primero en Inglaterra y luego en el resto del mundo.

Bastaron menos de 6,000 años de esclavismo, mil de feudalismo y poco más de 300 de capitalismo para hacer olvidar a la humanidad que antes transcurrieron millones de años de prehistoria no escrita -sencillamente porque no se había inventado la escritura humana- en la que los seres humanos se ayudaban mutuamente o eran borrados de la faz de la tierra.

Hoy, la cuarentena producto del coronavirus nos está recordando que lo mejor de la humanidad no se encuentra en su enloquecedora producción industrial, contaminante y devastadora, sino en la misma humanidad, hoy transformada de homo sapiens (hombre sabio) en homo demens (hombre loco): científic@s, productor@s, artist@s, médic@s, educador@s…

Nos recuerda también que, por entretenernos demasiado con los productos tecnológicos, nos olvidamos de nuestros orígenes y acompañantes más valiosos: la familia y los amigos que hoy nos envuelven con ese halo protector, para recordarnos que siempre han estado ahí para apoyarnos cuando más los necesitemos, como ahora por el encierro tipo zoológico (Para que sientan qué es estar enjaulados, dirán los animales del parque Centenario).

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx

colectivo cultural “Felipa Poot Tzuc”

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