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Las Quemas

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Editorial

Para sobrevivir, nuestros hombres de campo, conocedores de la pobreza de los suelos yucatecos mucho antes de que se conociera la existencia y uso de los fertilizantes orgánicos o químicos, han optado por incendiar los futuros terrenos de siembra, para que sean las cenizas vegetales las que fecunden y nutran los pedregosos suelos del Mayab.

Hoy en día, la costumbre continúa. No es el caso preguntarnos por qué nuestros campesinos continúan tan antigua costumbre, porque es bien sabido que en su inmensa mayoría nuestros hombres de campo, esos que aún riegan las pedregosas tierras con el sudor de sus cuerpos, son gente humilde, muy pobre y sin recursos económicos suficientes.

Por ello, las “quemas” continuarán: porque la decisión no es cosa de gusto, sino de pobreza y necesidad.

Las cenizas son el abono que penetra y nutre los suelos pobres con la caída de las lluvias bienhechoras de estos meses.

No cesarán hasta que los hombres de nuestros campos cuenten con los recursos y/o los apoyos suficientes para variar su heredado modo de sembrar.

Así aprendieron a hacerlo y así continuarán. Los tierras labrantías continúan con su pobreza productiva.

Existen programas gubernamentales de apoyo y también instituciones que facilitan créditos para adquisición de insumos productivos. Pero el campesino o no es sujeto de crédito aceptable para los sistemas bancarios, o desconoce como acceder a esta clase de financiamientos.

En su mentalidad histórica está la idea de que, si la cosecha no es segura al cien por ciento, la cobertura y pago de sus posibles compromisos bancarios no podrá realizarse.

Solamente un pequeño grupo de medianos productores acude a la oferta de créditos de instituciones financieras o bancos.

Por ello, aunque el humo sea fastidioso para algunas amas de casa que aún lavan a mano y tienden su lavado en sogas, la presencia de humo de las “quemas” continuará. Algo del aroma del humo permanecerá, así sea levemente en cada prenda tendida a secar.

La quema es una costumbre heredada. Así lo aprendieron en su formación productiva los campesinos, antes mayas, hoy mestizos.

Es humo que debemos ver como aviso de la lucha por la permanencia y la vida de nuestros campesinos, ni fácil ni agradable para ellos mismos, pero así tienen que hacerlo antes del tiempo de llegada de Chaac, el dios bienhechor que trae las lluvias.

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