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¡Feliz Navidad!

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Editorial

Este día, una simple fecha de los días finales del año en curso, posee un mensaje paralelo, compensatorio a la carga religiosa que le ha heredado el paso de los siglos y las creencias recibidas de nuestros ancestros.

En una interpretación libre –la mentalidad de este editorialista– ese otro mensaje, involucrado en esas dos palabras, va aparejado a un reinicio, un recomienzo de las vidas individuales y la colectiva.

Por ello, debe ser una fecha de reflexión como también de revisión. Claro, con un trazo de perfiles firmes para los muchos otros días por venir, por llegar.

Es muy sano practicar la reflexión, no para auto infligirnos castigos, sino para acumular al bagaje de los años aquel otro, el de las experiencias –buenas o malas– en que incurrimos: Las malas, para evitar repetirlas; las positivas, para servirnos de ellas como cimientos para tiempos mejores que siempre serán considerados una abierta expectativa humana.

La imagen de un nacimiento con perfiles sacros bien puede ser firme punto de partida para un nuevo trazo de la vida personal, íntimo, que incluya amor, afectos, así como una reducción del número de actitudes negativas; que sirva como una íntima estrella, similar a la de Belén, como punto luminoso de nuestros pasos individuales por un correcto camino de la luz en una convivencia pacífica.

Imaginemos que los Reyes Magos tradicionales son imágenes de los seres con poder y mando en la Tierra. Otrora, según la tradición, traían consigo como ofrendas al recién nacido oro, incienso y mirra. Riquezas, así como mirra e incienso para ungir y gloriar a un recién nacido en el que se depositaban esperanzas de vivir como hermanos en este mundo compartido.

Todas las ofrendas eran productos del trabajo del ser humano. Aun después de más de dos mil años, no se ha comprendido que todas ellas son –deben ser– para vivir y convivir como hermanos, en una solución final de convivencia y entendimiento para todos los seres que contamos con el privilegio de sentirnos parte de la vida humana en nuestro planeta.

¡Que no nuble la luz que debe cubrir a nuestro mundo la amenaza de hongos atómicos!

¡Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad!

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